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¿Puedes estar en dos lugares a la vez? Esto es lo que dice la mecánica cuántica

Mundo, 16 junio 2025 (ATB Digital).— ¿Quién no ha deseado, en algún momento, tener un superpoder? Puede ser que tu elección favorita fuese la de volar, la de viajar en el tiempo, la de hacer invisible o, incluso, la de poder estar en dos lugares al mismo tiempo. Cada uno más ficticio que el anterior, ¿no? Pues bien, quizá sea real para ti, como ser humano, pero para las partículas que componen todo lo que existe -sí, tú incluido – esa última opción, la de la doble existencia, no es algo tan lejano.

La mecánica cuántica es la rama de la física que estudia cómo se comportan las partículas más pequeñas del universo y, en su conjunto, representa un auténtico reto a la razón. Concretamente, una de sus ideas más alucinantes es la de la superposición cuántica, que afirma que una partícula puede estar en varios estados -o lugares- al mismo tiempo, hasta que alguien la observa. ¿Cómo es eso posible? ¿Qué significa? Y, sobre todo… ¿Cómo nos afecta?

El misterio de estar “a la vez”

En nuestro día a día, no hay apenas incertidumbre y las cosas son como son: un objeto está en un lugar definido y tú no puedes estar en tu cama y en el supermercado al mismo tiempo. Sin embargo, en el mundo cuántico, todo cambia. Allí, las partículas no siempre tienen una ubicación o un estado perfectamente definido. De hecho, es lo contrario: pueden estar en una mezcla de posibilidades al mismo tiempo, conocida como superposición cuántica.

Por ejemplo, si tú lanzas una moneda al aire, solamente al recogerla verás si es cara o cruz. Pues bien, en el mundo cuántico, la moneda actuará de forma muy diferente: estará simultáneamente en cara y cruz hasta el momento que la mires. Ese estado “mezclado” no significa que te falte información, sino que realmente está en ambos a la vez. Es como si la naturaleza estuviera indecisa hasta el momento en el que tú intervienes.

En una entrevista con Eduardo Punset, emitida en el programa Redes de La 2 de RTVE, el físico cuántico Vlatko Vedral lo explicaba a la perfección: “Según el principio de superposición, cualquier objeto, al parecer, tiene la capacidad de estar en muchas posiciones distintas a la vez. Podemos tener un átomo situado aquí y allí simultáneamente.” Así, Vedral resumía uno de los ese aspecto tan desconcertante: que lo que percibimos como “una sola realidad” podría ser solo la versión que emerge cuando alguien —nosotros— se toma el tiempo de mirar.

La prueba definitiva

Pero todo esto no se trata de una simple teoría. De hecho, un experimento de 1801, conocido como experimento de la doble rendija y llevado a cabo por el físico Thomas Young, resultó ser la prueba definitiva para demostrar la realidad de la superposición cuántica. Para entenderlo, debes imaginar una pantalla con dos pequeñas aberturas y, detrás de ella, otra pantalla donde se registran impactos. Pues bien, si lanzas canicas, verás dos líneas, una detrás de cada rendija, ¿verdad?

Ahora bien, si haces lo mismo con partículas como electrones o fotones, ocurre algo muy distinto. Si nadie observa por dónde pasan, el patrón que aparece en la pantalla no es el de dos líneas, sino el de múltiples franjas, tal y como si cada partícula hubiera pasado por las dos rendijas a la vez y se hubiera interferido consigo misma, como una ola. Y sí, eso es completamente real y solamente tiene una explicación: la superposición de caminos posibles.

¿No es increíble? Lo más impactante de todo es que si colocas un detector para observar por cuál rendija pasa cada partícula, el patrón cambia. Es decir, desaparecen las franjas y aparecen solo las dos líneas… ¡Tal y como si la partícula supiera que está siendo observada! En otras palabras: el simple acto de observar, cambia el resultado. Y es un hecho experimental. Demuestra que, incluso en su nivel fundamental, la naturaleza depende de la probabilidad y, sin duda, también del observador.

El gato de Schrödinger

Para ilustrar esta locura, el físico Erwin Schrödinger propuso en el año 1935 una historia de la que seguramente habrás escuchado hablar: el famoso gato de Schrödinger. Para entenderlo, hay que imaginar una caja cerrada en la que hay un gato, un átomo radiactivo, un contador Geiger y un frasco de veneno.

Si el átomo se desintegra, algo que puede ocurrir al azar, el veneno se libera y el gato muere. Si no, el gato vive. Pero aquí viene la paradoja: como la desintegración atómica es un evento cuántico, hasta que alguien abre la caja, el sistema está en superposición. Eso significa, en pocas palabras, que el gato está vivo y muerto al mismo tiempo.

Pero no, no se trata de un gato zombi. Porque la idea no es tomarlo como algo literal, sino mostrar cuánto de absurdas pueden parecer las reglas cuánticas cuando se aplican a objetos grandes. Porque no, aunque a nivel cuántico las partículas sí experimentan la superposición, nosotros, los humanos, no podemos duplicarnos así. Pero no debemos olvidar que estamos hechos de esas mismas partículas, por lo que, en realidad, la superposición es, simplemente, la base de la realidad que habitamos.

Sin embargo, la paradoja de Schrödinger sí plantea preguntas reales: ¿cuándo deja de existir la superposición? ¿Cuándo y cómo “decide” la realidad cuál estado es el verdadero? Pues bien, hasta hoy, no hay respuestas definitivas. Solo teorías, y algunas tan extrañas como la idea de que existen múltiples universos paralelos… Cada uno con un resultado diferente.

Fuente: National Geographic España

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