ERIK LLANOS
El clásico, una vez más, fue celeste de principio a fin y se dio tal cual un partido de Copa Libertadores. Sí, Bolívar jugó como en el torneo que lo sitúa como uno de los 16 mejores de Sudamérica y ante The Strongest dejó claro porqué está en octavos de final y el tigre también demostró porqué quedó eliminado como último de su grupo.
Las diferencias futbolísticas, tanto en lo colectivo como en lo individual, quedaron a la vista. La academia dominó, creó e hizo tres goles. Mientras, el tigre, metido en su campo, apuntó solo a balonazos largos a Triverio (¿no había criticado Formosinho esa forma de jugar?).
El resultado es la muestra de las realidades de ambos equipos. Bolívar juega los partidos más importantes (clásicos y sudamericanos) como se tienen que jugar: con intensidad, jerarquía y buen trato del balón. The Strongest no lo hace, ni los más importantes. A lo largo del torneo local en varios duelos fue superado futbolísticamente, sin embargo sigue primero en la liga.
Los 11 elegidos por Beñat San José jugaron a gran nivel, pero destaco a Gabriel Villamil que se consolida como el mejor centrocampista boliviano. En el tigre no hubo individualidades para destacar. Los llamados a generar juego o desequilibrio (Ortega, Arrascaita y Ursino) no aparecieron. Y desde el banco, las soluciones no alcanzaron.
A solo días de Libertadores, el rendimiento celeste invita a la ilusión de superar la fase de octavos. El Atlético Paranaense, sin duda, será un rival más difícil y de mayor jerarquía que el cuadro atigrado, que deberá mejorar y mucho para mantener la punta y más para obtener el título que le es esquivo desde hace muchos años.
ERIK LLANOS ES PERIODISTA