Mundo, 01 oct 2025 (ATB Digital).- Datos recientes obtenidos por la NASA mediante observaciones satelitales sugieren que algo está cambiando profundamente. Desde el año 2000, y con mayor claridad desde 2020, el hemisferio norte del planeta está absorbiendo más radiación solar de la que emite, en contraste con el hemisferio sur, que mantiene una tendencia más estable.
Esta ruptura en la simetría de albedo (la capacidad de la superficie terrestre para reflejar la luz solar) podría tener implicaciones de largo alcance para el sistema climático global.
Este hallazgo, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), se basa en 24 años de datos del sistema CERES (Clouds and the Earth’s Radiant Energy System). ¿La causa? Una combinación de factores: aerosoles industriales, cambios en el vapor de agua, alteraciones en el uso del suelo y una distribución desigual de nubes.
La asimetría
La idea de una simetría hemisférica en el albedo ha fascinado a los científicos desde los primeros datos satelitales en la década de 1970. A pesar de las relevantes diferencias geográficas (más tierra y población en el norte, más océanos en el sur), ambos hemisferios reflejaban casi la misma cantidad de radiación solar. Se asumía que las nubes desempeñaban un papel compensador fundamental, equilibrando los efectos de aerosoles, masas continentales y variaciones de temperatura. Pero este equilibrio parece estar cediendo.
Según el estudio, mientras ambos hemisferios se están “oscureciendo”, es decir, absorbiendo más energía solar que antes, el norte lo hace a un ritmo más acelerado. Este oscurecimiento desigual rompe con una de las suposiciones más fundamentales del sistema climático: que las nubes y otros mecanismos compensatorios mantendrían la simetría global de radiación. En consecuencia, las circulaciones atmosféricas y oceánicas, que dependen de esta distribución de energía, podrían estar viéndose forzadas a reajustarse.
Ya se observan indicios de tales reajustes. Investigaciones paralelas han registrado cambios en los patrones de precipitación, una ralentización en la gran cinta transportadora oceánica (la circulación termoalina) y un desplazamiento hacia el norte de la Zona de Convergencia Intertropical, una región clave donde se encuentran los vientos alisios de ambos hemisferios. Esto no solo implica un cambio climático global más profundo, sino que también anticipa alteraciones regionales con impacto directo en millones de vidas humanas.
¿Cuál es la causa?
El estudio incorpora un análisis de perturbación radiativa parcial (Partial Radiative Perturbation) para identificar los componentes que más influyen en esta nueva asimetría. Los aerosoles, en particular los industriales del hemisferio norte, figuran entre los principales responsables. Estos contaminantes afectan no solo al albedo directamente, sino también al comportamiento de las nubes. A medida que disminuye la cantidad de aerosoles en ciertas regiones (por ejemplo, debido a políticas de aire limpio en Europa), el reflejo solar disminuye, permitiendo una mayor absorción de energía.
El fenómeno también plantea una incógnita mayor: ¿puede el sistema climático ajustarse por sí solo a este nuevo desequilibrio? Modelos idealizados predicen que, con el tiempo, las nubes podrían actuar nuevamente como agentes estabilizadores, redistribuyendo su cobertura para restablecer cierta simetría. Pero también cabe la posibilidad de que el sistema entre en un nuevo estado de equilibrio, más cálido, más inestable y profundamente diferente del que hemos conocido durante siglos.
La Tierra, vista desde el espacio, parece inmóvil, en un equilibrio eterno. Pero en su interior, en la interacción entre atmósfera y océano, en la danza de nubes y rayos solares, se están produciendo mutaciones silenciosas. Algunas, apenas perceptibles; otras, como esta ruptura en la simetría del albedo, podrían ser el preludio de un cambio climático más radical de lo imaginado.
Fuente : National Geographic