Mundo, 27 de dic 2025 (ATB Digital).- La Real Academia Española define el rencor como un “resentimiento arraigado y tenaz”, es decir, como un sentimiento de hostilidad persistente que surge al recordar una ofensa, perjuicio o daño que alguien nos ocasionó en el pasado. Además, aparece junto a un inevitable deseo de venganza por el agravio recibido. Todos, en mayor o menor medida, lo hemos sentido en algún momento de nuestras vidas. Lo que nunca nos han contado es que hay unos animales que superan, o al menos igualan, a los seres humanos a la hora de expresar esta emoción.
En concreto, esos animales son los cuervos, un tipo de ave conocida por su extraordinaria inteligencia. Basta con decir que han llegado a superar pruebas de inteligencia pensadas para niños de 7 años. Probablemente, la densidad neuronal de los córvidos, la cual les permite planificar, razonar y tomar decisiones complejas, es la responsable de que sean tan rencorosos. Un experimento llevado a cabo por la Universidad de Washington así lo sugiere.
El miedo dio paso al rencor
John Marzluff, autor principal del estudio publicado en la revista Animal Behaviour, empezó a documentar el rencoroso comportamiento de los cuervos en el año 2006. Para ello, decidió llevar a cabo un experimento curioso, peligroso y, seguramente, poco ético: los participantes en él tenían que ponerse máscaras grotescas de Halloween mientras procedían a la captura y anillamiento de los córvidos salvajes que habitaban cerca de Seattle para infundarles el mayor miedo posible.
Estas máscaras hicieron que el momento de la captura fuese especialmente traumático. Y los cuervos no lo olvidaron: 17 años después, seguían profiriendo vocalizaciones de advertencia e, incluso, acosando a cualquiera persona que portase la máscara, sin importar el resto de su apariencia o la situación en la que se encontrasen. Una persistencia que evidenció que la memoria es otro de los grandes puntos fuertes del cerebro de estos pájaros tan astutos, que se convirtieron en iconos de las obras de auténticos genios como Alfred Hitchcock o Edgar Allan Poe.
El rencor convertido en sentimiento social
La vida media de un cuervo en estado salvaje oscila entre los 10 y los 15 años. Entonces, ¿cómo fue posible que, 17 años después, siguiesen guardando rencor a quienes portaban las máscaras? Sin duda, esto es lo más fascinante del estudio, ya que la conducta de hostigamiento se extendió por toda la población local. Es decir, las aves mostraron una compleja capacidad de aprendizaje social al asumir como propios los temores de otros miembros de su comunidad.
Levin McGowan, del Laboratorio de Ornitología de Cornell, indicó en una entrevista que “los cuervos son sumamente sensibles a las reacciones de sus semejantes, lo que les permite aprender de las experiencias de los demás”. Esto, unido a su increíble capacidad para distinguir y recordar rostros y su aversión perpetua al agravio colectivo, son las claves que explican un rencor tan duradero.
La venganza se sirve fría
A toro pasado siempre es fácil hablar. Sin embargo, estamos convencidos de que, si se les propusiese hoy, los participantes en el experimento no volverían a ponerse la máscara. ¿El motivo? No son pocos los que aseguran sentir paranoia debido al acoso persistente y selectivo de los cuervos. El propio McGowan llegó a relatar en una ocasión que estos animales le perseguían y acosaban solo a él en enclaves públicos, a pesar de estar rodeado de cientos de personas. Así que, si en el futuro te sientes tentado de asustar a un cuervo, piénsatelo dos veces. Estos pájaros no olvidan ni perdonan.
Fuente: National Geographic
