Mundo, 30 de julio 2025 (ATB Digital).- La dieta paleolítica es una tendencia de la alimentación saludable con carnes magras, pescados y frutas como protagonistas. Todo lo derivado de la agricultura queda excluido. Lo curioso, y hasta ahora poco conocido, es que durante la misma época vivían los neandertales con un apetito absolutamente diferente.
¿Te atreverías a cenar carne podrida con gusanos esta noche? Técnicamente, también sería parte de la ‘dieta paleo’ porque de eso se alimentaban los neandertales. Un reciente estudio de investigadores estadounidenses ha revelado que era posiblemente su plato preferido. Al menos, esa es la hipótesis central en el artículo publicado en Sciences Advances que estudia las costumbres de esta subespecie del género Homo.
¿Cómo investigan la dieta de los neandertales?
Los misterios todavía son infinitos. La investigación sobre su alimentación ha comenzado a partir de un dato corroborado en diferentes yacimientos a lo largo del tiempo: sus altos valores de isótopos de nitrógeno en los restos óseos. La gran duda es cómo lo han conseguido.
Las principales reconstrucciones de sus dietas ubican a los neandertales en la cima de la cadena trófica, como los hipercarnívoros leones y lobos. No es que fueran demasiado salvajes, pero tenían herramientas suficientes para alimentarse de grandes mamíferos como mamuts, bisontes o renos.
Sin embargo, neandertales euroasiáticos del Pleistoceno tardío presentan valores de isótopos de nitrógeno que exceden los rangos que ofrece esta carne. “Estos cazadores dedicados de grandes mamíferos probablemente almacenaban o reservaban partes de sus presas para su uso posterior ante rendimientos impredecibles”, explica el estudio.
Las reservas de alimentos podían ser cadáveres enteros, parciales o paquetes de carne y grasa procesadas. El objetivo era aprovechar al máximo cada una de las partes del gran mamífero cazado para alimentarse durante meses. Los registros etnohistóricos ya habían confirmado que los neandertales eran capaces de colocarlos sobre piedras, troncos, colgando de rama o enterrados bajo tierra por largo tiempo.
Por eso, no es de extrañar que la carne pudiera estar podrida. Sin embargo, esa característica por sí sola no justificaba el suficiente incremento en los isótopos de nitrógeno. Tenía que haber algo más.
De la carne podrida a los gusanos
“Estas reservas, ya fueran frescas, secas o ahumadas, atraían inevitablemente a las moscas durante su procesamiento y, con el tiempo, empezaban a pudrirse y a llenarse de gusanos”, explica el estudio, que añade: “hasta ahora nadie había considerado la posibilidad de que las larvas de mosca criadas en tejidos animales podridos pudieran haber contribuido a los elevados valores de isótopos estables de nitrógeno (δ15N) observados en homínidos del Pleistoceno tardío. Las larvas de mosca son una fuente rica en grasas, proteínas y nutrientes, ubicuas y fáciles de obtener”.
Como en una cadena trófica: las larvas acceden a niveles muy elevados de nitrógeno gracias a la carne podrida y los neandertales incrementaban exponencialmente sus valores gracias a estos gusanos.
Ya se había documentado que los recolectores y hasta los inuits se alimentaban de lo mismo. El estudio también menciona al casu marzu, un queso podrido habitual en Cerdeña hasta el día de hoy, lleno de larvas de mosca.
En cualquier caso, los investigadores han afirmado que “lo que presentamos aquí es solo el primer paso en el desarrollo de una hipótesis previamente inexplorada”. Entre algunas de las limitaciones que han tenido es que las condiciones ambientales del Pleistoceno tardío son difíciles de adaptar y que ninguna muestra fue sometida a técnicas de procesamiento y conservación como los de aquella época.
Fuente: National Geographic