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El origen de las matemáticas y su vínculo con el ciclo menstrual: ¿un calendario prehistórico?

El origen de las matemáticas y su vínculo con el ciclo menstrual: ¿un calendario prehistórico?

Mundo, 23 de dic 2024 (ATB Digital).- Hace algo más de 22000 años, uno de nuestros antepasados de la actual República Democrática del Congo tomó un peroné de babuino y comenzó a hacerle marcas. Una vez finalizó su obra, le colocó una piedra de cuarzo afilada en un extremo y, desde entonces, desconocemos los usos que se le dieron

Lo que sí que podemos saber es que, 22000 años después, a mediados de la década de 1950, el geólogo Jean de Heinzelin descubrió dicho hueso en una excavación cercana al río Semliki, y supondría una revolución para lo que conocemos de nuestros antepasados. Lo bautizarían como El hueso de Ishango

Casi dos décadas después, en la cordillera Lebombo, situada cerca de la frontera entre Sudáfrica y el Reino de Esuatini aparecería otro hueso de babuino, todavía más antiguo y con marcas similares. Ambos huesos, separados por unos 3000 kilómetros de distancia y casi 20000 años (el hueso de Lebombo se ha datado entre 42000 y 43000 años de antigüedad) parecían creados con un propósito. Ahora bien, averiguar cuál ya es un tema mucho más complejo. 

Las matemáticas del paleolítico 

No se trataba de un hallazgo demasiado extraño per se. En un gran número de yacimientos africanos es habitual encontrar huesos marcados por nuestros antepasados. Por lo general, los paleontólogos habían asumido que se trataba de instrumentos de talla decorativos, pero la disposición de los huesos de Ishango y Lebombo parecía demasiado compleja, por lo que hizo saltar las alarmas. 

En el caso del hueso de Lebombo, se pueden observar 29 marcas, aproximadamente el tiempo que ocurre entre una luna nueva y la siguiente. Por ello, se especuló que podría tratarse de un calendario lunar. Ahora bien, otra hipótesis que comenzó a cobrar fuerza es que se tratara de un calendario de la menstruación. Y es que no es descabellado pensar que el hueso fuese tallado por una mujer que estaba siguiendo los días desde una menstruación hasta la siguiente. Ahora bien, para ello se necesitarían otras pruebas con las que dotar de un contexto al instrumento y, lamentablemente, no se han encontrado hasta la fecha. 

En la actualidad, gracias a la big data procedente de las aplicaciones de seguimiento del ciclo menstrual se ha estimado que el ciclo es mucho más variable de lo que se pensaba. Actualmente se considera normal una menstruación con una duración entre 25 y 31 días, con una mediana situada aproximadamente en los 29 días. Estos datos podrían ser similares a los de hace dos decenas de milenios, pero no es posible conocerlo con certeza. Sin embargo, aunque estas pruebas van en contra de la hipótesis de la menstruación, también hay argumentos a favor. 

Asegurar la supervivencia 

Predecir las menstruaciones y, por ende, la ventana en la que podría darse un embarazo era un hecho que podría ser cuestión de vida o muerte. En las comunidades y tribus nómadas, las mujeres embarazadas o con bebés lactantes podrían tener dificultades a la hora de realizar los desplazamientos. Por tanto, controlar cuándo las probabilidades de embarazo eran menores y programar los desplazamientos para entonces era de vital importancia para garantizar la supervivencia de todas las miembros del grupo. 

Una gran defensora de esta hipótesis fue la etnomatemática estadounidense Claudia Zaslavsky que, tras examinar detenidamente los huesos de Lebombo y de Ishango conjeturó que su función era claramente menstrual. Como ya hemos comentado, en el hueso de Lebombo las 29 marcas representarían los días del ciclo, pero ¿y en el de Ishango, que cuenta con 168 muescas? 

En este caso es algo más complejo, pero según Zaslavsky, la clave está en la agrupación de las muestras. En total, las marcas están despuestas en varios grupos y agrupadas en 3 columnas. Dos de las columnas cuentan con 60 muescas, y una tercera con 48, que podría representar un total de 6 ciclos de 28 días. Sin embargo, otros estudiosos tienen una visión algo distinta de la funcionalidad de este hueso. 

Matemáticas complejas 

Analizando las muescas por columnas, las agrupaciones tampoco parecen casuales. En la columna de la izquierda se pueden observar los números primos entre el 10 y el 20. En la columna derecha se pueden encontrar los números 9, 11, 19 y 21. Y por último, en la columna central se ven el 3, el 6, el 4, el 8, el 10 y el 5, en ese orden, además de 5 y 7. Por tanto, matemáticos como Chukwunyere Kamalu infieren que se trata de una de las primeras nociones de comprender cómo funcionan los números primos y de operaciones aritméticas como la multiplicación y la división. 

Según Kamalu y otros autores, los números de la columna central muestran a una persona tratando de multiplicar y dividir. 3 multiplicado por 2 es 6, 4 multiplicado por 2 es 8 y 10 dividido por dos es 5.  Después, el 5 y el 7 serían los números primos que continuarían en la siguiente serie, la que contiene todos los primos entre el 10 y el 20. Por último, los números de la columna de la izquierda mostrarían cómo sumándole una cifra al número 10 se obtiene un primo y, restándosela al 20 también.

Representación de las marcas que se pueden observar en el hueso de Ishango. En este artículo, la fila (a) equivale a la derecha, la fila (b) a la izquierda y la fila (c) a la central.

Con estas pruebas, los investigadores creen que las civilizaciones de la época eran mucho más inteligentes de lo que se suele mostrar. Es decir, que tenían las herramientas necesarias para desarrollar un pensamiento matemático abstracto y entender las relaciones entre los números. De confirmarse, supondría un enorme cambio en la comprensión que tenemos de las civilizaciones neolíticas, y desplazaría en varios milenios el supuesto descubrimiento de las propiedades de los números primos. Pero al principio de la frase anterior está la clave: “De confirmarse”. 

No había cajas fuertes hace 20000 años 

La cantidad de huesos tallados que han llegado hasta nuestros días es minúscula y, en la mayoría de los casos, se encuentran altamente fragmentados y sin posibilidad de darles un contexto o una datación exacta. Es decir, podemos imaginar en qué podrían emplearse, pero no saberlo a ciencia cierta hasta que se descubra un yacimiento en el que se muestre de una forma clara uso del objeto. Por ello, un gran número de objetos prehistóricos han caído bajo el paraguas de “objeto ceremonial” o de “objeto decorativo”. 

Respecto a los huesos de Lebombo e Ishtango, las hipótesis que se plantean como calendarios o como objetos matemáticos son igual de válidas hasta que se presenten más pruebas. En ambos casos estas explicaciones ayudarían a comprender de dónde venimos y cómo evolucionó nuestro pensamiento como especie. Sin embargo, no podemos asegurar que sean reales, puesto que los relatos están construidos bajo el prisma de la actualidad. Por ello, menstruación u operaciones complejas, el nacimiento del pensamiento matemático continuará, al menos de momento, siendo un misterio. 

FUENTE: MEDIOS INTERNACIONALES

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