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Los asombrosos dibujos que hizo Victor Hugo “en los márgenes de mis manuscritos con lo que quedaba de tinta en mi pluma”

Mundo, 28 de julio 2025 (ATB Digital).- Ir a una galería de arte a ver los dibujos de un gran escritor es inusual.

Aunque, tratándose de Víctor Hugo, cualquier cosa medianamente buena es valiosa pues abre la posibilidad de vislumbrar la vida interior del autor de “Los miserables” y “Nuestra Señora de París”.

El mismo Hugo tenía una visión más bien circunspecta de su obra pictórica.

A su editor le escribió en 1862: “Temo mucho que esas marcas aleatorias de mi pluma, arrojadas más o menos torpemente sobre el papel por un tipo que tiene muchas otras cosas que hacer, dejan de ser dibujos desde el mismo momento en que pretenden serlo”.

Un año después, señaló modestamente que eso que “la gente insiste en llamar mis dibujos” no eran más que cosas “hechas en los márgenes o en las portadas de manuscritos durante horas de ensoñación casi inconsciente con lo que quedaba de tinta en mi pluma”.

A pesar de la forma tan bella de describir sus obras, no promete mucho.

No obstante, el arte visual del autor francés sorprende.

Te encuentras con casas hermosas pristinas o en ruinas, castillos de ensueño o imponentes y enigmáticos, barcos a merced de las olas o naufragados, criaturas marinas curiosas o terrestres intrigantes y hasta manchas abstractas que anticipan el porvenir.

Y te das cuenta de que están lejos de ser garabatos marginales.

“Si encontraras sus dibujos en un baúl hoy sin saber quién los hizo, de todas maneras sería un descubrimiento muy emocionante pues son cautivadores, muy bien logrados y técnicamente experimentales”, le dice a BBC Mundo la historiadora de arte Sarah Lea.

“Experimentaba con la abstracción, y también era capaz de dibujar detalles increíblemente finos con la pluma”, añade Lea, curadora de la exposición “Cosas Asombrosas: los dibujos de Victor Hugo” de la Royal Academy en Londres.

“Era increíblemente hábil y la aparente espontaneidad de algunas de las obras más abstractas es como la improvisación de un músico de jazz: es capaz de perder el control de una manera que anticipa que dejará un efecto interesante”.

Los dibujos de Hugo rara vez viajan para ser expuestos debido a su fragilidad.

Pero los 70 exhibidos en la Royal Academy muestran cómo lo que empezó con simpáticas caricaturas -que le dejaba a sus hijos sobre la cama para que las encontraran al despertar- evolucionó a obras dignas de la admiración de figuras como el gran artista romántico Eugène Delacroix.

Según él, si Hugo hubiera elegido ser pintor en lugar de escritor, habría sido uno de los más grandes del siglo.

El poeta y crítico Théophile Gautier coincidió: “Si no fuera poeta, Victor Hugo sería un pintor de primer orden. Destaca por mezclar en sus fantasías salvajes y sombrías el claroscuro de Goya con los aterradores efectos arquitectónicos de un Piranesi”.

Un tipo ocupado

Como dijo en su carta al editor, Hugo era efectivamente un tipo que tenía muchas cosas que hacer.

A lo largo de su vida, escribió 10 novelas, una docena de obras de teatro, más de 20 volúmenes de poesía y una enorme cantidad de cartas.

Además de su gran actividad literaria, estuvo profundamente arraigado en el discurso político de la Francia del siglo XIX, con o sin cargos públicos.

Se pronunció abiertamente en asuntos de Estado: abogó por la abolición de la esclavitud y los derechos de las mujeres, hizo campaña por el fin de la pena de muerte y se manifestó firmemente contra el emperador Napoleón III, a favor de una república francesa.

“Se podría hacer una exposición sobre todos los artistas que se han inspirado en Hugo.

“Incluso hoy en día hay artistas que se interesan mucho por sus dibujos, como el escultor británico Antony Gormley y la artista visual Tacita Dean, y artistas estadounidenses como Raymond Pettibon”, apunta.

Quién sabe qué pensaría Hugo de que su “Les Miserables” (1862) fuera más conocida como un musical que como una novela.

Pero quizás le sorprendería más que sus pinturas, aquellas que compartía sólo con familiares y amigos, fueran tan apreciadas.

Su obra resultó ser atemporal, eternamente contemporánea.

“Lo extraordinario de los dibujos es que, de nuevo, si te los encontraras en un baúl, pensarías: ‘Son de alguien que se preocupa profundamente por las personas y alguien que tiene una imaginación extraordinaria’.

“Pero además, tienen un lugar especial en la historia del arte, aunque no enacajan perfectamente en los cánones tradicionales.

“Ocupan un lugar especial en medio de otro tipo de historia del arte: la de artistas a los que no les importan tanto las categorías, las clasificaciones, las cronologías y demás, sino el impacto visual y la calidad técnica de la obra.

“Hay una especie de espíritu irreverente al que pertenece Hugo y que tiene su propia tradición en la historia del arte”, concluye la curadora Sarah Lea.

Fuente: BBC

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