Mundo, 22 de ene 2025 (ATB Digital).- Como única mujer de un equipo de 49 científicos liderado por Enrico Fermi, Leona Woods participó en la creación del primer reactor nuclear de la historia, el Chicago Pile-1.
Una madre y 48 padres. Ese es el origen al que se remonta el primer reactor nuclear de la historia, el Chicago Pile-1. Bajo la dirección del gran Enrico Fermi, Leona Woods se alzó con ese puesto privilegiado como, no solo el único integrante femenino del grupo, sino que la persona más joven del equipo, marcando así la historia de la física y sentando las bases para que muchas otras mujeres pudieran alcanzar, posteriormente, puestos como el suyo.
LA “DESARMADORA” DE RELOJES
Leona Harriet Woods nació el 9 de agosto de 1919 en Illinois, en el seno de una familia asentada que daba gran importancia a la educación, la cultura y el saber. Por ello, desde bien pequeña, Leona estuvo rodeada de libros y estímulos, lo que la ayudó a desarrollar una gran pasión y curiosidad por entender el mundo que la rodeaba. Por ejemplo, mientras otros niños jugaban y corrían por las calles, ella solía quedarse en casa con el propósito de desarmar relojes y otros trastos para entender cómo funcionaban.
Así fue que, con tan solo 14 años, Leona se graduó prematuramente en la escuela secundaria. Pero, lejos de quedarse ahí, siguió destacando por encima de todos los demás cuando, a esa misma edad, aprobó su examen de acceso a la Universidad y, solo cuatro años después, consiguió graduarse en Ciencias Químicas en la Universidad de Chicago. Leona tenía solo 18 años, pero muchas de las mentes más brillantes del momento ya la tenían en su punto de mira.
De hecho, no tuvo ningún problema cuando, a la hora de comenzar con sus estudios de posgrado, pidió que estos fueran tutelados por el ganador del Premio Nobel de Física de 1925, James Franck. Este era un puesto cotizado sí, pero la determinación y la reputación de Leona fueron suficientes para que el científico aceptase y ella se embarcara en el estudio de la luz y la energía, dos de los campos con más potencial por aquel entonces.
EL CHICAGO PILE-1
Solo unos años más tarde, Leona coincidió con el laboratorio con un hombre que le cambió la vida: Enrico Fermi, un físico italiano que, por aquel entonces, ya había realizado grandes aportaciones a la cuántica. Leona se unió a su laboratorio sin dudarlo y comenzó a adentrarse en el campo de la física nuclear, a la vez que entre ambos se formaba una cercana amistad. De hecho, tan de buena fue esta relación que, en 1942, cuando Fermi fue llamado a dirigir el ambicioso proyecto de construir el primer reactor nuclear, no dudó en elegir a Leona como una parte indispensable de su equipo.
Así, con solo 23 años, Leona se incorporó al proyecto que marcaría un punto de inflexión en la física, el Chicago Pile-1, al demostrar, por primera vez, que era posible mantener una reacción nuclear en cadena de forma autosostenida. En total, Enrico Fermi convocó a 49 científicos para dirigirlos en el largo camino, siendo Leona la única mujer y la persona más joven que formaba parte de ese equipo. No obstante, lejos de acomplejarse, Woods no tardó en hacerse notar por su brillantez.
Fueron meses de trabajo y de muy poco descanso pero, a finales del año 1942, el equipo logró, finalmente, que el Chicago Pile-1 alcanzara la criticidad y generase una reacción nuclearcontrolada. En todo ello, Leona tuvo un papel clave, encargándose de la supervisión de los instrumentos que medían la radiación, garantizando así que el reactor funcionaba de la forma más segura y eficiente posible.
EL PROYECTO MANHATTAN
Ahora bien, en el marco de todo el Proyecto Manhattan, el éxito del Chicago Pile-1, fue solo el comienzo de algo mucho más grande. Este pequeño y humilde reactor, solo sentó las bases para la creación y desarrollo de sistemas mucho más complejos y sofisticados, con la capacidad de producir plutonio, uno de los materiales clave para la construcción de armas nucleares.
Por ello, cuando el equipo de Fermi dio finalizada su labor, Woods continuó con su trabajo en el Laboratorio Metalúrgico de la Universidad de Chicago, donde se dedicó a investigar la optimización de la producción de plutonio, garantizando así la seguridad y la funcionalidad de todos los reactores diseñados en el proyecto Manhattan.
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Allí pasó los años de guerra, colaborando en la labor científica y de investigación. Al término de esta, en el año 1945, Leona continuó su carrera trasladándose primero a la Universidad de Nueva York y posteriormente a la de Colorado y a la de California, donde terminó por especializarse en física de altas energías, en astrofísica y en cosmología. Destaca en sus últimos años su pasión por la investigación de métodos de estudio del cambio climático, donde desarrolló el uso de proporciones de isótopos en los anillos de los árboles.
Fuente: Medios Internacionales