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Reviviendo lo antiguo: el fascinante caso de los gusanos que despertaron tras 46.000 años

Mundo, 3 ago 2023 (ATB Digital).- Dice el refranero popular que “El tiempo es oro”. Así que imaginemos por un momento la fortuna que pueden haber acumulado unos especímenes de Panagrolaimus kolymaenis. Según un artículo recién publicado, este gusano de unos pocos milímetros de longitud acabaría de batir el récord de longevidad en nemátodos por más de 45.000 años.

Según los autores del estudio, los P. kolymaenis habrían podido sobrevivir desde la prehistoria gracias a un proceso denominado criobiosis, un estado de latencia que adopta un organismo para resistir temperaturas extremadamente bajas. Estos gusanos, recogidos en el afloramiento de Duvanny Yar en el río Kolyma, noreste de Siberia, parece que entraron en criobiosis hace entre 45839 y 47769 años, y han “dormido” desde entonces hasta ahora.

EL DESCUBRIMIENTO
En verano del año 2002, el Dr S. Gubin se encontraba enfrente de la pared de un acantilado. Esta pared, de unos 55 metros de altura y 9 kilómetros de largo había sido excavada durante cientos de años por el río Kolyma, y mostraba perfectamente las diferentes capas de suelo que se asentaban una sobre otra. De la pared asomaban restos de plantas y animales que fueron enterrados hace cientos o miles de años. Pero esto no era todo. Lo realmente peculiar de aquel muro tiene que ver con el clima de la región.

Debido al frío extremo de Siberia, la mayoría de su suelo es permafrost, es decir, está permanentemente congelado. Durante los días más cálidos del verano, únicamente los primeros 70 centímetros de suelo se descongelan y favorecen la vida de miles de animales, que aprovechan las temperaturas para aparearse y guardar alimentos para sobrevivir al invierno. Pero bajo esa pequeña capa de menos de un metro hay al menos otros 500 de permafrost, que guardan, congelados, animales y plantas que antaño se encontraban en la superficie.

Tras comenzar las primeras excavaciones, a unos 40 metros de profundidad, el equipo de Gubin encontró las galerías de una madriguera de suslic ártico (Urocitellus parryii). Este mamífero emparentado con las marmotas es un conocido de la región, y sus madrigueras son pequeñas cápsulas del tiempo, ya que contienen restos de hojas, plumas, semillas y pelos de otros animales que el suslic recoge para crear su hogar. En concreto, la madriguera denominada P-1320 consistía en un túnel de entrada y en una gran cámara de 25 centímetros de diámetro que había sido sellada hacía miles de años. Dentro de ella, congeladas, se encontraban restos de hierba y semillas que habrían servido como refugio y reserva de alimentos.

El Dr. Gubin, conociendo el valor del hallazgo, tomó las muestras de forma cuidadosa, las introdujo en bolsas estériles e impidió que se descongelaran durante el transporte. Una vez en el laboratorio y manteniendo condiciones asépticas, separaron los diferentes componentes de la madriguera y los introdujeron en un congelador a -20 grados centígrados.

DESCONGELANDO LO ANTIGUO
Las muestras del río Kolyma permanecieron congeladas hasta 2018. En aquel momento, la paleobióloga Anastasia Shatilovich pudo comenzar a extraer toda la información que contenían. Lo primero y más necesario era observar detenidamente qué eran aquellas muestras. Hojas, barro, heces, lo normal en una madriguera. También había restos de insectos y de microorganismos. Sorprendentemente, 2 de las 300 muestras contenían unos pequeños gusanos, de apenas unos milímetros, que parecían en perfecto estado. Un pensamiento se cruzó por la mente de Shatilovich: ¿Podrían haber sobrevivido?

