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¿Y si no fuéramos únicos?: un nuevo estudio sugiere que no estamos solos

Mundo, 27 junio 2025 (ATB Digital).— La creencia de que la vida es una rareza cósmica ha acompañado al ser humano desde que alzó la vista al cielo. Durante siglos, la vastedad del universo ha parecido hostil y silenciosa, como si la chispa vital que prendió en la Tierra fuese un accidente irrepetible.

Sin embargo, nuevas investigaciones comienzan a desafiar esa idea profundamente arraigada, ofreciendo una perspectiva audaz: tal vez la vida no sea un susurro improbable en el vacío, sino una sinfonía recurrente en el gran teatro del cosmos.

Un equipo de científicos de la Universidad de Harvard ha propuesto que la aparición de vida no es el resultado de una improbabilidad extrema, sino una consecuencia estadísticamente lógica del universo tal como lo conocemos. En lugar de una excepción, la vida podría ser, sencillamente, una expresión más de las leyes naturales, una consecuencia inevitable en un universo maduro y químicamente diverso.

Su trabajo, publicado en la revista Nature Astronomy, analiza cómo los elementos necesarios para la vida —carbono, agua, energía, y tiempo— están ampliamente disponibles en miles de millones de sistemas estelares, lo que aumenta exponencialmente las probabilidades de que la vida también surja en ellos.

El papel del entorno en la evolución de la inteligencia

La clave de este razonamiento está en el concepto de vida como probabilidad, no como anomalía. Según el estudio, si el proceso de abiogénesis —es decir, el paso de la materia inerte a sistemas autorreplicantes y biológicamente activos— ocurre incluso una vez en condiciones adecuadas, entonces debería ocurrir muchas veces bajo esas mismas circunstancias. El universo, en este contexto, no sería un escenario puntual de milagros, sino una fábrica cuyas condiciones se repiten miles de millones de veces.

El investigador principal, David Kipping, ha defendido que nuestra propia existencia sirve como prueba empírica de que la vida es posible y probablemente común. “Si en un planeta ordinario, alrededor de una estrella corriente, surgió la vida relativamente pronto en la historia del sistema solar, ¿por qué no habría de suceder algo similar en otros mundos?”, se pregunta el científico.

No es una afirmación gratuita, sino el resultado de modelados estadísticos y de una reevaluación del llamado principio antrópico, que en términos simples plantea que no podemos considerar la vida como improbable solo porque la observamos desde nuestra perspectiva única.

Una vida distinta

El debate, por supuesto, no está cerrado. Este enfoque se enfrenta a las objeciones de quienes sostienen que no hemos encontrado evidencia directa de vida extraterrestre precisamente porque no está allí. La famosa paradoja de Fermi —”¿Dónde están todos?”— sigue siendo un misterio abierto.

Sin embargo, para los autores del estudio, la ausencia de pruebas no es necesariamente prueba de ausencia. La vida, especialmente en sus formas microbianas, puede ser sutil, evasiva y profundamente distinta de lo que conocemos en la Tierra.

Lo interesante es que este modelo también se alimenta de descubrimientos recientes en nuestra propia vecindad cósmica. Misiones como las de Perseverance en Marte, o el estudio de lunas como Europa (de Júpiter) y Encélado (de Saturno), han revelado que los ingredientes esenciales para la vida existen en muchos rincones del sistema solar.

Incluso se han detectado compuestos orgánicos en exoplanetas distantes, gracias al telescopio James Webb, lo que refuerza la hipótesis de que las condiciones necesarias para la vida pueden ser, si no comunes, al menos repetidas con frecuencia.

Desde esta nueva óptica, el universo podría no ser un silencio frío e interminable, sino un vasto mosaico palpitante, donde la vida se gesta una y otra vez bajo cielos ajenos. No seríamos un milagro, sino una voz más en un coro cósmico aún por descubrir. La soledad, tan temida por nuestra especie, tal vez no sea el destino final, sino una ilusión transitoria antes del gran despertar cósmico. ¿Y si no estamos solos? Tal vez sea hora de empezar a hacernos esa pregunta en serio.

Fuente: National Geographic España

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