El 30 de octubre de 1938, la emisión radiofónica de “La guerra de los mundos” provocó pánico en Estados Unidos. Ese día, millones de personas sintonizaron un programa especial en la CBS que, en lugar de relatar un cuento convencional de Halloween, presentó una adaptación de la novela de ciencia ficción de Herbert George Wells como si fuera una transmisión en vivo. Sin saberlo, esta representación radial cambiaría la historia de los medios y mostraría el enorme poder de la radio para influir en las masas.
La CBS había encargado al joven Orson Welles un programa semanal de adaptaciones de obras literarias, y para esa noche de Halloween, Welles, junto a su equipo en “The Mercury Theatre”, decidió emitir “La guerra de los mundos”. La obra, que originalmente estaba ambientada en la Inglaterra victoriana, fue adaptada al contexto estadounidense de la época, trasladando la historia a Nueva Jersey. El programa comenzó simulando una emisión musical, interrumpida repentinamente por boletines de último momento, en los que se informaba sobre meteoritos cayendo en el área y, finalmente, la aparición de seres extraterrestres.
Para dar mayor realismo, Welles interpretó a un científico, mientras que su colega, el actor Carl Phillips, actuó como un reportero que narraba con detalles estremecedores la llegada de los extraterrestres. El clímax de la dramatización llegó cuando el reportero ficticio “murió” durante la transmisión, aparentemente víctima de los ataques alienígenas. Esta cuidadosa recreación hizo que muchos oyentes, que se unieron a la emisión después de su inicio, creyeran que estaban escuchando noticias reales sobre una invasión alienígena.
La emisión fue tan convincente que miles de personas entraron en pánico, especialmente en Nueva York y Nueva Jersey, donde las calles se vieron repletas de personas que intentaban huir de la supuesta invasión. La policía y los medios locales comenzaron a recibir una avalancha de llamadas de ciudadanos asustados, lo cual obligó a las autoridades a intervenir para explicar que se trataba de una obra de ficción. Esta situación mostró lo vulnerables que podían ser las personas ante la información que recibían de los medios.
Aunque Welles y su equipo habían aclarado al principio y en el minuto cuarenta de la emisión que se trataba de una dramatización, la intensidad de la interpretación y la falta de advertencias continuas contribuyeron al malentendido. A través de este programa, Welles demostró el poder de la radio para construir una realidad paralela, lo que más tarde generó debates sobre la responsabilidad de los medios y su impacto en la sociedad.
El impacto de esta transmisión fue tan profundo que la historia se convirtió en un tema de estudio en comunicación y psicología social, como ejemplo de cómo los medios pueden influir en la percepción de la realidad. Welles alcanzó la fama con esta audaz producción, y años después, sería reconocido como uno de los artistas más versátiles e influyentes del siglo XX.