El 11 de marzo de 2011, Japón vivió uno de los desastres naturales más devastadores de su historia. A las 2:46 p.m. hora local, un terremoto de magnitud 9.0 sacudió la costa noreste del país, generando un tsunami de grandes dimensiones que arrasó con comunidades enteras. Este terremoto se convirtió en el más fuerte jamás registrado en Japón y en el cuarto más potente del mundo desde que se tiene registro. Las fuerzas de la naturaleza se desataron con una violencia sin precedentes, dejando una huella imborrable en el país.
Las cifras de la tragedia son impactantes. En total, 15.836 personas perdieron la vida debido al terremoto y al posterior tsunami. Además, unas 8.400 personas siguen desaparecidas, lo que resalta la magnitud de la destrucción. Las imágenes de olas gigantes arrasando con todo a su paso quedaron grabadas en la memoria colectiva, mientras miles de familias se vieron separadas por la tragedia. Las autoridades lucharon por coordinar el rescate y la asistencia a los sobrevivientes en un contexto extremadamente difícil.
Además de las pérdidas humanas, el terremoto dejó graves consecuencias materiales. La infraestructura de varias regiones quedó completamente destruida y los daños económicos fueron incalculables. Las ciudades costeras, como Sendai, quedaron sumergidas bajo el agua, y la infraestructura de transporte, incluidos puentes y carreteras, fue severamente afectada. La reconstrucción de estas áreas tomó años, con Japón demostrando su capacidad de resiliencia y recuperación ante una tragedia de tal magnitud.
Uno de los efectos más alarmantes del desastre fue la crisis nuclear en la planta de Fukushima. El terremoto y el tsunami causaron una falla en el sistema de refrigeración de los reactores nucleares, lo que llevó a una fuga radiactiva. Esto generó preocupaciones a nivel global sobre los riesgos de la energía nuclear. A pesar de los esfuerzos por contener la crisis, el incidente marcó un cambio en la política energética de Japón y del mundo, avivando el debate sobre la seguridad y el futuro de las plantas nucleares. Este 11 de marzo de 2011 sigue siendo una fecha que convoca al recuerdo y la reflexión, tanto por la tragedia vivida como por las lecciones aprendidas.