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Irène Joliot-Curie, una científica genial a la sombra de sus padres

Irène Joliot-Curie

Mundo, 11 oct 2022 (ATB Digital).- La de Irène Joliot-Curie es una de esas historias que
por las circunstancias pueden pasar desapercibidas, y en cierto modo así
ha sido. Hija de Pierre y Marie Curie, sendos galardonados con el
premio Nobel de Física en 1903, y en el caso de Marie, también con el
premio Nobel de química en 1911, Irène Joliot-Curie nació en París en el
año 1897. Desde muy pequeña mostró sus habilidades para las matemáticas
y la ciencia en general, ingresando a los 10 años en una escuela junto a
los hijos de otros prestigiosos intelectuales de la época conocida como
la Cooperativa, entre cuyos profesores se encontraban personajes de la talla de su propia madre, el físico francés Paul Langevin o el químico Jean Perrin.

Tras finalizar sus estudios de secundaria en el colegio parisino de
Sévigné, ingresó en el año 1914 en la Universidad de La Sorbona para
comenzar sus estudios de física y matemáticas, sin embargo, tras el
estallido de la Primera Guerra Mundial, dos años después la joven Irène
dejaría la universidad para ayudar en el frente a su madre como enfermera radiológica,
donde junto a esta asumió la dirección de la instalación de equipos de
rayos X en los hospitales militares de Francia y Bélgica.

Tras finalizar el conflicto, regresó a la universidad, se licenció y
cursó un doctorado en el Instituto del Radio, donde además se desempeñó
como ayudante de su madre y completó su tesis doctoral sobre los rayos
alfa del polonio. Fue en esta época en la que conoció al que sería su
esposo y compañero sentimental Frédéric Joliot, quien
era asistente en el laboratorio de Marie Curie, con quien se casó en
1926 adoptando sus apellidos y pasando a ser conocida como Irène
Joliot-Curie.

La carrera de Irène Joliot-Curie estuvo centrada en gran medida en el estudio de la radiactividad natural y artificial, la transmutación de los elementos y la física nuclear. Gran parte de ella fue paralela a la de su marido, con el que trabajaba codo con codo, y junto al cual, en el año 1932 irradió parafina utilizando polonio en un experimento. El matrimonio erró en la interpretación de los resultados de este, sin embargo, la repetición y ampliación de dicho experimento ese mismo año por parte del físico inglés, James Chadwick, condujo al descubrimiento del neutrón, por lo que este sería galardonado con el premio Nobel de Física en el año 1935.

Dos años más tarde, en 1934, Irene y Frederic demostraron por primera vez la creación de radioisótopos artificiales mediante el bombardeo de átomos de boro, aluminio o magnesio con partículas alfa, también conocidas como núcleos de helio, el cual publicaron en un artículo titulado Production artificielle d’éléments radioactifs. Preuve chimique de la transmutation des éléments, cambiando para siempre la forma de ver la tabla periódica y la relación entre los elementos químicos, y por lo que fueron galardonados con el Premio Nobel de Química en 1935.

Un año antes, en 1934, el matrimonio se unió al Partido Socialista francés, tomando posición en el año 1936 por el bando republicano en la Guerra Civil Española, siendo Irene una de las 3 mujeres que participaron en el gobierno del Frente Popular de Francia, periodo durante el cual sentó, junto a Jean Perrin, las bases del que se convertiría en el actual Centro Nacional de Investigaciones Científicas de París (CNRS).

Al igual que Pierre y Marie Curie, los Juliot-Curie hicieron público todo su trabajo relativo a la radiactividad, algo que cambió motivado por el ascenso del nacional socialismo en Europa. De hecho, en el año 1939 ambos decidieron mantener en secreto sus investigaciones sobre el desarrollo de reactores nucleares, las cuales permanecieron en un sobre cerrado en la Academia Francesa de las Ciencias hasta el final de la Segunda Guerra Mundial. Durante el transcurso del conflicto, en 1946, Irene también sería nombrada directora del Instituto del Radio y en 1939, Frédéric demostró, con Antoine Lacassagne,el uso de yodo radiactivo como trazador en la glándula tiroides, ganándose así la membresía de la Academia de Medicina francesa.

Tras la guerra, la científica puso sus habilidades al servicio de la adquisición de materias primas, la prospección de uranio y la construcción de instalaciones de detección para el gobierno francés, y junto a su marido desempeñaron respectivamente los cargos de Comisionado y Alto Comisionado de la Comisión de Energía Atómica hasta que fueron destituidos en 1950, momento en el que retomaron sus trabajos de laboratorio.

Fue en esta época en la que la salud, tanto de la científica como de su marido, comenzó a decaer. Consumida por la leucemia como su propia madre, Marie Curie, Irene ingresó en el Hospital Curie de París, donde murió el 17 de marzo de 1956, no sin antes, en el año 1955, elaborar ??los planos de los nuevos laboratorios de física nuclear en de la Universidad de Orsay, al sur de París, donde equipos de científicos podrían trabajar más fácilmente con grandes aceleradores de partículas.

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