Mundo, 29 de jun 2024 (ATB Digital).- En el año de 1979, un joven y talentoso baterista llamado Jonathan Moffett se encontró con nada menos que James McField, el director musical de la agrupación The Jacksons, originalmente conocida como The Jackson 5. Para entonces, la banda estaba en busca de un baterista, y aunque las audiciones habían terminado oficialmente, McField se las arregló para que la banda de los hermanos Tito, Marlon, Michael, Jackie y Jermaine Jackson, se dieran una oportunidad de escuchar al baterista.
Gracias a su habilidad única, Moffett consiguió el puesto, algo que llegó a definir como “un verdadero milagro” debido a las circunstancias. Lo que él no sabía es que años más tarde, uno de esos “cinco Jacksons” se convertiría en la estrella pop más importante de todos los tiempos. Jonathan tampoco tenía la idea que la extraordinaria e irrepetible historia de Michael Jackson sería escrita con la ayuda de sus bombos y platillos.
Desde sus apariciones en vivo con los Jacksons, Moffett se ganó el respeto y la admiración de toda la comunidad musical. El mismo Michael terminó por nombrarlo “Sugarfoot” gracias a su particular forma de golpear el bombo que, además, desarrolló de manera autodidacta.
No pasó mucho tiempo para que varios artistas se pelearan por tener a Jonathan haciendo crujir los platillos en sus conciertos, incluso de la talla de Elton John y Madonna.
Fuente: Infobae