Un 4 de diciembre de 2011, el mundo del fútbol perdió a uno de sus más grandes exponentes: Sócrates Brasileiro Sampaio de Souza Vieira de Oliveira, conocido simplemente como Sócrates. El futbolista brasileño, reconocido por su talento, su estilo de juego elegante y su carácter revolucionario, falleció a los 57 años en São Paulo debido a complicaciones derivadas de problemas de salud relacionados con su consumo de alcohol. La noticia de su muerte conmocionó a Brasil y al mundo entero, dejando una huella imborrable en la historia del fútbol.
Sócrates, quien fue uno de los íconos de la selección brasileña en la década de 1980, dejó un legado tanto dentro como fuera de los campos. Recordado principalmente por su paso por el Corinthians, Sócrates fue uno de los principales impulsores de la “Democracia Corintiana”, un movimiento que promovía la participación democrática de los jugadores en las decisiones del club. Esta corriente, que marcó un antes y un después en la historia del fútbol, se convirtió en un símbolo de lucha por la libertad y la justicia dentro de un deporte profesional.
A nivel internacional, su nombre quedó grabado en la memoria colectiva con su participación en las Copas del Mundo de 1982 y 1986. Especialmente en 1982, Sócrates formó parte de una de las selecciones más recordadas de la historia, que, aunque no logró alzarse con el título, fue admirada por su juego alegre, ofensivo y lleno de magia. Junto a otras figuras de la talla de Zico y Falcão, Sócrates ofreció un espectáculo futbolístico que sigue siendo motivo de admiración.
Fuera de los terrenos de juego, Sócrates se distinguió por su personalidad única. Conocido por su rebeldía, su amor por la filosofía y la literatura, y su crítica al sistema político de su país, se convirtió en un referente de la libertad de expresión. Su actitud desafiante hacia las convenciones sociales y su activismo político lo hicieron destacar aún más en una época en la que el fútbol brasileño vivía momentos de tensión política y social.
Hoy, 4 de diciembre, se recuerda con cariño y respeto a uno de los grandes futbolistas que jamás haya existido. Aunque su vida se truncó prematuramente, el legado de Sócrates permanece intacto en el corazón de los amantes del fútbol. Su nombre sigue siendo sinónimo de arte en el campo, de lucha por la democracia y de la capacidad del deporte para cambiar el curso de la historia.