Mundo, 22 de oct 2025 (ATB Digital).- Más de 800 millones de personas utilizan ChatGPT cada semana para resolver dudas, completar tareas y tomar decisiones, según datos recogidos por TIME. Esta cifra refleja la magnitud de la revolución que la inteligencia artificial (IA) está generando en la vida cotidiana, con una adopción acelerada en escuelas, universidades y entornos laborales de todo el mundo.
Mientras la tecnología avanza rápidamente y las inversiones millonarias impulsan el desarrollo de sistemas cada vez más sofisticados, también crecen las inquietudes sobre cómo aprovechar estas herramientas sin perder la autonomía personal ni sacrificar el pensamiento crítico.
El fenómeno de la IA, con su expansión global y su impacto transversal, plantea desafíos inéditos. Los expertos consultados por TIME coinciden en que la clave para beneficiarse de la IA reside en aprender a interactuar con estos sistemas de manera consciente, evitando que sustituyan la capacidad de juicio individual.
El profesor Daniel Litt, de la Universidad de Toronto, subraya que el rendimiento de los modelos de IA es irregular, ya que pueden sobresalir en tareas complejas y, al mismo tiempo, fallar en las más simples. Además, los límites de lo que pueden o no pueden hacer cambian constantemente, lo que exige una actitud de experimentación continua por parte del usuario.
Ethan Mollick, profesor en Wharton y autor de un libro sobre colaboración con IA, recomienda dedicar varias horas a probar diferentes modelos para identificar cuál se ajusta mejor a las necesidades personales. “Utiliza uno durante diez horas y sabrás para qué tipo de preguntas obtienes buenas respuestas”, afirma Mollick en declaraciones a TIME.
El especialista aconseja ensayar con áreas que el usuario domine, corregir los errores que detecte y, si el modelo sigue sin ofrecer resultados satisfactorios, volver a intentarlo tras un tiempo, ya que las actualizaciones son frecuentes.
Mollick, como otros usuarios avanzados, emplea distintos modelos según la tarea: uno para programación y otro para redacción editorial. Además, destaca el valor de aprovechar las funciones que permiten enviar imágenes o notas de voz, lo que amplía el contexto y mejora la calidad de las respuestas.
No obstante, existen restricciones en el acceso a los modelos más avanzados. Las versiones gratuitas de OpenAI, Anthropic y Google imponen límites diarios de uso, tras los cuales el sistema recurre a modelos menos potentes o exige esperar a que se restablezca el cupo. Las suscripciones a los modelos de mayor capacidad parten de 20 dólares mensuales, lo que introduce una barrera económica para algunos usuarios.
Fortalezas y límites de la inteligencia artificial
En cuanto a las fortalezas de la IA, Scott Aaronson, profesor de informática en la Universidad de Texas en Austin, señala que estos sistemas ofrecen respuestas casi instantáneas, procesan grandes volúmenes de información contextual, no se fatigan y tienen acceso a vastos repositorios de conocimiento humano.
“Si la respuesta no es buena, puedes pedir una aclaración y afinar lo que necesitas; el ciclo de retroalimentación es muy rápido”, explica Aaronson a TIME. Anne-Laure Le Cunff, neurocientífica del King’s College London, añade que la IA puede analizar todos los documentos y notas que el usuario le proporcione, ofreciendo retroalimentación personalizada que ningún colaborador humano podría igualar en términos de memoria y contexto.
Sin embargo, Le Cunff advierte sobre la “ilusión de impulso creativo” que puede generar la IA, ya que la interacción constante puede dar la sensación de progreso cuando, en realidad, sería más productivo hacer una pausa y dejar que el cerebro procese la información de forma natural.
Alison Gopnik, profesora de psicología en la Universidad de California en Berkeley, compara la IA con una técnica avanzada para acceder a información generada por otras personas, funcionando como motores de búsqueda sofisticados capaces de encontrar contenidos de alta calidad que podrían pasar desapercibidos por métodos tradicionales.
A pesar de estas ventajas, los expertos insisten en la importancia de mantener el pensamiento crítico y no delegar completamente en la IA. Le Cunff utiliza estos sistemas como socios de conversación para identificar sesgos o puntos ciegos en su razonamiento, pero nunca para crear material desde cero. Mollick enfatiza que el aprendizaje reside en el proceso, no en el resultado: “Si delegas la redacción de un ensayo, no aprenderás nada”.
Litt coincide: “La IA no puede entender algo por ti”. Aaronson, por su parte, recalca que en casi ningún ámbito confiaría en la respuesta de la IA sin aplicar su propio criterio, ya que estos sistemas pueden equivocarse con frecuencia y, aun así, presentarse como convincentes.
La verificación de las fuentes es otro aspecto fundamental. Desde la aparición de modelos de razonamiento y la capacidad de la mayoría de las IA para buscar en internet, es posible solicitar referencias para cualquier afirmación. Los expertos consultados por TIME recomiendan seguir siempre la pista de la fuente y comprobar personalmente la veracidad de la información.
Recomendaciones para el uso responsable y los límites personales
En la interacción cotidiana, Mollick sugiere tratar a la IA como si fuera una persona, aunque no lo sea, formulando preguntas de seguimiento, señalando errores y discutiendo cuando se discrepe. Cada intercambio aporta contexto adicional y mejora la calidad de las respuestas.
No obstante, Gopnik advierte sobre la necesidad de establecer límites claros para evitar caer en la manipulación. “Puedes pensar en la relación con ChatGPT como la que se tiene con un amigo imaginario”, explica la psicóloga a TIME. La clave está en no confundir la naturaleza ficticia de la IA con una relación real, ya que hacerlo puede acarrear problemas.
El establecimiento de límites personales resulta esencial, especialmente ante el uso de la IA para tareas íntimas como redactar elogios fúnebres, discursos de boda o cuentos para niños. Mollick plantea la necesidad de decidir qué aspectos de la vida son demasiado personales o sagrados para delegar en la IA, y comparte su propia regla: redacta siempre sus textos antes de consultar a la IA y nunca la utiliza para calificar trabajos de estudiantes.
Además, advierte sobre el riesgo de caer en bucles de consulta entre diferentes modelos para evitar tomar decisiones, y recomienda recurrir a la experiencia propia para resolver estos dilemas.
Por último, el uso de la IA como apoyo emocional plantea interrogantes sociales aún sin respuesta. Aunque un número creciente de personas recurre a estos sistemas para buscar consuelo, los expertos aconsejan cautela y recuerdan que la IA no debe sustituir el contacto humano.
Como concluye Mollick en TIME, hay ámbitos de la vida en los que la intervención humana sigue siendo imprescindible, y cada usuario debe decidir hasta qué punto permite que la inteligencia artificial forme parte de su experiencia personal.
Fuente: Infobae