La doctora añadió agua a la muestra y, para su sorpresa, los pequeños gusanos comenzaron a rehidratarse y a moverse. Shatilovich desconocía la especie concreta, pero otros gusanos similares se alimentan de bacterias, por lo que los colocó en una placa de cultivo para que pudiesen darse un banquete. Al fin y al cabo, llevaban mucho tiempo dormidos… Pero, ¿cuánto? Para saberlo midieron la cantidad de Carbono 14 presente en los restos orgánicos. Los resultados apuntaban a más de 45.000 años. ¿Sería posible? ¿Los gusanos que acaban de “despertar” tenían más de 45.000 años?

EL COMIENZO DE LA POLÉMICA
El problema es que no pudieron medir la edad de las células del gusano. En paleobiología se asume que los organismos presentes en una muestra son tan antiguos como el resto de los componentes orgánicos de los alrededores. Es decir, no se pone en duda que los componentes de la madriguera tienen 46.000 años, ya que han sido correctamente datados, pero existe la posibilidad de que los gusanos podrían haber llegado después.

Según comenta para la revista Smithsonian Byron Adams, otro paleobiólogo especializado en criobiosis, existen dudas de que se hayan seguido correctamente los procesos que garantizarían la esterilidad. Esto es debido a que las muestras fueron recogidas por un equipo distinto al que las analizó posteriormente y no se conoce si en todo momento estuvieron completamente selladas. Por tanto, los gusanos podrían ser contaminación del exterior.

De momento, tras realizar más pruebas, el equipo ruso ha confirmado que P. kolymaenis puede sobrevivir al proceso de congelación gracias al mismo mecanismo que se encuentra en otros nemátodos. Este mecanismo, muy estudiado en C. elegans, se basa en la pérdida del agua de su interior, seguido de la producción de un azúcar denominado trehalosa. La función del azúcar es proteger las estructuras celulares de la formación de cristales de hielo. De esta forma, los gusanos pueden disminuir su metabolismo y “dormir” hasta que las condiciones sean más favorables.

EL PORQUÉ DE LA POLÉMICA
Este descubrimiento, de confirmarse, supondría un enorme salto en las capacidades de los organismos criobióticos que conocemos. Hasta ahora, las especies de nemátodos más longevas que habían despertado de su letargo eran especímenes antárticos de Plectus murrayi que habían sobrevivido congelados 25,5 años. También se conoce el caso de otro nemátodo de la especie Tylenchus polyhypnus, que consiguió sobrevivir en estado de desecación 39 años antes de ser rehidratado de nuevo. Pero P. kolymaenis añadiría tres ceros a los récords anteriores, un dato extraordinario que, por tanto, también requiere de pruebas extraordinarias.

Sin embargo, a pesar de sus 46.000 años, P. kolymaenis todavía queda lejos del récord absoluto: Una espora de una bacteria del género Bacillus conservada en el abdomen de una abeja que fue encerrada en ámbar hace entre 25 y 40 millones de años. En 1995, un artículo en la revista Science aseguraba haber conseguido que estas bacterias, parecidas a las extintas Bacillus sphaericus se reprodujeran en condiciones controladas.

UNA MALA Y UNA BUENA NOTICIA
De confirmarse por más centros de investigación, el hallazgo de P. kolymaenis es una prueba más de una verdad incómoda. Con el aumento de las temperaturas y una aceleración en el deshielo del permafrost, pueden volver a activarse organismos entre los que se encuentran bacterias y virus de otro tiempo. Estos microorganismos pueden suponer un peligro para la salud tanto de animales, como de humanos, ya que nuestros sistemas inmunológicos podrían no estar preparados para enfrentarse a ellos.

Sin embargo, este hallazgo también es una oportunidad para comprender mejor la evolución de las especies. P. kolymaenis es un organismo muy interesante ya que no habría sufrido mutaciones ni cambios en 46.000 años. Así, por tanto, se puede comparar con las especies más cercanas evolutivamente para ver los efectos del tiempo en su genoma y tratar de comprender cómo evolucionarán en un futuro.

NATIONAL GEOGRAPHIC

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