Egipto, 13 de ago 2024 (ATB Digital).- El Museo del Louvre, en París, atesora en sus colecciones un singular cuchillo con mango de marfil y hoja de sílex que data del conocido como período Nagada II del antiguo Egipto (3300-3200 a.C.).
Se cree que este hermoso y antiguo objeto, que mide unos 25 centímetros, procede de la localidad de Gebel el-Arak, situada al sur de Abydos, en el Alto Egipto, y muchos investigadores consideran que la iconografía representada en su mango muestra indudables similitudes con la de algunos modelos mesopotámicos.
El cuchillo de Gebel el-Arak fue adquirido en 1914 por el filólogo y egiptólogo Georges Bénédite en una tienda de antigüedades de El Cairo. Desde un primer momento se dio cuenta de su importancia y no dudó en comprarlo para donarlo al Louvre.
De hecho, una vez en su poder, escribió una carta a su buen amigo Charles Boreux, responsable del departamento de antigüedades egipcias de la institución parisina, en este tono: “Es la obra maestra de la escultura predinástica, ejecutada con notable fineza y elegancia. Es una obra de gran detalle y el interés de lo representado se extiende incluso más allá del valor artístico del objeto”. Desde entonces, el cuchillo de Gebel el-Arak es una de las joyas de la colección egipcia del museo.
La cara frontal del cuchillo de Gebel el-Arak está profusamente grabada con una abigarrada escena de batalla en los dos registros superiores. Los combatientes van armados con cuchillos de sílex, garrotes y mazas. Algunos llevan el cabello largo y otros muestran el cráneo rapado. Sus vestimentas se limitan a lo que parecen fundas para el miembro viril. En el tercer registro puede verse a un hombre que parece arrastrar unas embarcaciones de proa alta, posiblemente parte de la escena de una batalla naval. En el registro inferior se aprecian las típicas embarcaciones de tipo egipcio (concretamente tres). Los vencidos aparecen ahogados en el Nilo.
Algunos investigadores sugieren que la escena plasmada en esta cara del cuchillo de Gebel el-Arak podría tratarse de una representación de lucha entre guerreros de las ciudades de Abydos y de Hieracónpolis (Nekhen), dos ciudades rivales en aquel lejano período de la historia egipcia. Otros autores creen sin embargo que podría tratarse de una representación simbólica de la victoria del orden sobre el caos.
En tanto, la cara posterior muestra principalmente representaciones de animales. En la parte superior, un ser tocado con un bonete y con barba (que recuerda a algunos modelos mesopotámicos), que representa el típico motivo del “Señor de los animales”, sujeta firmemente a dos poderosos leones rampantes. Debajo aparecen dos perros que lucen sendos collares, y bajo estos, unos antílopes a los que da caza un hombre joven. La parte final muestra a una leona devorando a un toro (parte inferior derecha) y a unos antílopes que se refugian. En el centro hay una protuberancia perforada que tal vez sirvió para pasar por ella un cordón y llevar el cuchillo colgado.
Según algunos estudios, la interpretación de esta escena sería la siguiente: los dos leones rampantes pueden simbolizar las estrellas de la mañana y de la tarde, sujetadas por un dios o un héroe que controla el caos. Los dos perros pueden hacer referencia a un mito mesopotámico, el del rey Etana. Por su parte, el joven cazador de antílopes se ha relacionado con el dios egipcio Shu y finalmente el círculo se cierra cuando la leona (la estrella de la tarde), devora al toro (que representa el calor del día) y los antílopes (que simbolizan el frescor nocturno) se ocultan.
Fuente: National Geographic