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Energía oscura: Enigmática y su imposibilidad de detectarla

La Paz, 19 de noviembre 2024 (ATB Digital).- Cuando pensamos en el universo, solemos imaginar galaxias, planetas, estrellas y nebulosas, es decir, todos esos elementos brillantes que vemos en el cielo y en las imágenes de misiones espaciales. Desde hace siglos, hemos estudiado estos objetos, su forma o su comportamiento, y no cabe duda, gracias a ellos hemos hecho grandes descubrimientos sobre el cosmos. Sin embargo, hace “relativamente poco” los científicos hicieron un descubrimiento asombroso: todo lo que podemos ver y detectar directamente, ya sea con telescopios o con otras herramientas científicas, representa solo una pequeña fracción de lo que realmente existe.

De hecho, los estudios actuales sugieren que aproximadamente el 95% del universo está formado por cosas que no podemos ver, tocar ni medir con nuestros instrumentos tradicionales. En este “lado oculto” del cosmos se encuentran la materia oscura y la energía oscura, dos conceptos que quizás te suenen pero de los cuales probablemente no tengas exactamente claro su significado.

La materia oscura, aunque no podemos verla, actúa como una especie de “pegamento” invisible que mantiene unidas a las galaxias; su existencia se deduce por la influencia gravitacional que ejerce sobre los objetos visibles. Pero la energía oscura es algo todavía más curioso: es una forma de energía que parece actuar como una fuerza expansiva, empujando al universo a seguir creciendo y separando las galaxias entre sí cada vez a mayor velocidad.

Invisibilidad y un universo en expansión

Para entender la energía oscura, primero tenemos que remontarnos al descubrimiento de que el universo está en expansión. Desde hace mucho tiempo, los astrónomos saben que las galaxias se están alejando unas de otras, como si el universo estuviera “estirándose” desde un punto de origen. Pero en la década de 1990, los científicos notaron algo inesperado: en lugar de frenar, esta expansión parecía estar acelerándose. Se trató de un descubrimiento que generó una gran sorpresa y que, hasta la fecha, no tiene una explicación clara. Para intentar entenderla, los científicos propusieron que debía existir una especie de energía “invisible” y “repulsiva” que está empujando el universo y separando las galaxias entre sí cada vez más rápido. A esta energía extraña se le dio el nombre de “energía oscura“.

La energía oscura, entonces, es una especie de fuerza que parece llenar todo el espacio y actuar como una “presión negativa” que empuja al universo a expandirse a una velocidad creciente. Lo más interesante es que, aunque no podemos verla ni detectarla directamente, sus efectos son tan importantes que moldean el destino del universo entero.

¿ENERGÍA O MATERIA?

Es común confundir la energía oscura con la materia oscura, ya que ambos términos suenan similares y ambos son “invisibles“. Sin embargo, son cosas muy diferentes. La materia oscura es una forma de materia que no emite luz ni energía, pero que ejerce una fuerza gravitacional. Es decir, aunque no la podemos ver, podemos detectar su presencia porque “tira” de los objetos visibles, como las estrellas y las galaxias, manteniéndolas unidas y evitando que se desintegren. La materia oscura representa aproximadamente el 20% del universo, mientras que la materia visible es solo el 5%.

Por otro lado, la energía oscura no tiene efecto “atractivo” como la gravedad; al contrario, parece tener un efecto “repulsivo”. Si bien la materia oscura mantiene unidas a las galaxias y evita que se desintegren, la energía oscura hace lo opuesto: impulsa al universo a expandirse. La energía oscura ocupa la mayor parte del universo, alrededor del 70%, y se distribuye de forma uniforme en todo el espacio. Así, mientras que la materia oscura actúa como un “pegamento” cósmico, la energía oscura actúa como una fuerza expansiva, generando una tensión constante que está impulsando a todo a separarse.

La energía indetectable

Unas de las preguntas más intrigantes son: si la energía oscura es tan abundante, ¿dónde está? Y, ¿por qué no podemos detectarla con nuestros telescopios? A diferencia de la materia visible, que emite o refleja luz, la energía oscura no interactúa con la luz en absoluto. Es completamente invisible y no se detecta a través de los métodos tradicionales de observación. De hecho, hasta ahora, la única razón por la que sabemos que existe es debido a sus efectos en la expansión del universo. Es como si estuviéramos observando las olas en un lago y viendo que algo las mueve, aunque no podamos ver directamente la causa de esas olas.

En teoría, la energía oscura está en todos lados, ocupando el espacio vacío entre las galaxias e incluso entre las partículas de átomos. Pero al no interactuar con las fuerzas conocidas ni con la luz, no tenemos forma directa de “verla”. Sin embargo, su efecto es constante y, hasta ahora, parece estar presente en todos los rincones del cosmos.

Curiosidades y el futuro de la energía oscura

La energía oscura plantea muchas preguntas sin responder, y algunos científicos creen que comprenderla podría ser la clave para entender el destino final del universo. Por ejemplo, si la energía oscura sigue impulsando la expansión del universo indefinidamente, podría llegar un momento en que las galaxias estén tan lejos unas de otras que el cielo nocturno quede prácticamente vacío de estrellas. Algunas teorías incluso sugieren que la expansión podría volverse tan intensa que, en un futuro lejano, separaría las estrellas y los planetas, e incluso los átomos, en lo que los científicos llaman el “Big Rip” o “Gran Desgarramiento”.

Otra pregunta muy repetida es si esta energía tiene algo que ver con las leyes fundamentales de la física. Tal vez la energía oscura esté relacionada con la llamada “energía del vacío“, una energía mínima que existe incluso en el espacio vacío, según predice la física cuántica. O quizás se trate de algo completamente desconocido que requiera una revisión de las teorías actuales. Hasta ahora, sin embargo, la verdadera naturaleza de la energía oscura sigue siendo uno de los misterios más profundos del universo.

Fuente: National Geographic

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