Mundo, 18 de marzo 2025 (ATB Digital).- Sin duda, la historia está llena de grandes inventores. Desde Leonardo da Vinci hasta Thomas Edison, todos estos soñadores consiguieron darle forma gracias a su incesante curiosidad, a su potente ingenio y a su perseverancia. No obstante, a lo largo de los años, han existido ciertos inventores que pusieron a prueba sus propias creaciones, confiando en que estos funcionarían perfectamente, pero que, lamentablemente, terminaron siendo víctimas de sus propios inventos.
FRANZ REICHELT Y SU SALTO DESDE LA TORRE EIFFEL
Franz Reichelt no era alguien que se hubiera creado en un entorno científico. De hecho, ni siquiera tenía tal formación. No obstante, sí tenía un gran sueño: Franz era un sastre austríaco con la idea de crear un traje-paracaídas que permitiera a los aviadores aterrizar sanos y salvos en caso de accidente. Con la motivación de ver su fantasía convertirse en realidad, pasó años perfeccionando su diseño y confiando en su trabajo, decidió probarlo él mismo para demostrar su eficacia.
Así, el 4 de febrero de 1912, con un traje voluminoso y al que, definitivamente, le faltaban pruebas, subió a la Torre Eiffel. Había asegurado a sus familiares, a los medios y a las autoridades que primero lo probaría con un muñeco, pero en el último momento, decidió lanzarse él mismo. Pero, para desgracia de Franz, el traje todavía no estaba listo: cientos de periodistas observaron en primera persona cómo el paracaídas no se abrió y cómo Reichelt perdió la vida en el acto.
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THOMAS ANDREWS, EL DISEÑADOR DEL RMS TITANIC
Thomas Andrews había nacido a finales del siglo XIX y era un arquitecto naval completamente apasionado por tu trabajo. De hecho, quizás tu nombre te suene familiar. Y no es para menos: Thomas fue el diseñador del Titanic, es decir, el encargado de cada detalle del lujoso transatlántico y el primero en afirmar que en buque era, prácticamente, indestructible. Sin embargo, la fatídica noche del 14 de abril de 1912, todo cambió. Cuando el Titanic chocó contra un iceberg, Andrews decidió no correr directamente a salvarse. En su lugar, se lanzó a ayudar a las mujeres y a los niños a bordo a subir a los botes salvavidas, asegurándose de que el máximo número de pasajeros sobrevivieran. Se dice que Thomas fue visto por última vez en la sala de fumadores de primera clase, observando en silencio un cuadro. No obstante, su cuerpo nunca fue recuperado, pero su historia quedó para siempre en la historia de la navegación.
THOMAS MIDGLEY Y SU TRAMPA MORTAL
Thomas Migley fue un ingeniero brillante: aunque su nombre no te resulte conocido, seguro que reconoces algunos de sus inventos, como la gasolina con plomo o los primeros refrigerantes. Sin embargo, su historia tomó un giro completamente trágico cuando, a los 51 años, contrajo polio. Y, aunque Thomas sobrevivió a la enfermedad, quedó severamente discapacitado.
Pero, haciendo obra de su ingenio y con el objetivo de poder moverse sin ayuda, decidió diseñar un complejo sistema de cuerdas y poleas que le permitía moverse de la cama de forma autosuficiente. No obstante, no todo salió como Thomas imaginó. Aunque el sistema funcionó bien por algún tiempo, el 2 de noviembre de 1944, su propia invención le jugó una mala pasada: accidentalmente se enredó en las cuerdas y falleció estrangulado. Un hombre que había cambiado el mundo con sus ideas, terminó atrapado por su propia creación.
EL ÚLTIMO VUELO DE AUREL VLAICU
De origen rumano y todo un pionero en el mundo de la aviación, Aurel Vlaicu revolucionó los primeros años del siglo XX con sus creaciones. En solitario, Aurel diseñaba sus propios aviones, soñando con ascender lo máximo posible y superar en altitud todos los vuelos sucedidos hasta el momento. No obstante, cuando en 1913 decidió cruzar los Montes Cárpatos con su nueva aeronave para demostrar sus avances tecnológicos, las cosas no salieron como él planeó.
Durante este trayecto, algo salió mal. El avión de Auerl, conocido como Vlaicu II, se estrelló en medio de la cordillera, acabando con la vida de su creador y único pasajero. Sin duda, la pasió de Vlaicu por volar y su deseo de innovar le costaron la vida, convirtiéndolo al mismo tiempo en una leyenda de la aviación.
EL TRÁGICO DESTINO DE CHARLES JUSTICE
Charles Justice, casi haciendo nombre de su apellido, no tuvo muy buena relación con la justicia durante su vida. Condenado por asesinato a estar recluido en la prisión de Ohio, encontró un hobby en la reparación y mejora de ciertos elementos de la cárcel. Curiosamente, una de sus grandes obras fue la silla eléctrica: Charles se dio cuenta de que las cintas y el respaldo de cuero del artefacto no eran lo suficientemente eficientes, por lo que dirigió la construcción de una silla nueva que aumentase la eficiencia del proceso mediante el uso de metal.
Irónicamente, años después, el 9 de noviembre de 1911, se encontró atado a la misma máquina que él había construido. Condenado a muerte por asesinato, Justice fue ejecutado en la silla que llevaba su nombre, recordando que, a veces, el destino tiene una manera cruel de cerrar el círculo.
MARIE CURIE Y EL PRECIO DE LA INVESTIGACIÓN
El nombre de Marie Curie es, probablemente, uno de los más conocidos de la historia de la ciencia. Durante sus años en activo, Marie revolucionó la química y la física con sus descubrimientos en el campo de la radiactividad: sus estudios con elementos como el radio y el polonio le valieron dos premios Nobel, pero en aquel entonces todavía se desconocían los efectos nocivos de la radiación.
Después de años de gran exposición a materiales radiactivos sin protección, su salud se deterioró gravemente sin que nadie fuese consciente de la razón que se escondía detrás de ello. Finalmente, en 1934, Marie murió de anemia aplásica, causada por la radiación. Aunque su sacrificio fue enrome, su legado sigue vivo y sus contribuciones cambiaron el mundo para siempre.
EL EXPERIMENTO MORTAL DE ALEKSANDR BOGDÁNOV
Aleksandr Bogfánov era un médico y científico que creía haber encontrado el secreto de la eterna juventud: las transfusiones de sangre. Lejos de su aplicación actual, Aleksandr estaba convencido de que el intercambio de sangre entre diferentes personas conseguiría detener los signos del envejecimiento. Seguro de su teoría, comenzó a experimentar en sí mismo, intercambiando sangre con varios donantes.
No obstante, en el año 1928, se realizó una transfusión con la sangre de un paciente que tenía malaria y tuberculosis. Poco después, como consecuencia de ello, cayó gravemente enfermo y falleció. Su búsqueda de la inmortalidad terminó en una trágica ironía, demostrando que jugar con la vida puede tener consecuencias fatales.
Fuente: National Geographic