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Fútbol: más que un deporte, un fenómeno social y político

Soledad Buendía Herdoíza

¡En la jugada de todos los tiempos, barrilete cósmico! ¿De qué planeta viniste? ¡Para dejar en el camino a tantos ingleses, para que el país sea un puño apretado, gritando por Argentina! Gracias, Dios, por el fútbol, por Maradona, por estas lágrimas. Víctor Hugo Morales.

El 30 de octubre de 1960 nace en Villa Fiorito, Lanús, Diego Armando Maradona. En consenso de muchos el más grande futbolista de la historia. Su dimensión como líder no escapa de cuestionamiento y críticas, motivando debates y reflexiones sobre este deporte como un fenómeno social y político.

El fútbol, conocido como el “deporte rey”, trasciende las fronteras y las culturas, uniendo a personas de todo el mundo en una pasión común. Si bien es cierto que el fútbol es un deporte que se juega en el campo, su influencia trasciende las líneas del estadio y se convierte en un fenómeno social y político de gran relevancia. En América Latina figuras como Diego Maradona, Pelé o Messi han demostrado cómo el fútbol puede convertirse en una plataforma de cambio, mientras que, al mismo tiempo, persiste la necesidad de abordar las cuestiones de género en un deporte históricamente masculinizado.

El fútbol tiene la extraordinaria capacidad de unir a personas de diferentes orígenes y creencias en un objetivo común: apoyar a su equipo o selección nacional. En América Latina esta pasión es especialmente evidente con hinchadas apasionadas que llenan los estadios y las calles en los partidos importantes. El fútbol a menudo sirve como un escape de las tensiones, brindando alegría y unidad a las comunidades en momentos de dificultad. Pero también es el escenario de ataques, excesos y violencias que salen del control y lo desdibujan.

Maradona es uno de los nombres más influyentes en la historia del fútbol, y su impacto va mucho más allá de los logros en el campo de juego. Provenía de un entorno humilde en Villa Fiorito, un barrio pobre en las afueras de Buenos Aires, y se convirtió en un símbolo de lucha contra la adversidad y la desigualdad. Su famoso “gol del siglo” en el Mundial de 1986 y su controvertido “gol con la Mano de Dios” en el mismo torneo son recordados no solo por su genialidad futbolística, sino también por su capacidad para desafiar las expectativas de todas y todos en el contexto de la invasión de Inglaterra a Malvinas. La destreza de Maradona con el balón era asombrosa, su capacidad para driblar a varios oponentes, su visión de juego y su precisión en los tiros lo convirtieron en un jugador excepcional. Su ascenso al estrellato mundial a través del fútbol sirvió como inspiración para muchas personas, demostrando que el talento y la determinación pueden abrir puertas y superar obstáculos.

Maradona lideró a la Selección Argentina a la victoria en la Copa del Mundo de 1986, un logro que lo convirtió en un ejemplo nacional y una figura internacional. Su actuación allí, en el que anotó goles memorables y llevó a la Argentina a la victoria, es parte integral de su legado que recuerda su capacidad para inspirar y motivar no solo a un equipo, sino a un país.

Maradona era una figura política, con firmeza expresó opiniones fuertes sobre temas sociales, tenía una clara posición de izquierda y de apoyo a gobiernos de esa tendencia en la región, como Cuba o Venezuela. A menudo usó su fama para abogar por causas importantes, como los derechos de las personas marginadas, cuestionando un sistema de opresión e injusticias.

A pesar de su trágica muerte en noviembre de 2020, el legado de Maradona perdura. Su nombre es sinónimo de excelencia futbolística y de la pasión que el fútbol puede generar. Además continúa inspirando a futbolistas y admiradores en todo el mundo. Fue mucho más que un futbolista exitoso, fue un ícono cultural y una figura emblemática. Su importancia radica en su capacidad para inspirar a generaciones de aficionados y en su influencia más allá del campo de juego, lo que lo convierte en una de las figuras más influyentes en la historia del deporte y la cultura pop.

Nos demostró que el fútbol, más allá de su capacidad para unir a las masas, puede servir como plataforma para cambios profundos y también como escenario de disputa. Hay que reconocer que el fútbol ha sido históricamente un deporte masculinizado. Las mujeres han enfrentado barreras significativas para participar y ser reconocidas, tanto en el campo como en la dirección y la administración. Sin embargo, en las últimas décadas el fútbol femenino va ganando poco a poco terreno, con un crecimiento constante en la visibilidad y el reconocimiento de las mujeres en el deporte.

Es fundamental apuntar la importancia de superar la masculinización del fútbol y trabajar hacia la igualdad de género en el deporte. Las mujeres futbolistas como Marta Vieira da Silva, de Brasil, y Abby Wambach, de Estados Unidos, han demostrado que el talento y la pasión no conocen género y su éxito inspira a generaciones futuras de mujeres en todo el mundo a seguir sus sueños.