Mundo, 13 de agosto 2025 (ATB Digital).- En entrevista con Vanity Fair, Tim Burton compartió cómo la segunda temporada de Merlina representa para él un regreso íntimo y deliberado al universo del stop-motion. El director explicó que, más allá de una decisión estética, esta técnica artesanal constituye una forma de homenajear sus orígenes creativos y reivindicar el valor del trabajo hecho a mano en una industria cada vez más digital.

Esta vuelta a la animación stop-motion (o cuadro por cuadro) se plasma en una de las escenas más comentadas de la nueva temporada. En el primer episodio, titulado “La vuelta a la tristeza”, Pugsley Addams (Isaac Ordonez) explora la Academia Nunca Más y descubre la leyenda de un estudiante dotado de poderes telequinéticos y un corazón mecánico, cuyo destino quedó sellado bajo el inquietante Árbol Calavera.
Para narrar ese momento, la historia abandona la imagen real y se traslada al reino del stop-motion, generando un flashback cargado de atmósfera y misterio que resume la identidad visual y emocional de Burton.
Un homenaje a los orígenes y a los mentores
El impulso para regresar al stop-motion surgió del propio Burton, quien no solo buscaba experimentar, sino también rendir homenaje a sus primeras experiencias como animador. Tal como compartió en entrevista con Vanity Fair, toda su vocación artística se remonta a Doris Adams, la profesora que marcó su paso por la secundaria en Burbank High School.
Fue Adams quien confió en su potencial y le prestó su primera cámara de animación cuadro por cuadro, alentando la creatividad del joven Tim, fascinado desde niño por los monstruos y lo insólito. “Me dejó ser quien era, algo muy importante. La verdad, ese es el motivo por el que nunca la olvidaré”, recordó el cineasta.
Esta influencia y gratitud se perciben en cada detalle de la secuencia animada. Burton buscó reproducir la sensación de los proyectos estudiantiles y experimentales, acercándose a la inocencia y la libertad del cine hecho sin normas estrictas ni grandes presupuestos. El director explicó a Vanity Fair que, para plasmar ese espíritu, orientó al equipo a evitar la perfección digital y apostar, en cambio, por lo artesanal, tosco y genuino.
El proceso: artesanal, imperfecto y auténtico
Para dar vida a la animación del Árbol Calavera, Burton volvió a confiar en Mackinnon & Saunders, la productora especializada en stop-motion con la que ya había trabajado en “La novia cadáver” y “Frankenweenie”. Participó activamente en el diseño, modelando personalmente la cabeza del personaje central, optando por alambres para el cabello y expresiones rudimentarias. “Ese era el rollo: como si lo hubiesen hecho unos niños”, resumió sobre la directriz dada al equipo.
La filosofía de precariedad intencionada se trasladó también a la realización práctica. El director pidió que toda la secuencia diera la impresión de haber sido construida sin recursos abundantes y con materiales recuperados, desde la vegetación hasta los efectos especiales.
Incluso la electricidad y la explosión en la torre del reloj fueron simuladas usando técnicas tradicionales: gel de glicerina retroiluminado para las llamas y animación imperfecta para la electricidad, reforzando la atmósfera de misterio y leyenda urbana que Burton tanto aprecia.
Una animación que es testimonio y declaración de principios
Este regreso al stop-motion no es solo una elección estética; es también una declaración de principios. Burton apuesta por lo hecho a mano, por la calidez y el error, por la sensación de que “hay un ser humano detrás de cada movimiento”.
La carga autobiográfica de la escena se hace explícita cuando Burton vincula el motivo visual del Árbol Calavera a su propia infancia en Burbank, un suburbio de Los Ángeles donde la carencia de grandes árboles y la monotonía del entorno forjaron su imaginario fantástico.
“La única diferencia es que ahora está lleno de árboles grandes, pero en aquel entonces la vegetación era más escasa. No había muchos árboles grandes en el vecindario”, relató Burton, reafirmando la profunda conexión emocional entre su biografía y su filmografía.
Burton invita así a las nuevas generaciones a descubrir la belleza del stop-motion, esa técnica que, con sus huellas visibles y su atmósfera inquietante, sigue dando vida a los sueños —y pesadillas— de uno de los cineastas más singulares del cine contemporáneo.
Fuente: Infobae