Mundo, 21 nov 2024 (ATB Digital).- La vida salvaje está plagada de ejemplos estrambóticos de especies que han evolucionado de la manera más inverosímil. Por ejemplo, los ajolotes, unas criaturas equipadas con branquias que les permiten respirar debajo del agua aunque no son peces, sino anfibios. También los sifonóforos, unos cnidarios similares a medusas que en realidad no son más -o menos- que la agrupación de pequeñas criaturas que forman una colonia flotante.
Pero de todos los animales extraños que pueblan el planeta, hay uno que sin duda se lleva el premio de una de las criaturas más insólitas del mundo: el ornitorrinco: un mamífero con pico de pato que pone huevos y que amamanta a sus crías a pesar de no tener mamas. Es uno de los pocos componentes de un extraño grupo de mamíferos placentarios que evolucionaron de manera muy distinta al resto.
Ornitorrincos, un mamífero con pico de pato
No es un ave, pero su hocico se parece al pico de un pato. No tiene dientes, pero los machos cuentan con un espolón venenoso. Pone huevos, pero amamanta a sus crías. El ornitorrinco es un animal tan extraño que los occidentales tardaron siglos en descubrirlo. No fue hasta el siglo XIX que se documentaron los primeros ejemplares de estos éramos mamíferos endémicos de Australia y Tasmania.
De hecho, muy poca gente conocía la existencia de estos extraños animales hasta que National Geographic publicó en 1929 un completo reportaje en el que se afirmaba que “Los primeros colonos de Australia conocieron a los ornitorrincos, que resultaron ser toda una paradoja: un pico de pato, un pelaje en lugar de plumas, cuatro patas en lugar de dos, espolones venenosos en la extremidad posterior del macho, la hembra poniendo huevos para incubar y criando a las crías”, una auténtica rareza que, sin embargo, no impedía que Charles H. Holmes, el redactor firmante del artículo, propusiera distintos modos de criar a estos animales en cautividad, algo que, sin embargo, nunca se ha conseguido llevar a cabo de forma efectiva.
Y es que el ornitorrinco es un animal perfectamente adaptado a un modo de vida semiacuático muy difícil de reproducir en entornos controlados. Por ejemplo, presenta un cuerpo aerodinámico y una cola ancha y plana cubierta de un denso pelaje impermeable que le es extraordinariamente útil como aislamiento térmico. Sus extremidades delanteras, cortas y palmeadas, les sirven para propulsarse por el agua, mientras que sus patas traseras hacen las veces de timón. Estas no son las únicas excentricidades: detrás de su característico pico se encuentran unas ranuras que esconden sus orejas y ojos, que cierran cuando se sumerge.
Un conservacionista sostiene a dos crías de ornitorrinco. A pesar de ser unos animales ovíparos que carecen de glándulas mamarias, amamantan a sus crías con unas glándulas que tienen en su abdomen.
Por si eso fuera poco, también utilizan su cola para almacenar reservas de grasa. Además, los machos tienen un espolón venenoso en las patas que convierten a estos animales en uno de los pocos mamíferos venenosos que existen.
Los ornitorrincos, parecidos a una mezcla entre una nutria y un castor, solo prosperan en Tasmania y en el este de Australia, generalmente cerca de cursos de agua, donde se alimentan de invertebrados, así como de pequeños peces que viven en el fondo marino. Además de extraños, son bastante difíciles de encontrar, sobre todo porque se alimentan al atardecer, mientras que durante el resto del día se refugian en madrigueras excavadas en las orillas.
Más allá de su aspecto imposible, obliga preguntarse por su evolución ¿De dónde procede un animal tan extraño? ¿Existe alguna especie similar? Aunque parezca imposible, los ornitorrincos no son los únicos mamíferos que ponen huevos. Lo hacen todos los monotremas, un orden de mamíferos con rasgos primitivos que han conservado las características reptilianas, entre ellas, la reproducción ovípara (propia de reptiles y aves), y la presencia de cloaca, un único orificio en el que se encuentra el tracto digestivo, urinario y reproductor. Como los reptiles, ponen huevos en lugar de parir crías vivas, pero igual que otros mamíferos, tienen un solo hueso en la mandíbula inferior, presentan un alto índice metabólico. Además, tienen pelo y producen leche.
¿Cómo llegaron hasta allí? Hace años una investigación concluyó que este orden se separó de los terios, la subclase de mamíferos a la que pertenecen los marsupiales y los placentarios –entre los cuales nos encontramos los humanos, a partir de un ancestro común que vivió hace 180 millones de años, en el período jurásico, que desarrolló la capacidad de producir leche que conservamos el resto de los mamíferos–.
Equidnas: entre un ave y un erizo
Como hemos comentado, los ornitorrincos no están solos en esta extraña clasificación, a la que también pertenecen los equidnas, nombre con el que se conoce a los mamíferos de la familia Tachyglossidae. Se parecen a un erizo o a un oso hormiguero, pero más allá de las apariencias, poco tienen de unos y de otros. Comen y respiran a través de un pico en forma de tubo que sobresale de su cuerpo espinoso, del que destacan unos ojos saltones, que esconden una boca diminuta.
Curiosamente, uno de los primeros documentos escritos que se tiene de estas extrañas criaturas es una descripción del mismísimo William Blight, capitán de la Bounty, el célebre carguero de la Marina Británica en el que se produjo el legendario motín que tanto ha inspirado a la literatura y el cine.
Años más tarde, a finales del siglo XIX, durante la larga travesía que los condujo hasta Tahití, el navegante hizo escala en Tasmania, donde uno de los oficiales del barco cazó un animal que describió como “una especie de perezoso del tamaño aproximado de un cochinillo asado con una trompa de cinco a siete centímetros de longitud […] En el dorso tenía cortas púas como las del puercoespín […] “. Lamentablemente, no tuvieron demasiado tiempo de estudiarlo, pues lo asaron y se lo comió junto al resto de la tripulación.
Sin embargo, más allá de su aspecto, una de las características más peculiares de estos mamíferos ovíparos es su modo de reproducción. Una de las cuatro únicas especies que viven en la actualidad, el equidna de hocico corto, se aparea de una forma singular: primero, una caravana de machos sigue de cerca a una hembra. Si ella está receptiva, el vencedor se entregará al cortejo, un proceso largo y tortuoso en el que pueden llegar a perder hasta una cuarta parte de su peso.
Pero la fiesta no acaba aquí, pues la segunda fase de la reproducción, cavarán una zanja en el suelo del que expulsarán a sus rivales a empujones. Una vez entran en contacto con las hembras, copularán con ellas sirviéndose de un pene retráctil de cuatro cabezas, de las cuales solo utilizan dos. Un arduo trabajo que puede llevar hasta tres horas. ¿Por qué tienen un pene cuádruple? Es una pregunta que todavía desconcierta a la comunidad científica. Es posible que les sirva para maximizar sus opciones reproductivas. Para los equidnas, es mejor pecar en exceso.
FUENTE: MEDIOS INTERNACIONALES