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‘Pueblo Chico’: un estudio sobre el sistema universitario y otras costumbres

La Paz, 24 de marzo 2025 (ATB Digital).- A diez días de su presentación en Cochabamba, ‘Pueblo Chico’, el libro de Valeria Peredo que examina la crisis de la universidad pública boliviana a partir de la investigación etnografía y periodística, captó la atención de universitarios, docentes, profesionales e investigadores de las ciencias sociales de todo el país por los temas ‘agudos’ que aborda. Y, en charla con OPINIÓN, la autora habla sobre los hechos que la motivaron a escribirlo y lo que espera que aporte a la situación de la universidad pública en Bolivia.

P.- Para empezar quiero mencionar el nombre completo de tu libro: ‘Pueblo Chico: Etnografía de una facultad en una universidad pública en crisis (2017-2023)’, ¿cómo surgió tu interés en abordar este tema con sus particularidades de estudio? 

R.- Antes de comenzar, agradezco mucho al periódico por el interés en mi trabajo. Y respondiendo, mi interés en abordar este tema viene de dos vertientes: Por un lado, una preocupación académica profunda por comprender el estado de crisis de nuestras universidades, ya que en los últimos años, estallaron muchos escándalos protagonizados por universidades públicas bolivianas como el conflicto de la UMSS de 2015 que enfrentó a grupos armados de estudiantes a favor y en contra por una polémica resolución de titularización docente, el escándalo de Max Mendoza y sus vínculos con el partido de gobierno de turno, las malas calificaciones de nuestras universidades en los rankings académicos internacionales, las tragedias fatales de la UPEA y la Universidad Tomás Frías. Todas estas cuestiones me llevaron a explorar y describir la cultura y hábitos políticos que derivan en estos problemas tan complejos. 

No me gustaría spoilear el libro, pero observé demasiadas conductas problemáticas que quería entender o al menos visibilizar y cuestionar. Por ejemplo, el ‘tráfico de notas’, que es una forma de fraude académico en el que los centros de estudiantes les pasan las respuestas a los postulantes de distintas carreras con el fin de ganarse su lealtad para posteriormente tomar el poder de estos centros. Luego, el estilo de la docencia en la UMSS que es muy fragmentado, pues aunque había profesores muy buenos en mi carrera, eran la excepción. La gran mayoría no entregaba ni siquiera su plan de estudios y cancelaban muchas clases de manera arbitraria. También fui víctima de acoso sexual por parte de un docente, lo que naturalmente me llevó a desencantarme bastante de la institución… Al ver que estas experiencias eran tan compartidas y comunes en muchas universidades, decidí escribir este libro con el fin de cuestionar este tipo de prácticas.

P.- ¿Cuánto tiempo te tomó realizar todo este trabajo?, ¿lo hiciste completamente por tu cuenta o tuviste apoyo? 

R.- La idea del libro nació en plena pandemia de 2020, pero comencé a escribirlo formalmente el 2022. Me demoró como tres años y medio escribirlo y finalmente se publicó el pasado jueves 13 de marzo. No conté con financiamiento ni ningún tipo de apoyo institucional, pero sí recibí la retroalimentación y guía de George Komadina, Alison Spedding, Juan Cristóbal Soruco y ‘Kaise’, que me pidió usar un seudónimo por razones de seguridad, a quienes agradezco mucho por haberme acompañado en este proceso.

P.- ¿Qué fue lo más retador con lo que te topaste mientras hacías esta obra?

R.-  Un tema importante fue la constancia. No creo que escribir sea solo una pasión, es un oficio, y como tal requiere disciplina. Tuve que crearme metas concretas de escritura para terminar este trabajo y organizar la información de manera coherente, triangular y hacer que sea disfrutable su lectura para el público en general. Al final, salió un libro de 320 páginas que es entre antropológico y periodístico. Lo otro fue el proceso de retroalimentación y correcciones. Mi primer borrador tuvo agudas y críticas observaciones. Así que aprendí a cuestionar con más dureza mi propio trabajo y a adquirir una actitud más reflexiva sobre mis propias palabras, pero sin dejar de ser crítica con una cultura política tan violenta como la que tiene la universidad.

P.-¿A qué conclusiones llegaste de sumergirte en este tema y qué legado esperas que deje?

R.- El libro es el estudio de caso de la Facultad de Ciencias Sociales de la UMSS, pero creo que las conclusiones del trabajo se pueden extrapolar a lo que pasa en otras carreras y universidades, con variaciones de grado en cuanto al nivel de la crisis. Sin entrar en detalles, porque me interesa que el libro se lea, se concluye que la universidad está fragmentada y que hay una cultura política muy resistente al cambio, que el clientelismo y las expectativas gremiales de los docentes y estudiantes y los deseos de las dirigencias de usar la universidad para acrecentar su poder personal impiden cualquier reforma y generan fuertes resistencias al cambio, la crítica y al rendimiento de cuentas. 

Por el momento, parece que generó un shock, principalmente en la Facultad de Ciencias Sociales, pero si el libro incomoda al poder universitario, este se sentirá interpelado y comenzará a dar explicaciones al público en función de todas las cosas expuestas. Si es así, creo que mi trabajo habrá valido la pena.

P.- ¿Qué se viene para ti ahora en adelante?, ¿tienes más proyectos relacionados con el libro para este año?

R.- Veo que el libro está generando mucha expectativa y lecturas atentas en todos lados. Me escribieron de La Paz, El Alto, Santa Cruz y Sucre para presentarlo y me emociona mucho que haya tanta gente interesada en leerlo. Así que de momento mi principal interés es descansar para luego debatir el libro cuando las aguas se hayan calmado.

P.- Ahora para saber poco más acerca de ti, ¿a qué te dedicas actualmente?, ¿tienes pensado publicar otro libro en el futuro?

R.- Soy antropóloga, y aunque fui buena estudiante y me gustan las ciencias sociales, la realidad, como la de muchos de mis excompañeros de carrera, es que no vivo de ello. La necesidad y la curiosidad me llevaron a incursionar en el diseño de interfaces y la ciencia de datos, que es algo que también me gustan mucho, junto a los temas urbanos, tecnológicos y trabajar con organizaciones ciudadanas. Quiero seguir en ese camino y seguro que se vienen más investigaciones, solo que ya no tan polémicas como Pueblo Chico.

Fuente: Opinión

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