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UN MICRERO Y SU PERRITO SON LOS MEJORES AMIGOS

MAX JUAN TANCARA ES PERIODISTA

En días de frío o calor, en jornadas en las que hay para comer y en otras no hay nada que llevarse a la boca, prácticamente en todo momento, Hugo Mamani y su compañero de aventuras, siempre están juntos.

Hugo es un maestro del volante, desde hace más de tres décadas, recorrió las carreteras del país al mando de un bus, y por esos azares del destino, ahora es parte del Sindicato Eduardo Avaroa y conduce un micro azul. A ratos está en la línea 30, o el 27, la M o la J, en fin, siempre transitando las calles y avenidas de las ciudades de La Paz y El Alto.

Como gran parte del día se la pasa conduciendo su motorizado, no tiene con quién dejar a su mejor amigo, Chiquito, un can de “raza criolla”. Para no tenerlo abandonado y solo en su casa, a Hugo se le ocurrió llevar al perrito de tamaño mediano, a su lado, sí, junto al asiento del conductor. Ahí le puso unas frazadas y Chiquito va cómodo mientras su amigo humano conduce y cobra los pasajes. Muchos de los pasajeros que bajan y suben a El Alto, ya conocen a estos inseparables amigos. Algunos incluso ya les tomaron cariño y destacan el afecto que este micrero le tiene a su can. Hugo cuida tanto a su mascota, que incluso hizo colocar un porta vasos cerca del tablero del carro y ahí lleva un envase con agua, eso por si a Chiquito le da sed.

De comer, a este ch’api de pelaje blanco, le tocó aprender las costumbres de los choferes, pues come cada vez que llega a una parada. Algunas veces le toca saborear una presa de pollo y otras un asado de res, es decir, de alimento, tampoco sufre.

La historia de estos mejores amigos se remonta aproximadamente al 2019, cuando Hugo conducía buses interdepartamentales y una de sus paradas frecuentes era Uyuni. Fue en esa terminal potosina que vio al pequeño can, medio asustado y correteando en busca de comida. Más o menos, debió tener unos seis meses. Como los boleteros ya sabían que Hugo es querendón de los animales, le sugirieron que lo adopte. Desde entonces ya no se separan. Viajaron por casi todo el país. En sus travesías pasaron momentos dulces, pero también amargos, como aquella vez en la que el vehículo falló y tuvieron que pernoctar tres días en la Cumbre, antes de ingresar a Cochabamba. Aunque ahora eso es solo un recuerdo, Hugo valora mucho que quien no separó de él ni un momento, fue Chiquito, por eso “le paga con la misma moneda”, su fidelidad y cariño.

A finales de agosto, Chiquito terminaba de recuperarse de la operación a la que tuvo que ser sometido, pues un día, mientras estaban fuera del micro, unos perros lo corretearon y al tratar de subir al vehículo estrelló su cabeza contra el fierro. Por lo visto, Chiquito no solo tiene veterinario, sino también cuenta con un peluquero. Fue en esas fechas que tuve el gusto de conocer a esta pareja de amigos. El día que hice la entrevista, el animalito estaba algo asustado, pero ante las palabras de afecto de Hugo, siempre se refugiaba en sus brazos y le movía la cola; otras pruebas de que el amor entre ellos es recíproco. Además, como estaba cerca San Roque, el chofer dijo que lo agasajaría de la mejor manera a su “wawita”, como le llama de cariño.

Sin duda, Hugo es un ejemplo a seguir. Mientras hay gente que abandona a sus mascotas en las calles, a este chofer le sobra cariño y dedicación para con los animales.

Criar una mascota es una gran responsabilidad, no solo se debe tener espacio y recursos para alimentarlos, sino también paciencia y por sobre todo cariño. Entonces, hay que pensarlo dos y hasta tres veces cuando estemos tentados a llevar una mascota a la casa.