La Paz, 19 de dic 2025 (ATB Digital) .- Mientras los dirigentes sindicales dan plazos, la ciudadanía se acomodan al nuevo escenario sin subvención.
“Señores pasajeros, antes de continuar la ruta, la instrucción de nuestros dirigentes es cobrar el pasaje a Bs 4,50 o incluso Bs 5, pero muchos no estamos de acuerdo. No es justo. Por eso estamos cobrando Bs 3,50. ¿Están de acuerdo?”, preguntó el conductor de un minibús que recorre el macrodistrito San Antonio, cruza el centro paceño y llega hasta la ladera oeste.
Mientras hablaba, mostró un papel impreso con la tarifa y el sello de su sindicato. Luego lo dobló con cuidado y lo guardó en la guantera. La respuesta de los pasajeros fue inmediata y unánime: “Sí, estamos de acuerdo. Pagaremos Bs 3,50”. El vehículo arrancó y el viaje continuó sin discusiones ni protestas.
La primera reacción ciudadana tras el anuncio del presidente Rodrigo Paz de eliminar la subvención a los hidrocarburos —gasolina y diésel— fue de sorpresa, preocupación e incluso alarma. Miles de personas acudieron a los surtidores para llenar los tanques de sus vehículos ante el temor de un alza inmediata en los precios.
En paralelo, desde primeras horas de la mañana, dirigentes del transporte lanzaron advertencias al Gobierno, fijaron plazos para la abrogación del Decreto Supremo 5503 y anunciaron paros, bloqueos y la posibilidad de una medida indefinida si no se restituía la subvención.
A esas voces se sumaron otros sectores: la Central Obrera Boliviana (COB), trabajadores mineros, organizaciones sociales de El Alto, panificadores y gremiales, todos rechazando lo que calificaron como un “gasolinazo” y advirtiendo una escalada de movilizaciones contra el Gobierno. Incluso, un grupo de afiliados a la Central Obrera Regional de El Alto protagonizó una primera marcha de protesta que llegó a exigir la renuncia del jefe de Estado.
Sin embargo, el escenario en las calles mostró matices distintos. En un recorrido realizado por EL DEBER, se constató que, más allá de la preocupación visible en los rostros, predominaba una actitud de serenidad, casi de resignación, como la de quien recibe una mala noticia largamente anunciada y asume que no hay alternativa.
“Tarde o temprano tenía que pasar”, comentó un pasajero que llevaba una bolsa grande de fideos sobre las piernas. “Sí, que de una vez se acabe la subvención. Vivíamos con el Jesús en la boca y los que más se beneficiaban eran los contrabandistas”, añadió una mujer que cargaba verduras, carne, arroz y aceite.
En las paradas, la escena se repetía: “¿A cuánto está el pasaje?”, preguntaban los usuarios. “A Bs 3,50”, respondían los choferes. “Ya, pago, pero no más que eso”, replicaban los pasajeros antes de subir, como parte de un acuerdo tácito entre transportistas de base y ciudadanía, ambos resignados a los primeros efectos de un país sin subvenciones.
Al mismo tiempo, una parte importante de la población paceña se volcó a mercados y centros de abasto. Las filas para comprar arroz, azúcar, harina, aceite y fideos se multiplicaron, no solo por el temor al alza de precios, sino también por la previsión de eventuales bloqueos que afecten el abastecimiento.
Desde el Gobierno aseguran que estas reacciones eran previsibles. Admiten que el principal impacto será el aumento del costo de vida, pero confían en que, tras el golpe inicial, vuelva la calma. Al mismo tiempo, pidieron a la población no dejarse llevar por el pánico ni por comerciantes que intenten aprovechar la incertidumbre para imponer precios abusivos.
Fuente: Medios Locales