Mundo, 22 de nov 2025 (ATB Digital).- Basta con observar a un perro cruzar una plaza para percibir la energía que irradia. Detrás de cada uno de sus movimientos se esconde un potencial singular: los perros generan beneficios profundos en la salud mental y emocional de los humanos. Si alguna vez surgió la pregunta sobre el motivo, las voces de la ciencia, la clínica y la cultura proponen explicaciones con matices sorprendentes.
Ecos de la memoria: cuando el perro despierta historias y emociones dormidas
Graciela Spinelli, licenciada en Gerontología, asiste a una escena que se reitera semana tras semana: personas mayores aguardan con expectación la llegada de sus visitantes más inusuales. “Los perros realizan una labor tan importante porque conectan a las personas con su historia y emociones más allá de las palabras. Se buscan con la mirada, despiertan recuerdos y enlazan el presente con momentos valiosos de la infancia”, compartió Spinelli en diálogo con Infobae.
Esta intervención terapéutica cobra especial valor para quienes han dejado atrás el hogar propio y ahora viven en comunidad. Un animal de compañía entrenado puede transformar la rutina y dar nuevas razones para compartir, vincularse y hasta reorganizar la agenda semanal. “La llegada de los perros baja el estrés, fomenta el bienestar subjetivo y les da motivos para proyectarse hacia nuevas experiencias”, detalla Spinelli. Los nombres empiezan a circular antes de la llegada y la expectativa misma se convierte en un estímulo contra la soledad.
De guardianes a miembros del hogar: el nuevo pacto multiespecie
El mundo cotidiano da muestra de una transformación silenciosa: la presencia de animales de compañía en el hogar ya no responde a una función utilitaria, sino que se integra en el tejido emocional de la familia. Any Krieger, psicoanalista, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), Full Member de la Asoc. Psicoanalítica Internacional, supervisora clínica del Hospital Rivadavia, observa en la consulta diaria cómo estos animales se instalan como figuras centrales en la salud mental, ofreciendo sostén emocional frente a situaciones de estrés, angustia y soledad. Su rol excede el de la simple convivencia: emergen como lazo de afecto estable en un contexto de vínculos cambiantes.
Según Krieger, las personas muchas veces priorizan el bienestar de sus animales de compañía, al punto de que la ausencia o pérdida de uno de ellos puede desencadenar tristeza intensa o estados de duelo equiparables a los que atraviesan ante otras pérdidas importantes. “El animal de compañía ocupa el sitio del afecto perdido, funciona como nexo con la esperanza y habilita la posibilidad de establecer nuevas formas de vinculación emocional en tiempos marcados por la aceleración y la incertidumbre”, afirmó la experta.
Además, la presencia de un animal de compañía facilita los momentos de transición: mudanzas, rupturas familiares o inicios de etapas de autonomía.
En estas circunstancias, el vínculo que se construye con el animal ayuda a quienes atraviesan estos cambios a sostener la estabilidad emocional y encontrar un punto de apoyo. Para Krieger, el fenómeno se observa tanto en jóvenes que se independizan como en adultos que reorganizan su estructura vital.
Según explicó Carmen Pérsico, certificada en Intervenciones Asistidas con Perrosde Swiss Medical: “Compartir la vida cotidiana con un perro genera una relación de confianza y cariño, y ese vínculo ayuda tanto a la relajación como a la disminución de la ansiedad”.
Pérsico detalló: “Acariciarlo, mirarlo o simplemente tenerlo cerca hace que el cuerpo libere hormonas relacionadas con el bienestar, y al mismo tiempo disminuye la tensión. Los perros transmiten calma; su respiración, su calidez y su actitud tranquila, ayudan a que quienes comparten ese momento también logren relajarse”.
La especialista destaca el valor de las pequeñas rutinas cotidianas y su impacto emocional: “Cuando una persona cuida y acompaña a un perro, siente que alguien depende de ella; esa sensación de ser útil y valorado mejora también la autoestima”. Además, resalta cómo la presencia de los perros “da estructura al día, ofrece la oportunidad de moverse, de cuidar y de salir de la inactividad. Esas acciones simples tienen una enorme importancia psicológica, sobre todo en quienes atraviesan momentos de soledad o vulnerabilidad”.
Para Pérsico, el efecto positivo se multiplica especialmente en adultos mayores: “En ellos, los beneficios de convivir y participar en intervenciones asistidas con perros se potencian y se ve rápidamente un impacto favorable tanto en el ánimo como en la calidad de vida”.
Herramientas emocionales: la psicodinámica del vínculo humano-perro
El universo emocional que habilitan los animales de compañía no reconoce fronteras etarias. María Fernanda Rivas, psicoanalista, especialista en parejas y familias, coordinadora del Depto de Pareja y Familia y Grupos de la APA, destacó su potencial para motivar la interacción social y forjar puentes entre generaciones distintas. “El respeto hacia los animales promueve el aprendizaje del cuidado del otro en niños y adolescentes. Se trata de una lección invaluable que se transmite en la dinámica familiar”, señaló la psicoanalista, quien llama a evitar la adopción como simple reemplazo de carencias afectivas.
Desde el consultorio, Rivas amplía la mirada: “Los animales de compañía pueden percibir y adaptarse a los estados emocionales de las personas con quienes conviven. Funcionan como espejos, catalizadores de empatía, ternura y espontaneidad”. Así, niños que enfrentan cambios —como el ingreso a la escuela, la llegada de un hermano o procesos de separación— encuentran en el vínculo con su animal de compañía una fuente de calma y constancia. En adultos, la función reguladora se traduce en sostén ante el duelo, la soledad o el reencuentro con la dimensión lúdica de la vida.
Durante la pandemia, los animales de compañía se volvieron figuras centrales en muchos hogares. El tiempo de convivencia reforzó los lazos y permitió observar, con mayor detenimiento, el impacto cotidiano del vínculo. “Cuando la convivencia es responsable y afectuosa, los beneficios emocionales se vuelven tangibles”, destacó la experta.
Coordenadas para la empatía y el cuidado: ciencia, cultura y convivencia
La mirada histórica y cultural también ilustra el crecimiento del fenómeno. El historiador Yuval Harari, citado por la psicoanalista Rivas, ubica la evolución de la relación humano-animal desde el plano utilitario hasta el reconocimiento de necesidades emocionales y sociales. En Argentina, las transformaciones sociales y legales reflejan esta tendencia: nuevas leyes de protección, reconocimiento de familias multiespecie y figuras de acompañamiento en la vida cotidiana.
El ciclo vital y la función de los animales de compañía varían según el momento. Sirven de sostén en el nido vacío, incentivan la socialización durante la vejez y transforman la vivencia del hogar en tiempos de cambio. El simple acto de compartir, acariciar o pasear junto a un perro, remarcan los expertos, desencadena reacciones químicas que estimulan el placer y disminuyen el estrés.
La presencia de animales de compañía vincula a las personas con la vitalidad, la espontaneidad y la capacidad de pausar, más allá de las obligaciones y rutinas. El lazo construye nuevas formas de empatía y pertenencia, y cobra sentido propio como experiencia legítima en la vida humana.
Fuente: Infobae
