Mundo, 19 de feb 2025 (ATB Digital).- En el año 2006, una niña de tan solo cuatro años ingresó al Texas Children’s Hospital de Houston con un diagnóstico devastador: un cáncer agresivo de células nerviosas que se había extendido a sus huesos. Los tratamientos convencionales no habían logrado frenar la enfermedad, y las probabilidades de supervivencia eran mínimas.
Sin embargo, en lugar de rendirse ante lo inevitable, los médicos decidieron probar una terapia experimental que, en aquel entonces, parecía más ciencia ficción que realidad.
Casi veinte años después, aquella niña se ha convertido en una mujer adulta, madre de dos hijos, y su cáncer sigue sin reaparecer. Su caso, publicado en Nature Medicine, representa la remisión más prolongada registrada tras un tratamiento con células inmunitarias modificadas, conocidas como células CAR-T.
Así pues, este hito no solo marca un antes y un después en la oncología pediátrica, sino que también aviva la esperanza de que la terapia CAR-T pueda ser efectiva contra tumores sólidos, una frontera aún difícil de conquistar.
La revolucionaria terapia CAR-T
Desde que esta niña fue tratada en 2006, la terapia CAR-T ha demostrado ser revolucionaria en algunos cánceres hematológicos, como la leucemia. Desde 2017, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha aprobado siete tratamientos basados en esta tecnología, y varios pacientes han permanecido libres de cáncer durante más de una década. Sin embargo, replicar este éxito en tumores sólidos, como el neuroblastoma, ha sido un desafío constante para los investigadores.
La terapia CAR-T se basa en la ingeniería de células inmunitarias para que reconozcan y ataquen a las células cancerosas. Para ello, los científicos modifican los linfocitos T del paciente añadiéndoles un receptor especial —el receptor de antígeno quimérico (CAR, por sus siglas en inglés)— que les permite identificar proteínas específicas en la superficie de las células malignas. Una vez reintroducidos en el cuerpo, estos linfocitos T mejorados actúan como soldados de élite, buscando y destruyendo el cáncer.
Cuando el estudio del Texas Children’s Hospital comenzó en 2004, la terapia CAR-T aún era vista con escepticismo. Los resultados iniciales del ensayo fueron prometedores, aunque no concluyentes. De los once niños que presentaban tumores en el momento del tratamiento, solo tres lograron una remisión completa. En uno de ellos, la enfermedad regresó; otro dejó de acudir a sus chequeos anuales, y el tercero, la paciente protagonista de este estudio, sigue sin rastro de cáncer casi dos décadas después.
Además, otros ocho niños participaron en el ensayo sin tener tumores visibles al momento del tratamiento. De estos, cinco habían recaído tras responder previamente a terapias convencionales, y tres tenían un alto riesgo de recaída. En su última revisión, realizada entre 10 y 15 años después del tratamiento, cinco de estos ocho pacientes seguían libres de la enfermedad.
Este escenario plantea una pregunta crucial: ¿fue la terapia CAR-T la que erradicó el cáncer, o estos pacientes ya estaban en camino a la curación antes de recibir el tratamiento? Los datos sugieren que vale la pena explorar el uso de CAR-T en pacientes con enfermedad residual mínima, una estrategia que hasta ahora ha sido poco utilizada en ensayos clínicos.
El caso de esta paciente que ha permanecido en remisión durante 19 años es un recordatorio del inmenso potencial de la terapia CAR-T y de la posibilidad real de transformar la manera en que enfrentamos el cáncer. Aunque el camino hacia una cura definitiva sigue siendo incierto, historias como esta demuestran que la medicina sigue desafiando los límites de lo imposible.
FUENTE: MEDIOS INTERNACIONALES