Mundo, 07 de jun 2024 (ATB Digital).– ¿Te imaginas poder ver los famosos anillos de los Juegos Olímpicos en tamaño nanométrico? Desde los Juegos Olímpicos de 2012, más que una suposición, es una realidad.
Para homenajear esa competición global y multidisciplinar que celebra el deporte en todo el mundo, una serie de científicos decidieron crear una molécula que evocase los icónicos anillos, bautizándola bajo el nombre de Olimpiceno.
JUEGOS OLÍMPICOS DE LONDRES 2012
La historia del Olimpiceno se remonta a una idea concebida en marzo de 2010 en los laboratorios de la Universidad de Oxford. Las mentes pensantes fueron los químicos Graham Richards y Anthony Williams quienes, inspirados por la emoción de los próximos Juegos Olímpicos de Londres 2012, se propusieron crear una molécula que, no solo celebrara el evento deportivo global, sino que pasara a la historia de la química.
Sin embargo, la tarea de convertir esa visión en realidad cayó sobre los hombros de los investigadores Cês Mistry y David Fox, de la Universidad de Warwick. Animados por esta idea innovadora, se embarcaron en la síntesis de la molécula: el Olimpiceno.
Con una estructura química que responde a la fórmula C19H12, la molécula está compuesta por cinco anillos, cuatro de los cuales son de benceno. Sin embargo, esta forma no es casualidad: la molécula está diseñada para evocar la imagen icónica de los anillos olímpicos que unen a las naciones en competencia y que representa a los Juegos Olímpicos.
IMITANDO LOS ANILLOS OLÍMPICOS
El Olimpiceno es una molécula plana, algo fundamental para su estabilidad y sus propiedades. Para conseguir plasmar la apariencia de los anillos olímpicos, los cuatro bencenos están fusionados, creando una figura casi simétrica, con un quinto anillo en el centro que no es aromático. De hecho, una de las características más llamativas de la molécula es su sistema de 18 electrones distribuidos a lo largo de los cuatro anillos de benceno. Estos están deslocalizados, lo que significa que no pertenecen a un solo átomo o enlace, sino que están distribuidos sobre toda la estructura de anillos.
Por otro lado, el Olimpiceno está estrechamente relacionado con el grafeno, un material compuesto por una sola capa de átomos de carbono dispuestos en una retícula hexagonal. Al igual que es grafeno, el Olimpiceno es extremadamente delgado: se vería como una capa hasta unas 100.000 veces más fina que un cabello humano. Esta delgadez extrema es lo que le otorga una gran superficie específica y unas propiedades electrónicas muy singulares.
UNA FOTOGRAFÍA ÚNICA
Ahora bien, la parte más curiosa de esta historia es que los investigadores fueron capaces de visualizar la estructura del Olimpiceno con una resolución muy buena dado su diminuto tamaño. Para ello, utilizaron una técnica avanzada conocida como microscopía de fuerza atómica sin contacto (NC-AFM por sus siglas en inglés). Esta técnica permite obtener imágenes de la molécula a nivel atómico sin perturbar su estructura.
A día de hoy, el Olimpiceno es un objeto aún de investigación y sus aplicaciones siguen siendo estudiadas. Por ejemplo, su capacidad para conducir electricidad y su estabilidad estructural podrían hacerlo útil en el desarrollo de componentes electrónicos miniaturizados. Además, su estructura plana y sus propiedades ópticas lo harían un candidato ideal para el diseño de nuevos materiales en fotónica, la ciencia que estudia la generación, control y detección de partículas de luz.
FUENTE: National Geographic