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El príncipe dragón: el descubrimiento fósil que reescribe la historia de los tiranosaurios

Mundo, 13 junio 2025 (ATB Digital).— Durante décadas, los restos óseos de una criatura prehistórica permanecieron ignorados en una vitrina de un museo en Mongolia, catalogados erróneamente como parte de una especie ya conocida.

Ahora, tras medio siglo de anonimato, investigadores de la Universidad de Calgary han revelado que no se trataba de Alectrosaurus, sino de un nuevo y esbelto antepasado de los legendarios tiranosaurios: Khankhuuluu mongoliensis, el “Príncipe Dragón de Mongolia”.

Esta criatura, que vivió hace unos 86 millones de años, se erige como un eslabón perdido entre los pequeños tiranosauroideos primitivos y los colosos de dientes aserrados que dominaron los continentes millones de años después.

De apenas cuatro metros de longitud, con mandíbulas alargadas y dientes afilados como cuchillas, el Khankhuuluu recuerda a una versión juvenil del Tyrannosaurus rex. Sus ojos grandes y hocico delgado indican que este depredador era más ágil que fuerte, una sombra veloz en lugar de un titán aplastante.

Sin embargo, lo que lo hace verdaderamente extraordinario no es su aspecto, sino su ubicación en el árbol genealógico de los tiranosaurios. Por su morfología y antigüedad, Khankhuuluu ocupa una posición clave justo antes del surgimiento de los Eutyrannosauria, el grupo de gigantes que incluiría al mismísimo T. rex.

Análisis fósil

El análisis filogenético de este fósil ha revelado que comparte ciertos rasgos con los dos clados más avanzados de tiranosaurios: los robustos Tyrannosaurini y los más gráciles Alioramini, conocidos por sus cráneos estrechos y hocicos puntiagudos. Esta similitud no es casual.

Según los investigadores, estas líneas evolutivas divergentes evolucionaron en paralelo desde un ancestro común como, adaptándose a diferentes nichos ecológicos mediante procesos heterocrónicos. En pocas palabras, algunos crecieron más y más rápido (peramorfosis), mientras que otros conservaron características juveniles (paedomorfosis).

Reformulación del mapa

El hallazgo de Khankhuuluu no solo aclara los orígenes de los Eutyrannosauria, sino que también reformula el mapa de su expansión planetaria. Aunque durante mucho tiempo se pensó que T. rex y sus parientes evolucionaron únicamente en América del Norte, los nuevos datos sugieren una historia mucho más dinámica.

Esta nueva especie indica que los tiranosaurios se originaron en Asia, cruzaron hacia América del Norte en la mitad del Cretácico y, sorprendentemente, algunos linajes regresaron a Asia unos millones de años después. Esta migración doble permitió la diversificación en clados como Alioramus y Tarbosaurus en territorio asiático.

Esa danza evolutiva transcontinental entre Asia y América duró cerca de 20 millones de años. Y fue en ese largo viaje de ida y vuelta donde surgieron los carnívoros más formidables del planeta. Así, Khankhuuluu mongoliensis no es solo un nuevo fósil. Es un testigo fósil de un momento crucial: el instante en que los príncipes comenzaron a caminar el sendero hacia el trono.

Hallazgo del esqueleto

El esqueleto parcial fue descubierto originalmente entre 1972 y 1973 en la Formación Bayanshiree, pero no fue hasta que el paleontólogo Jared Voris lo examinó en 2023 que sus verdaderas raíces salieron a la luz. Su estudio no solo identificó rasgos únicos —como una cámara de aire hueca en el hueso nasal, inédita entre los tiranosaurios—, sino que también resaltó el valor de reexaminar antiguas colecciones en busca de nuevas historias evolutivas.

Casos como el de Khankhuuluu no son aislados. De hecho, Voris y su equipo han hallado múltiples ejemplos de tiranosaurios “escondidos a plena vista”, fósiles atribuidos erróneamente que resultan ser nuevas especies. En 2020, por ejemplo, el equipo describió Thanatotheristes, otro tiranosaurio previamente mal identificado. Este patrón evidencia que nuestra comprensión del linaje tiranosáurido es aún fragmentaria, y cada nueva pieza puede alterar significativamente el cuadro general.

El Príncipe Dragón representa un capítulo fundamental en la saga evolutiva que culminó con el reinado de T. rex, y demuestra que incluso los más temibles depredadores tuvieron un comienzo modesto. Su cuerpo delgado, sus rasgos juveniles y su lugar en la transición entre especies pequeñas y gigantescas, lo convierten en una figura clave para descifrar cómo surgieron los colosos del Cretácico tardío.

Fuente: National Geographic España

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