Mundo, 16 de ago 2024 (ATB Digital).- El tempo anotado por Beethoven en sus obras ha llevado a dos siglos de debates y controversias: nadie consigue seguir el ritmo original que Beethoven marca en sus obras y obtener una piza que suene bien En 1817, Ludwig van Beethoven hizo historia al ser el primer compositor de renombre en utilizar una tecnología revolucionaria para fijar el tempo de sus composiciones: el metrónomo, inventado por Johann Mäzel poco tiempo antes. Este dispositivo mecánico, que mide la velocidad de la música a través de oscilaciones, prometía una objetividad sin precedentes en la interpretación musical: los músicos tenían una medida universal para componer e interpretar sus obras.
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Así es que Beethoven, entusiasmado con esta innovación, incorporó las indicaciones del metrónomo a sus composiciones en cuanto adquirió uno. Sin embargo, este intento de precisión técnica ha llevado a dos siglos de debates y controversias debido a las marcaciones de tempo imposiblemente rápidas anotadas por el compositor: nadie consigue seguir el ritmo original que Beethoven marca en sus obras y obtener una pieza que suene bien.
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EL METRÓNOMO DE BEETHOVEN
Beethoven, conocido por su minuciosa atención a los detalles y su afán por la precisión en la interpretación de su música, se entusiasmó con la invención del metrónomo, un dispositivo que prometía una exactitud sin precedentes en la medición del tempo musical. Sin embargo, su adopción del metrónomo introdujo una paradoja que ha desconcertado a los músicos durante generaciones: las indicaciones de tempo que Beethoven marcó con su metrónomo son, en muchos casos, tan rápidas que resultan casi imposibles de ejecutar incluso para los intérpretes más virtuosos.
Por ejemplo, la sinfonía “Allegretto” de la Séptima Sinfonía está marcada a un tempo que, según las indicaciones de Beethoven, debería ser interpretado a una velocidad mucho mayor de lo que es comúnmente practicado hoy en día. Este problema no solo desafía la destreza técnica de los músicos, sino que también cuestiona la interpretación histórica y estilística de las obras de Beethoven.
Las discrepancias entre las indicaciones de tempo de Beethoven y las prácticas interpretativas modernas han llevado a una gran variedad de explicaciones y teorías. Pero, sin una explicación clara y definitiva, el problema del metrónomo de Beethoven se ha mantenido como uno de los grandes misterios de la interpretación musical.
Retrato de Beethoven
HIPÓTESIS HISTÓRICAS
A lo largo de los años, han surgido diversas hipótesis para explicar las inconsistencias entre los tempos indicados por Beethoven y las interpretaciones modernas de sus obras. Una de las teorías más debatidas es que la sordera progresiva de Beethoven, que comenzó a afectar significativamente su audición en la década de 1790, pudo haber alterado su percepción del ritmo y el tempo. Algunos musicólogos sugieren que, al perder la capacidad de escuchar claramente, Beethoven podría haber desarrollado una percepción interna del tempo que no se correspondía con la realidad objetiva del metrónomo.
Otra hipótesis que se planteó fue que los cambios culturales y estilísticos en la interpretación de la música clásica a lo largo de los siglos han influido en la manera en que se tocan las obras de Beethoven. En el siglo XIX, durante el auge del Romanticismo, los intérpretes tendían a adoptar tempos más lentos y expresivos, en contraste con los tempos más rápidos y precisos que Beethoven podría haber pretendido. Este cambio de estilo podría haber llevado a una reinterpretación de las indicaciones de tempo originales, ajustándolas a las sensibilidades de la época en lugar de adherirse estrictamente a las marcas del metrónomo.
La idea de que el metrónomo de Beethoven estuviera defectuoso o mal calibrado también ha sido ampliamente discutida. Algunos investigadores han propuesto que el aparato mecánico podría haber sufrido daños o desgaste con el tiempo. Además, hay quienes creen que el compositor podría haber malinterpretado las instrucciones de uso del metrónomo, anotando valores erróneos debido a una falta de familiaridad con la nueva tecnología. De hecho, jsuto esta parece ser la respuesta correcta al enigma.
Todo indica que, en un metrónomo como el de la imagen, Beethoven no habría sabido identificar si su tempo venía indicado por la parte superior o inferior del marcador. Es decir, no habría sabido afirmar si su tempo era 76 o 108. Esto sería consistente con las alteraciones e incorcondancias de su obra.
UNA CUESTIÓN DE USABILIDAD
Hace poco tiempo, pare que este enigma de siglos puso punto y final a su misterio. Los investigadores españoles Almudena M. Castro e Iñaki Úcar presentaron una solución lógica y convincente al enigma del metrónomo, la cual publicaron en la revista PLOS ONE. Castro y Úcar, combinando su experiencia en física, bellas artes, y ciencia de datos, abordaron el problema desde una perspectiva multidisciplinaria.
La investigación comenzó con la creación de un modelo matemático detallado del metrónomo de Beethoven, basado en la física del péndulo y cálculos de masas y distancias. Así, al observar que ninguna de las teorías vigentes parecía tener sentido, se dieron cuenta que solo debían considerar la usabilidad del metrónomo. En un análisis detallado, los investigadores notaron que la pesa del metrónomo, una pieza clave que se ajusta para marcar el tempo, tenía una forma de flecha que apuntaba hacia abajo y se dieron cuenta que Beethoven podría haber interpretado incorrectamente esta indicación, leyendo el valor inferior de la pesa en lugar del superior.
Anotación de Beethoven en la que puede leerse “108 o 120”
Esta confusión es plausible y está respaldada por una anotación en el manuscrito de la Novena Sinfonía de Beethoven, donde el compositor duda entre dos valores de tempo: “108 o 120“. Esta diferencia de 12 pulsos por minuto coincide exactamente con la discrepancia observada por los investigadores en sus análisis de las interpretaciones modernas de las obras de Beethoven. Es decir, todo parece indicar que Beethoven podría haber estado anotando los tempos incorrectamente debido a un malentendido sobre cuál era el valor relevante en el metrónomo. Al fin y al cabo, hasta los genios tienen derecho a equivocarse, ¿no?
FUENTE: NATIONAL GEOGRAPHIC