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Boliviana estafaba a través de Tinder en Perú: Consuelo Rivero contactaba a empresarios y les pedía miles de dólares

Boliviana estafaba a través de Tinder en Perú: Consuelo Rivero contactaba a empresarios y les pedía miles de dólares

Lima, 06 de septiembre (ATB Digital).- ¿Cómo operaba la mujer para convencer a ejecutivos de alto perfil? Conoce a la estafadora de Tinder, quien usa la aplicación para sostener su lujoso estilo de vida sin trabajar.

Al mismo estilo de Simon Leviev, el famoso ‘estafador de Tinder’, Consuelo Estrella Rivero Hoyos, una mujer de nacionalidad boliviana, usaba la aplicación para seleccionar cuidadosamente a hombres con poder económico para fingir intereses amorosos con ellos y sustraerles miles de dólares con engaños.

El administrador de empresas, experto en marketing y profesor de postgrado en una reconocida universidad en Lima, Julio Chirinos, creyó ciegamente en la encantadora fémina, a quien llegó a considerar el amor de su vida. En solo una semana de haberla conocido en Tinder, quedó prendado y, sin dudarlo, inició una relación sentimental.

“Me encuentro con una solicitud de amistad y veo que esta persona era de Santa Cruz. Como yo doy conferencias y dicto cursos en Latinoamérica,pensé que era una persona que quería contactar conmigo para fines profesionales”, narró el afectado en diálogo con el dominical “Cuarto poder”.

“Y es por Zoom que, en menos de una semana, esta persona me enamora, caigo totalmente enamorado, no por la belleza, sino por la forma en la que te hacía sentir y las palabras que utilizaba para poder conectar contigo”, añadió.

Consuelo Rivero, de 40 años, se presentaba en Tinder ante los incautos como una mujer cerca de la ‘perfección’. Profesional e independiente, aseguraba que era una exitosa abogada con doctorado en derechos humanos por la universidad de San Marcos y coordinadora del área legal del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, conocido como el PNUD. Información que también aparece en su perfil de LinkedIn.

Cuatro meses después de iniciado el vínculo amoroso con Julio Chirinos, la ‘estafadora de Tinder’ expresó a su nueva ‘pareja’ sus deseos de comprar un lote en una zona pudiente del norte de Santa Cruz. “Al cabo de un par de semanas, ya estuve compartiendo los gastos de la inversión de un lote de 500 metros cuadrados al norte de Santa Cruz, valorizado en unos 150.000 dólares”, aseveró.

Tras el terreno de 500 metros, llegó el departamento y el hombre pasó a pagar cuotas mensuales de 1.500 dólares por un inmueble que constaba 220.000. “Jamás le iba a pedir los contratos, porque vivíamos acá, teníamos una relación, ya conocía a su familia, conocíamos todo de nosotros”, acotó.

Supuestamente, Consuelo Rivero laboraba en tierras peruanas, pero salía del país constantemente con la excusa de tener un jefe muy exigente. “Yo en ese momento confié en ella que tenía que ir a trabajar”, lamentó Chirinos.

Sin embargo, para ese entonces, ella ya había empezado a frecuentar a su siguiente víctima, Germán, un empresario dedicado a la agricultura.

“Quedamos en comer, me invitó a la Huaca Pucllana a cenar. Ella me invitó, pagó todo, me sorprendió y hasta ahí todo bien (…). A mí me cayó muy bien una persona madura, que trabajaba, independiente. Me sorprendió, nos matamos de risa, fue muy agradable”, afirmó.

Poco tiempo después, Consuelo sorprendió a Germán con un falso embarazo. Él lo descubrió gracias a que mandó a analizar una supuesta ecografía. “Yo, felizmente, tengo un amigo ecógrafo de los buenos allá en Chiclayo; le pregunté cuánto tiempo tenía y me dice ‘German, tiene 10 a 12 semanas’”.

“La llamo y le digo: ‘Nunca más me vuelvas a llamar, no quiero saber nada más de ti, la foto que me has enviado es de 10 a 12 semanas, eso no es mío’ (…). Fue una mala experiencia, una persona de las más malas que he conocido en mi vida”, aseguró

Otras víctimas

Además de Julio, Germán y otros hombres que no quisieron participar en el informe del dominical, Consuelo Rivera también engañaba a familiares y allegados de sus víctimas.

Isabel, conoció a Consuelo hace más de seis años, cuando la boliviana aún estaba casada con uno de sus mejores amigos. Se ganó su confianza, pero la estafadora no tardó en mostrar sus verdaderas intenciones.

“Inicialmente me dijo 15.000 soles y después me pidió más, en total ella me debe como 42.000 soles (…). Ella sabe perfectamente porque es su negocio, sabe que por préstamo no hay cárcel. Ya prácticamente se desentendió de la deuda”, aseveró.