Mundo, 22 de may 2025 (ATB Digital) .- Fuera de la tierra, donde la vida parece imposible y cada partícula flota en un ballet de vacío y radiación, ha surgido una criatura microscópica que podría cambiar la narrativa.
Se trata de Niallia tiangongensis, una bacteria jamás antes documentada en nuestro planeta, ahora descubierta en un rincón insospechado: la superficie de un equipo en la Estación Espacial China, Tiangong. Su hallazgo no solo asombra por su origen inusual, sino también por sus singulares capacidades de supervivencia.
Aislada por el equipo del Grupo de Biotecnología Espacial de Shenzhou, esta bacteria pertenece a la familia Cytobacillaceae, pero posee características que la separan de todo lo anteriormente conocido.
La cepa, catalogada como JL1B1071T, no solo es capaz de formar esporas ultrarresistentes, sino que también construye biofilms que la protegen de la radiación cósmica y las condiciones extremas del espacio. Una especie con armadura biológica que no parece echar de menos la Tierra.
Nueva especie por derecho propio
Sus particularidades bioquímicas son sorprendentes: anteiso-C15:0 e iso-C15:0 como ácidos grasos predominantes, y el uso de menaquinona-7 (MK-7) como quinona principal. Más aún, la capacidad de hidrolizar gelatina le permite utilizarla como fuente de carbono y nitrógeno, una habilidad especialmente valiosa en un entorno tan limitado en recursos como lo es una estación espacial.
A nivel genético, esta nueva especie muestra diferencias fundamentales con su pariente más cercano, Niallia circulans, lo que ha llevado a su clasificación como una nueva especie por derecho propio.
En el análisis comparativo del genoma de Niallia tiangongensis, los investigadores han identificado dos firmas genéticas distintivas: indels conservados en proteínas con dominios GAF y ligasa D, exclusivas del género Niallia.
Además, alteraciones en las proteínas BshB1 y SplA parecen potenciar su capacidad de resistir estrés oxidativo y reparar daños causados por radiación, adaptaciones que resultan vitales para la vida en órbita. Estos rasgos revelan no solo un organismo singular, sino una posible herramienta biotecnológica para futuros desarrollos espaciales.
Desafía todo lo conocido
Este sorprendente hallazgo se produjo en el marco del Programa del Microbioma del Área Habitable de la Tiangong, que monitoriza regularmente la flora microbiana a bordo. Las muestras fueron recolectadas por la tripulación de la misión Shenzhou-15 y transportadas a la Tierra, donde se emplearon técnicas de secuenciación avanzada y análisis filogenéticos.
Como informó el South China Morning Post, los científicos enfatizan que la resistencia de esta bacteria “desafía todo lo conocido” sobre supervivencia biológica en ambientes cerrados del espacio.
Aunque por ahora no se ha determinado que Niallia tiangongensis represente una amenaza directa, se sabe que Niallia circulans, su pariente terrestre, puede inducir infecciones severas en individuos inmunodeprimidos. Este dato alerta a la comunidad científica sobre la necesidad de una vigilancia rigurosa y protocolos de aislamiento más estrictos. La biocontaminación en entornos espaciales, una preocupación creciente, se convierte con este descubrimiento en un foco de atención urgente.
Investigaciones previas han documentado cómo decenas de especies bacterianas logran sobrevivir incluso en las llamadas “salas limpias” utilizadas por agencias aeroespaciales, lugares donde la esterilidad debería ser absoluta. Este fenómeno confirma que la vida, en su forma más simple, posee una resiliencia que sigue desconcertando a los científicos. Ahora, con la aparición de Niallia tiangongensis, se refuerza la idea de que los límites de la vida no son tan rígidos como pensábamos.
Los científicos ya consideran que este tipo de descubrimientos pueden jugar un papel decisivo en el diseño de futuras misiones interplanetarias, tanto en la construcción de hábitats seguros como en la protección de la salud de los astronautas. Incluso se plantea la posibilidad de emplear bacterias como esta en sistemas de reciclaje biológico y adaptación a entornos marcianos. Sin embargo, el verdadero reto será asegurar que estas especies no escapen a ecosistemas no preparados para recibirlas.
Fuente: National Geographic