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De la antorcha llevada por el ‘Bebe de Hiroshima’ a la ceremonia de la sobriedad en los tiempos del Covid

De la antorcha llevada por el 'Bebe de Hiroshima' a la ceremonia de la sobriedad en los tiempos del Covid

Japón, 22 jul 2021 (ATB Digital).- De Hiroshima al Covid, de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial a la batalla contra esta pandemia también mundial, la relación de Tokio con el olimpismo ejemplifica bien ese tránsito. La capital japonesa no pudo celebrar los primeros Juegos que le fueron concedidos, en 1940, por el estallido del conflicto. Cuando finalmente pudo hacerlo, en 1964, era la capital de un país que encontraba en la cita una oportunidad para elevar la autoestima nacional, devastada por la derrota, la deshonra de su ejército y los execrables efectos causados por el uranio y el plutonio sobre Hiroshima y Nagasaki.

Para el encendido del pebetero fue escogido el atleta Sakai Yoshinori , nacido en Miyoshi, a 60 kilómetros de Hiroshima, el 6 de agosto de 1945, el mismo día que cayó Little Boy, la primera de las bombas. El último relevista es siempre un secreto, pero el encendido de la llama olímpica, hoy, se producirá en una ceremonia marcada por el Covid, alejada del colorido, la sonoridad y la pomposidad de las paradas asiáticas que ya vimos en Pekín. Si en 1964 fueron 83.000 espectadores los que vieron llegar al ‘Bebe de Hiroshima’ al Estadio Nacional, apenas unos 1.000 vip’s observarán esta vez el encendido en un acto sobrio, como se abre la puerta de una casa todavía de luto.

Las ceremonias olímpicas pasaron a formar parte de una competición no regulada, en la que no se enfrentan los atletas, sino los organizadores. Tokio tenía planeado asombrar al mundo, al recrear la tradición de su pasado con las herramientas del paraíso de la tecnología. A las calamidades, se une el cese del director de la ceremonia, Kentauro Kobayashi, por comentarios antisemitas en su juventud. Apenas podrá las segundas, aunque más durante las competiciones. La ceremonia, hoy, quedará en el protocolo del desfile y los discursos, con una representación de líderes mundiales mucho más reducida de lo habitual. Emmanuel Macron y la primera dama estadounidense, Jill Biden, son los más destacados. La mayoría, sin embargo, serán representantes de ministerios, administraciones deportivas o presidentes de comités olímpicos nacionales, como es el caso de Alejandro Blanco.

RECHAZO DE LA SOCIEDAD JAPONESA

La decisión no tiene únicamente que ver con las severas medidas impuestas por el Covid, ya que las distancias de separación impiden las coreografías. También, y muy especialmente, con el respeto por los muertos por la pandemia en todo el mundo, alrededor de cuatro millones, y el rechazo mayoritario a la celebración de los Juegos por parte de la sociedad japonesa. El recorrido de la llama ha sorteado protestas por todo el país, aunque el respeto individual por los visitantes es total, parte de la idiosincrasia nipona.

Es ese sentido, es destacable la presencia en la ceremonia del presidente de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus , que intervino, en Tokio, ante la 128 sesión del Comité Olímpico Internacional (COI) para dar respaldo a los Juegos. El líder de la OMS no habló de la suspensión de la cita como una opción, sino de “demostrar lo que se puede hacer cuando se aplica los planos adecuados”. “Estamos ante una prueba de fuego”, dijo, y aprovechó para reclamar desde el escenario más global que existe la solidaridad de los más ricos en el proceso de vacunación.

La ceremonia, pues, pretende dar todo el protagonismo a los atletas, que realizarán el desfile correspondiente, aunque las delegaciones serán más selectivas, puesto que muchos de los participantes no se encuentran en Tokio. Los protocolos exigen que los atletas lleguen a la ciudad cinco días antes de competir. Si en 1964 desfilaron integrantes de más de 90 países, en plena Guerra Fría y con fuertes tensiones diplomáticas, como la ausencia de China por la participación de Taiwan, ahora lo harán en representación de más de 200 comités olímpicos nacionales. En lugar de un abanderado, las delegaciones tendrán dos: hombre y mujer. Por España, Saúl Craviotto y Mireia Belmonte, ambos con cuatro medallas olímpicas. El 49% de los 11.000 participantes en Tokio son mujeres.

HIROHITO Y LAS SOMBRAS

El emperador Hirohito fue el encargado de declarar abiertos los Juegos de 1964, después de pronunciarse el entonces presidente del COI, Avery Brundage. Dos figuras muy controvertidas. El primero, que había sido reticente a la rendición en la Segunda Guerra Mundial hasta el último momento, recibió inmunidad tras los ‘Juicios de Tokio’, el Nüremberg del Pacífico, mientras algunos de sus ministros y mandos eran sentenciados a muerte o cadena perpetua. El segundo tenía un pasado de colaboración con los nazis descubierto años después de su mandato. En esta ocasión, asimismo, volverá a abrir la cita el emperador actual, Narhuito, pero no estará acompañado de la emperatriz Masako en el Estadio Olímpico de Tokio, levantado en el mismo lugar que el antiguo Estadio Nacional. La decisión de la Casa Real nipona tiene un doble mensaje: el respaldo institucional a un proyecto nacional pero con discreción por la contraria sensibilidad popular.

Ello ha provocado, asimismo, ausencias muy significativas a la ceremonia, como la de los representantes de los grandes patrocinadores locales de los Juegos, desde el gigante automovilístico Toyota a Panasonic, Bridgestone, NEC o Fujitsu. Según uno de sus portavoces, los Juegos tienen un “efecto tóxico”. Los ‘sponsors’, no obstante, han cumplido con sus compromisos financieros, al aportar 423 millones de euros de los 1.186 millones que cuestan los Juegos, unos 2.000 más por los efectos de la pandemia.

EL SEXO, DE VUELTA A CASA

La tecnología es la que va a intentar compensar la ausencia de público en las 43 instalaciones habilitadas para 33 deportes, salvo los que se disputan en ruta, tanto a través de las retransmisiones como para los atletas, que podrán ver imágenes de aficionados en grandes pantallas . Serán los primeros Juegos disponibles en 4K, incluso en 8K para japoneses privilegiados, y se podrán encontrar seguimientos de las actuaciones en 3D. El sonido de otros Juegos servirá para crear atmósfera acústica.

Las medallas que se colgarán los que accedan al podio, unas 5.000, están hechas de teléfonos y aparatos de teléfonos reciclados, un mensaje hacia otra plaga: el cambio climático. De ellos se han obtenido extraer, dicen, 32 kilos de otro y muchos más de plata y bronce. El ‘Bebe de Hiroshima’ no se pudo colgar ninguna, porque no llegó a participar en cita olímpica alguna, ni en la que llevó la llama de la esperanza. Entonces tampoco se repartían preservativos en la Villa Olímpica. En Tokio serán 160.000, pero con la recomendación de utilizarlos después, en el regreso a casa. Como quedará claro en la ceremonia, Tokio es lugar para desfilar y competir, no para fiestas ni para sexo.

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