Oruro, 19 de dic 2024 (ATB Digital).- Indignación y molestia son los sentimientos que expresan los pobladores de Uru Chipaya, en Oruro, ante el robo de parte de antisociales de dos campanas de la iglesia Santa Ana.
No solo se las usaba para llamar a las misas, también para convocar a reuniones o anunciar la muerte de algunas personas, señalan los compungidos comunarios.
Más allá de sus funciones, las campanas son una reliquia que datan de hace más de 300 años. Es una herencia de sus ancestros.
El robo ocurrió la noche del martes. Las autoridades originarias denunciaron el hecho ante la Policía de la provincia Sabaya; sin embargo, se negaron a investigar.
“Se llevaron dos campanas. Estamos muy molestos y tristes. Hemos hecho esta publicación porque la Policía no quiere venir a investigar”, dijo una autoridad originaria que denunció el hecho a través de las redes sociales.
El padre Rolando, párroco de la iglesia, hizo un llamado a quienes se llevaron las campanas a que las devuelvan, ya que tienen un valor cultural e histórico para los comunarios y para la misma región.
“A las personas que se han llevado las campanas de la iglesia en el silencio de la noche, les rogamos que nos devuelvan, también dejen en el silencio de la noche. Es un ultraje a la cultura Uru Chipaya, una ofensa. Estamos tristes y preocupados porque se llevaron la voz del pueblo”, expresó el párroco.
Otra autoridad advirtió que en caso de que no devuelvan las campanas recurrirán a sus usos y costumbres.
“Somos descendientes de las chullpas y vamos a recurrir a nuestros ancestros si es que en 24 horas no nos devuelven nuestras campanas”, advirtió.
CREENCIAS
De acuerdo con las creencias, cuando alguien roba animales, objetos o dinero puede advertir al o a los ladrones que revisen su conducta y devuelvan los bienes ajenos.
Cuando el daño no es reparado, las víctimas acuden al yatiri (sabio del pueblo cuyo poder de comunicación con los ancestros busca establecer la vida alejando a los males y a las desgracias). Éste lleva una calavera del cementerio de la capilla de los muertos o del camposanto, en cuyo interior se guardan los huesos de los ancestros.
El cráneo de uno de ellos es llevado hasta el sitio donde ocurrió el delito. Durante tres días el yatiri y las víctimas conversan con el t`ojlu «tatarabuelo, nuestras cosas se han perdido, tú sabes quién es el ladrón; haz que se arrepienta y devuelva».
Durante esos días, se atiende con mucha confianza y cuidado el cráneo. Lo rodean de pastereos y tablillas de los difuntos (elementos rituales que simbolizan la presencia de los antepasados invocados), de incienso, de copal, de k`oa (mesa ritual) y de velas.
De esa manera, se dice que el difunto invoca al espíritu del malhechor para que devuelva. Los que se arrepienten dejan los objetos en el patio o cerca de la vivienda, pero los que se resisten y no lo hacen no pueden dormir en la noche, padecen de enfermedades y mueren de tanto sufrimiento.
El pueblo Uru Chipaya se encuentra ubicado al Sud Oeste del departamento de Oruro, a 220 kilómetros de esta ciudad, en la provincia Sabaya.
Fuente: La Razón