Mundo, 06 de ago 2025 (ATB Digital).- El reconocimiento que el grupo de rock estadounidense The Velvet Sundown, seguido por un millón de personas en Spotify, era en realidad algo generado por inteligencia artificial (IA) conmocionó al sector musical y marcó según expertos «el comienzo de un fenómeno».
Sin ir tan lejos como en el caso de The Velvet Sundpwn, cada vez más artistas reales recurren a ella como herramienta creativa. En su último álbum BĒYĀH, el rapero congoleño-belga Damso incluyó una canción con coros generados por IA. «Estamos probando, es una herramienta», explicó.
Otros músicos la usan para modificar su voz, como la compositora francesa de música electrónica Delaurentis (Musicalism) o el DJ y productor canadiense Caribou.
También circulan rumores sobre el uso de IA en el tema «Toi et moi» (Tu y yo) del rapero francés Jul, en el que su voz aparece tan transformada que genera dudas entre los oyentes. Jul no las disipa, lo que alimenta la intriga.
La IA generativa permite componer pistas instrumentales para listas de reproducción o incluso canciones completas cantadas por «artistas falsos», como The Velvet Sundown.
El influyente productor estadounidense Timbaland lanzó en junio el sello discográfico Stage Zero, centrado en la «A pop» (pop artificial). Su primera artista, TaTa, tiene todo el look de una estrella del pop —incluida su cabellera rosa— pero no existe.
«La IA generativa tiene el potencial de transformar la industria musical, acelerando y reduciendo los costes de creación y producción», explicó en junio Lisa Yang, analista de Goldman Sachs, durante un evento en París.
Mucho ruido, pocos oyentes
Pero a pesar de la atención mediática, el impacto real aún es limitado.
«La música generada por IA representa más del 18% del contenido subido, pero solo 0,5% de las escuchas en Deezer», señala Ulysse Hennessy, director general de Billboard France, recordando que la plataforma etiqueta los álbumes completamente generados por IA.
En el caso de Jul «lo que provoca revuelo es la duda, el no saber si se usó IA y hasta qué punto», afirma.
Hasta ahora la música se construyó, en parte, sobre lo ya existente, con mezclas, «loops» o separando pistas.
«La IA plantea el problema de la remuneración» en las plataformas, con el riesgo de una dilución del valor debido a los fraudes, recuerda Odile de Plas, jefa de la sección de música de la revista francesa Télérama.
Los titulares de derechos exigen una regulación urgente, especialmente a nivel europeo, para obtener transparencia sobre los datos utilizados por las empresas de IA generativa, como Suno y Udio, y garantizar así sus ingresos.
«Estamos al comienzo de un fenómeno, justo cuando la música empezaba a recuperarse de la crisis del disco», subraya Odile de Plas.
Frente a esta ola inminente, «la relación con el artista es lo que marcará la diferencia. El vínculo con él, el interés por lo que tiene que contar, eso no existe con la IA. Es como amar a un holograma o a una muñeca de silicona: tiene sus límites», destaca.
Fuente: La Razón