Palestina, 4 ago 2020 (ATB Digital).- Con sus diestras manos, Nihad y Zeinab Jarboa cosen peluches y disfraces de colores, una tarea que permitía subsistir a este matrimonio de palestinos discapacitados de la Franja de Gaza, pero sus magros ingresos se han desplomado por la pandemia del nuevo coronavirus.
Nihad Jarboa, de 37 años, sufre una discapacidad motora desde la infancia, mientras que su mujer Zeinab, de 35, le amputaron los pies hace cinco años tras sufrir una enfermedad rara tras el parto de su segundo hijo.
Ambos en silla de ruedas, sus posibilidades de encontrar trabajo eran muy reducidas en Gaza, empobrecida tras años de conflicto y con unos niveles de paro muy elevados.
Por eso, los Jarboa se dedican a coser peluches y disfraces inspirados en personajes de dibujos animados desde su domicilio en el campo de refugiados de Rafah, en el sur de la Franja de Gaza.
“Vendíamos unos 20 o 30 peluches al mes, a unos 10 shekels la unidad (unos 2,50 euros)”, explica Nihad Jarboa a la AFP. “También organizábamos espectáculos de disfraces en guarderías o escuelas y pedíamos 20 shekels (cinco euros) por cada uno de ellos”, añade.
“Pero todo esto se paró con el coronavirus”, lamenta el palestino.
La Franja de Gaza no ha sufrido hasta ahora un gran impacto del covid-19, con 78 casos detectados, y solo un muerto, según los datos oficiales.
Pero en el enclave, que sufre un bloqueo israelí desde hace más de una década, adoptaron un estricto confinamiento desde marzo, que hundió la economía, con el cierre de escuelas y mezquitas y la prohibición de concentraciones en la calle.
“Una vida decente”
En este territorio prácticamente encerrado entre Egipto, Israel y el mar Mediterráneo, los niveles de paro superan el 50% y los de pobreza se sitúan en el 53%, recuerda Maher Al Tabaa, economista en la Cámara de comercio e industria de Gaza.
“El coronavirus agravó la situación económica y los niveles de paro y pobreza deberían aumentar”, advierte Al Tabaa, quien recuerda que el 80% de los gazatíes dependen de la ayuda alimentaria.
Aunque se relajaron las medidas para frenar el virus, los Jarboa solo recibieron dos peticiones para organizar espectáculos y desde marzo su actividad cayó un 75%.
“No abandonaremos, aunque sea difícil”, sostiene Zeina Jarboa, mientras prepara un té en la única habitación de su domicilio.
“La situación se ha vuelto más difícil con el coronavirus”, pero “tengo la voluntad de superar este desafío”, afirma esta joven, quien desea que sus hijos “tengan una vida decente”.
Este matrimonio, como casi la mitad de los habitantes de Gaza, recibe ayuda financiera de la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA).
“Pero esto no es suficiente para comprar comida”, lamenta Zeina, mientras cose un disfraz del Pato Donald.
Hay más de 700.000 refugiados palestinos después de que los expulsaran de sus tierras entre abril y agosto de 1948 tras la creación del Estado de Israel.
(Adel Zaanoun/AFP)
Imagen:AFP