Mundo, 7 de abril 2025 (ATB Digital).- Una terapia desarrollada con esmero, casi artesanalmente, ha conseguido algo que hace apenas una década parecía inalcanzable: lograr que el cáncer de sangre desaparezca en más de la mitad de los 502 pacientes que han recibido este tratamiento innovador. No hablamos de una promesa futura ni de un lejano experimento clínico en otro continente, sino de una realidad palpable desde el epicentro de la investigación biomédica catalana. El alma de esta revolución tiene nombre: terapias CAR-T, una inmunoterapia celular personalizada que convierte las propias células del paciente en soldados entrenados para localizar y destruir células cancerosas.
Lo que comenzó en 2017 como un acto pionero en el Clínic-IDIBAPS, hoy se ha convertido en un programa consolidado que ha multiplicado por diez su alcance inicial, tratando a más de cien pacientes solo en el último año.
La magnitud del avance no radica únicamente en los números, aunque estos son imponentes: remisión total en el 90% de los casos de leucemia linfoblástica aguda, 60% en mieloma múltiple y 50% en linfoma no-Hodgkin. Lo extraordinario es que muchos de estos pacientes ya habían sido desahuciados por los tratamientos convencionales, tras recorrer sin éxito un camino agotador de quimioterapias y ensayos fallidos.
así funcionan las Terapias CAR-T
El descubrimiento de las terapias CAR-T representa uno de los avances más revolucionarios de la medicina moderna. Surgidas a partir de décadas de investigación en inmunología y biotecnología, estas terapias se desarrollaron con el objetivo de dotar al sistema inmunitario de una capacidad casi quirúrgica para detectar y eliminar células cancerosas.
El término CAR-T proviene de “Chimeric Antigen Receptor T-cell”, es decir, linfocitos T modificados genéticamente para portar un receptor artificial que les permite identificar de forma precisa ciertas proteínas presentes en las células malignas. Aunque las primeras investigaciones se remontan a los años 80, no fue hasta entrado el siglo XXI que los ensayos clínicos comenzaron a demostrar resultados esperanzadores, especialmente en cánceres de la sangre como la leucemia y el linfoma.
El funcionamiento de esta terapia parte de un procedimiento personalizado y complejo. Primero se extraen linfocitos T del propio paciente mediante un proceso llamado aféresis. Estas células inmunitarias se modifican genéticamente en el laboratorio para que expresen en su superficie un receptor quimérico (CAR), diseñado específicamente para identificar un marcador presente en las células tumorales.
Una vez reprogramadas, las células CAR-T se multiplican en grandes cantidades y se reinfunden en el paciente. Desde ese momento, se convierten en centinelas hiperentrenados: reconocen, atacan y destruyen a las células cancerígenas con una eficacia y especificidad sin precedentes.
Un descubrimiento en red
El motor de este éxito no ha sido únicamente el conocimiento técnico, sino una red de alianzas profundamente humanas. Desde la Fundación ”la Caixa” —cuyo compromiso financiero ha sido clave para impulsar la Unidad de Investigación en Inmunoterapia CaixaResearch— hasta el Instituto de Salud Carlos III, sin olvidar a las decenas de profesionales que, día a día, moldean cada tratamiento con precisión quirúrgica en las llamadas “salas blancas”, donde se manipulan las células del paciente en un entorno controlado y aséptico.
La descentralización del modelo, una de las grandes apuestas actuales, busca acercar aún más estos tratamientos a la población. A través de una red que ya involucra a 13 hospitales en España, se pretende reducir los tiempos de espera y acortar la distancia entre la esperanza y el paciente. El Clínic ha logrado lo que parecía un sueño reservado a los grandes centros de Estados Unidos: democratizar la inmunoterapia de precisión.
Bajo esta estrategia, el Clínic no sólo produce CAR-T, sino que también lidera nuevos ensayos clínicos. Entre ellos, el pionero ARI-0003 para linfomas, y los próximos CAR-T HER2 para cáncer de mama y ARI-007 para leucemia aguda linfoblástica T. El futuro, lejos de detenerse en los logros actuales, ya se construye con una mirada que va más allá: mejorar la eficacia, acortar los plazos, y ampliar la cobertura a otros tipos de tumores.
Este compromiso ha sido posible gracias también al apoyo de entidades como la Fundación Bosch y Aymerich, la Fundación Glòria Soler y la Asociación Española Contra el Cáncer.
Así, el Clínic-IDIBAPS ha marcado una pauta que trasciende fronteras. En palabras de Àngel Font, de la Fundación ”la Caixa”, “estos logros nos recuerdan que incluso lo que parecía una quimera puede convertirse en una realidad transformadora”. Y lo más emocionante es que esta historia, lejos de concluir, apenas está comenzando.
Fuente: National Geographic