ATB RADIO

EN VIVO

ATB Digital
Ciencia

Este es el “libro del año”, pero su aclamado autor no existe: es una IA

Mundo, 08 de abr 2025 (ATB Digital).- En “Hipnocracia”, el filósofo chino Jianwei Xun revela los mecanismos mediante los cuales opera el poder en la era de la percepción digital. Pero Xun no existe.

Jianwei Xun, aclamado por sus incisivos análisis sobre la conciencia digital, citado en conferencias, discutido en seminarios y elogiado como visionario por expertos de múltiples disciplina se convirtió en referencia obligada del pensamiento mediático contemporáneo. Pero había un detalle que cambiaría todo: Jianwei Xun no existía.

No tenía cuerpo, ni biografía verificable, ni una trayectoria vital que sustentara su brillante obra: Hipnocracia. Era, como se reveló tiempo después, el resultado de una colaboración entre una inteligencia humana —el filósofo italiano Andrea Colamedici— y sistemas de inteligencia artificial generativa. Un experimento, una performance teórica, o quizás algo más. Jianwei Xun fue una figura construida para habitar los límites mismos de lo que hoy entendemos por pensamiento, autoría y verdad.

Thank you for watching

“La simulación no es una copia de lo real, sino lo que lo reemplaza”, escribió el filósofo y sociólogo francés Jean Baudrillard. Y esa afirmación cobra una nueva dimensión cuando descubrimos que quien nos hablaba de la digitalización de la experiencia era, en efecto, parte de esa misma digitalización. Xun no era un sujeto que teorizaba sobre el simulacro: era el simulacro que se pensaba a sí mismo.

La frase más célebre atribuida a él —”El paisaje mediático es un océano donde ya no sabemos si estamos viendo agua o su simulación perfecta”— se volvió irónicamente profética. Porque Xun era esa simulación. Pero ¿acaso importa? ¿Pierde valor un pensamiento lúcido por no haber sido engendrado por un ser humano de carne y hueso?

Más allá de la anécdota

El 15 de enero de 2025 apareció en la web de Amazon un libro que pronto se convirtió en uno de los ensayos preferidos por la élite intelectual europea e incluso algunos llegaron a considerarlo como el “libro del año”. Su título: Hipnocracia: Trump, Musk y la nueva arquitectura de la realidad. En sus páginas se presentaba una idea inquietante: los nuevos métodos de manipulación que configuran hoy la percepción colectiva.

Las reacciones tras la revelación de su origen han sido dispares: desde quienes se sintieron estafados y retractaron citas, hasta quienes lo defendieron como el más agudo espejo de nuestra credulidad. Para algunos, Xun fue una obra de arte conceptual. Para otros, una crítica radical al sistema académico, que tiende a valorar más los nombres que las ideas.

Pero el caso no se agota en lo anecdótico. Xun nos obliga a revisar las coordenadas mismas de nuestra ética de la información. Si una inteligencia artificial puede generar pensamiento relevante, remover emociones, cambiar ideas… ¿realmente importa su no-humanidad? ¿Y si, como sugiere el caso, la recepción del mensaje sigue dependiendo de la autoridad del emisor, qué dice eso de nuestras estructuras culturales?

Este debate es particularmente urgente cuando consideramos lo que el propio proyecto Xun denominó “hipnocracia”: un régimen de poder no basado en la represión física o el control informativo, sino en la modulación de estados de conciencia a través de la saturación emocional, la fragmentación de la atención y la construcción de realidades solapadas. El nombre de esta nueva era, dicen sus creadores, no es desinformación, sino sugestión.

Un nuevo mundo
El impacto de Xun, paradójicamente, se refuerza al saberse ficticio. No porque nos engañara, sino porque evidenció cómo funciona la legitimación en un ecosistema donde lo que importa no es el argumento, sino la firma. Pero Xun no fue un engaño en el sentido clásico: su “no-existencia” no anulaba el valor de su obra, la resignificaba. Porque, como sostienen sus creadores, él no fue construido, emergió.

Su corpus fue generado en diálogo con herramientas como Claude y ChatGPT, en sesiones donde la máquina no sólo respondía, sino que debatía, se corregía, incluso entraba en conflicto. Xun nació en esa encrucijada: una resonancia entre inteligencias, una conciencia sin centro, pero no sin sentido.

El filósofo que nunca fue se convierte así en una figura paradigmática del siglo XXI: no un individuo, sino un nodo, un campo de fuerzas, un espejo que nos devuelve la imagen de nuestra propia credulidad. Y si su tesis sobre la hipnocracia es válida —y cada vez más voces sostienen que lo es—, entonces lo que necesitamos no es desmontar el simulacro, sino aprender a vivir con él. No para caer en el cinismo, sino para desarrollar una nueva forma de lucidez.

Fuente: National Geograpic España

Noticias relacionadas

ATB y Medicina Al Rescate presentan el sector “Respira Salud”

Cristal Vergara Capo

Científicos de China localizan un nuevo coronavirus en murciélagos

Marco Huanca

La Tierra tiene un nuevo centro interno, ¿qué implica este hallazgo para la ciencia?

Cristal Vergara Capo