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¿Vacunas sin agujas? El secreto podría estar en el sistema inmune de la piel

¿Vacunas sin agujas? El secreto podría estar en el sistema inmune de la piel

Mundo, 16 de dic 2024 (ATB Digital).- Para millones de personas en todo el mundo, las vacunas son mucho más que una herramienta médica: representan una fuente de ansiedad. La fobia a las agujas, conocida como belonefobia (también se puede ver como “tripanofobia”), afecta aproximadamente al 10% de la población y puede ser un obstáculo para recibir tratamientos esenciales.

Ahora, sin embargo, aquellos que experimentan este miedo patológico podrían estar de suerte: un nuevo descubrimiento revolucionario ha revelado que nuestra piel, el órgano más grande del cuerpo humano, tiene la capacidad de generar sus propios anticuerpos, algo que podría ser clave para desarrollar vacunas sin agujas, aplicadas directamente sobre la piel. 

Los hallazgos, llevados a cabo por científicos de la Universidad de Pittsburgh en Pensilvania, se han publicado recientemente en la prestigiosa revista científica Nature y abren un nuevo y emocionante horizonte en la investigación médica: mientras que durante décadas la piel había sido vista como una simple barrera pasiva que protegía nuestro cuerpo del mundo exterior, este estudio ha sacado a la luz una competencia sorprendente y antes desconocida sobre ella.

Un sistema inmunológico local: los anticuerpos de la piel

Aunque los científicos había observado previamente respuestas inmunitarias en la piel infectada, encontrar este tipo de reacciones en pieles sanas es un hallazgo inesperado. “La idea de un sistema inmunitario semiautónomo en un tejido periférico es muy emocionante”, señala Daniel Kaplan, dermatólogo e inmunólogo de la Universidad de Pittsburgh.

El sistema inmunológico debe mantener un delicado equilibrio: protegernos de patógenos dañinos sin atacar a los microorganismos beneficiosos que habitan en nuestra piel. En investigaciones anteriores, se demostró que en ratones libres de microbios, la bacteria Staphylococcus epidermidis–un habitante común e inofensivo de la piel humana– podía colonizar la piel y desencadenar una respuesta inmunitaria específica.

Ahora, los estudios más recientes muestran que esta interacción es mucho más potente de lo que se creía. Michael Fischbach, microbiólogo de la Universidad de Stanford, explica: “Cuando el sistema inmunológico detecta una bacteria amistosa, no simplemente la ignora; se activa y genera una respuesta que fortalece la inmunidad local”.

Una nueva era en el ámbito de las vacunas

En experimentos con ratones, Fischbach y su equipo descubrieron que S. epidermidisno solo activaba células inmunitarias llamadas células B –responsables de producir anticuerpos–, sino que la piel podía mantener esta respuesta durante más de 200 días, incluso sin la ayuda de ganglios linfáticos. Además, esta bacteria fomentaba la formación de estructuras inmunitarias especializadas que atraían tanto células T como células B, amplificando aún más la producción de anticuerpos.

En un segundo estudio, los investigadores modificaron genéticamente a S. epidermidis para que presentara proteínas extrañas en su superficie, como fragmentos de la toxina del tétanos. Al aplicar estas bacterias en la piel de ratones, se lograron respuestas inmunitarias similares a las provocadas por vacunas convencionales, protegiendo a los animales incluso frente a dosis letales de la toxina.

Así, el potencial de estas vacunas es enorme. En lugar de inyecciones, podrían aplicarse como una crema sobre la piel, lo que las haría más accesibles, económicas y fáciles de distribuir, especialmente en regiones con recursos limitados. Además, este enfoque podría ser clave para desarrollar vacunas que actúen en las mucosas, como las del sistema respiratorio, ayudando a prevenir infecciones antes de que comiencen.

Eso sí, todavía quedan preguntas importantes por responder. ¿Es la respuesta inmunitaria de la piel humana tan fuerte como la observada en ratones? Según Fischbach, estudios preliminares muestran altos niveles de anticuerpos contra S. epidermidis en personas sanas, pero será necesario realizar ensayos en primates no humanos y humanos para garantizar la seguridad y eficacia de este método. “Si esto se va a implementar en el mundo real, debemos demostrar que funciona”, concluye Fischbach.

FUENTE: MEDIOS INTERNACIONALES

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