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Carmelo, el puma rescatado que ahora quiere ser líder

Carmelo

La Paz, 1 ago 2019 (ATB Digital).- Era 20 de agosto de 2012 y algo extraño, nada de otro planeta, ni un fenómeno paranormal, irrumpió en lo cotidiano de la comunidad de Sucusuma en Potosí. Un visitante se avizoraba, de origen desconocido cuyas habilidades para devorar la carne hacían insostenible su estancia. Aparentemente tenía tres meses ya que sus manchas oscuras no estaban muy presentes a esa edad. Pronto sería trasladado a Toro Toro.

Siete años después, Carmelo es 20 veces más grande, saca la cabeza majestuosamente de su madriguera en forma altiva. Ahora se encuentra en el Zoológico Vesty Pakos, explica la administradora de este centro, Andrea Morales.

Cuando fue encontrado en Sucusuma, Carmelo estaba entre cartones en la casa de un comunario. Habitaba en una estancia pequeña, en la cual se abrigaba con ropa vieja y cartones. Los comentarios sobre qué hacer con el felino no se hicieron esperar, aunque no hubo un pronunciamiento formal de autoridades ambientales nacionales. Se decidió llevarlo al Parque Nacional Toro Toro, donde, y debido una vez más a su pesada alimentación, no pudieron cuidarlo, haciéndole pasar días de hambre.

“Carmelito no comía bien, mantener a un felino de sus características tiene un coste y precio elevado. Un pumita come mucha carne”, indica Morales.

En todos estos años su realidad cambió constantemente, pero nunca más sufriría una degradación física o moral. Cuando llegó al Zoológico de La Paz Vesty Pakos, derivado por la Dirección Nacional de Biodiversidad, pesaba 9 kilos y tenía una lesión en su mandíbula inferior. Por su corta edad se pensó que era una hembra pero con el paso del tiempo se evidenció que era macho. 

Las primeras semanas no comía bien, era tímido y tenía miedo. Lo que más conmovió fue que por seguir los protocolos tuvo que ser recluido en cuarentena por dos meses.

Cuando culminó la cuarentena, Carmelo puedo habitar el hogar hecho por la Alcaldía para los pumas víctimas de trata y tráfico. Pumasani (lugar de los pumas) se denomina ese espacio que hasta ese momento albergaba a una familia conformada por Younger, Huayna y Coba, esta última hembra.

Pumasani fue un lugar acogedor pero a raíz de todas las desventuras a Carmelo le costaba acercarse y mantener contacto con sus vecinos a quienes veía ejercitarse, disfrutar el clima y tomar agua del riachuelo. Carmelo, no lo hacía. 

El trauma que experimentan los animales que viven el tráfico ilícito de fauna silvestre no los dejan vivir tranquilamente, a veces de por vida.

“Los animales que llegan a nosotros son rescatados de personas inescrupulosas y nosotros somos una nueva alternativa de vida para ellos”, explica Morales.

A los 11 meses Carmelo pudo acercarse a sus congéneres. Aún temeroso y tímido pero disfrutaba en soledad de Pumasani. Por las mañanas visitaba los bebederos y los montículos de tierra. Se acercaba a las plantas nativas del altiplano, pero lo que más le gustaba era su madriguera, donde no se acercaba nadie y donde podía resguardarse del frío, lluvia o calor. 

A su madriguera se acercaba el guardafauna, Francisco Quispe, quién al ver a Carmelo quiso ganar su confianza.  “Le daba diversos alimentos para ver que le gustaba más. Le daba carne de pollo, de carne y se alegraba un montón cuando de a poquito Carmelo le iba aceptando la comida y jugaba”, explicó la administradora del zoológico municipal. Carmelo recuperó la confianza en la naturaleza. Poco a poco interactuaba más con los otros pumas y con su guardafauna.

Una vez más, la vida pondría a Carmelo una nueva prueba de integración. Su calidad de macho hacía complicada su convivencia con Coba, a quien podía copular y como regla se evita tajantemente la reproducción entre especies rescatadas. ”Carmelito era un joven vigoroso y tenía todas para poder copular (a Coba). Por eso fue necesario cambiar a Carmelo al ambiente de felinos mayores, donde conviviría con Rolo, un puma ancianito”, dijo Morales.

Carmelo y Rolo vivieron juntos hasta hace unos meses cuando Rolo falleció. Pero Carmelo ya no era el mismo, este tiempo en Vesty Pakos formó su carácter y se convirtió en un felino altivo y líder. El Carmelo que llegó hace siete años era tímido, siempre adquiría una postura de sumisión, pero el pasar del tiempo le regaló un temperamento de líder que marca y defiende su territorio. 

“Vivir con un puma anciano le ayudó a ser templado y respetuoso. Con Rolo no jugaba pero si se respetaban y convivían”, afirmó Morales.

¿Pero cómo no hacer aburrida la vida de un puma en el Zoo? El personal de Vesty Pakos se encarga de entretener a los pumas de diversas formas. Su hábitat está enriquecido con troncos, árboles para trepar. Para hacer divertida su alimentación sueltan peces en el riachuelo donde deben cazarlos o llenan tripas de jumento con ratones vivos que deben liberar, atrapar y comer.

Ahora, y en ausencia de Rolo, Carmelo continúa en el área de los felinos mayores y se mantiene solitario, pero firme. Lo que Carmelo recién descubrirá es que en el área contigua a su espacio se instaló Rajak, otra pumita rescatada. “Carmelo ira sintiendo el olor del otro puma y esperemos que poco a poco  comience su interacción y que compartan descansos y juegos”. 

Actualmente, Carmelo tiene 7 años, es decir que está en la mitad de la vida de un puma. Las revisiones veterinarias de Carmelo son periódicas y se controla su peso y talla, cuidado de ojos, orejas, entre otros. “Hasta el momento el Carmelo no tuvo tratamiento es un animal sano joven y vigoroso”, dijo Morales. (AMN)

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