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¿Vuelve Trump a encaminarse en la carrera presidencial? Los retos que afronta en breve

Ociel Alí López

El avance del expresidente Donald Trump en los predios republicanos es avasallante.

En las primarias, ya ha ganado Iowa (51%) y New Hampshire (54%), de manera sólida, lo que ha obligado a Ron DeSantis (con un 21 % y 0,7% respectivamente), a retirarse, cuando el camino presidencial apenas comienza.

El expresidente solo tiene como obstáculo a la precandidata Nikki Haley, exfuncionaria de su gobierno, quien aunque logró un 43% en New Hampshire y llegó de tercera en Iowa, con el 19%, no tiene perspectivas reales para quedarse mucho tiempo en la carrera por la candidatura.

En definitiva, la tendencia de que Trump se haga, sin problemas, de la candidatura republicana en las internas, parece estar consolidada, y esto hace que todas las miradas viren hacia el Tribunal Supremo de EE.UU.

Durante el mes de febrero, la instancia se encargará de estudiar la responsabilidad del magnate en el ataque al Congreso, sucedido el 6 de enero de 2021.

La tendencia de que Trump se haga de la candidatura republicana en las internas parece estar consolidada.

El alto tribunal deberá tomar la decisión antes de las primarias republicanas del 5 de marzo en Colorado, estado que inhabilitó a Trump por medio de su supremo.

Ahora será el Tribunal Supremo quien, con decisión en firme que deberán acatar todos los estados del país, determine definitivamente si Trump puede, o no, ser candidato presidencial nuevamente.

El supremo del estado de Colorado, y el estado de Maine, han invocado la enmienda 14 de la Constitución, según la cual se prohíbe ocupar cargos públicos a quienes hayan participado en una insurrección y es esto lo que terminará decidiendo el supremo nacional.

La sombra que persigue a Trump, sobre su responsabilidad en la vandalización del Congreso de los EE.UU. y la negativa a aceptar el resultado electoral, en las próximas semanas tendrá que disiparse, o pesará en sus hombros como el gran error que le costó su carrera política. Todo ello lo decidirá el alto tribunal.

Composición política del Tribunal Supremo

La muerte de la jueza Ruth Bader, miembro del Tribunal Supremo, a finales de 2020, permitió a Trump proponer y fijar una nueva jueza, Amy Coney, y con ello aseguró al conservadurismo una correlación de seis a tres, a su favor, viéndose disminuidas las fuerzas demócratas en su seno. De hecho, Trump alcanzó a nombrar tres de estos jueces. Es muy difícil, entonces, que al menos cinco de estos, el número mínimo requerido, no desestimen la decisión del supremo de Colorado, permitiendo así una candidatura sin obstáculos legales.

Y es por esta correlación a favor que el equipo político-legal de Trump ha respondido rápidamente y ha decidido acudir a él, para que de una vez por todas, desde el comienzo del año, ya el votante estadounidense tenga confianza en las posibilidades reales, y las grandes vías abiertas, que tendría el expresidente para volver a la Casa Blanca.

En términos beisbolísticos, esto quiere decir que con las dos primarias realizadas en las que arrasó y dejó en minusvalía a su competencia, ya Trump ha pegado un ‘hit’ y está en “primera base”. Una decisión favorable del alto tribunal lo colocaría más bien en “posición anotadora”, a punto de “anotar carrera” y hacerse con la presidencia nuevamente.

Ya con la autopista abierta para su consagración, si el tribunal así lo estima, solo quedará una campaña feroz del republicano contra Biden, quien no parece tener todas las condiciones para competir frente a esta locomotora en las presidenciales del 4 de noviembre.

El estado del “antitrumpismo”

Trump perdió su reelección en 2020 no tanto contra una candidatura fuerte y carismática de Biden, sino  contra una gran coalición que se le enfrentó de manera determinante en las calles y en las urnas.

La campaña de entonces de Biden, fue diseñada desde un modelo “atrápalo todo” para aglutinar el malestar, sobre todo étnico, contra Trump, sin darle tantas relevancias a las cualidades del candidato. Sin embargo, a pesar de la gestión del coronavirus (que se considera fatal por el más de un millón de decesos) y el resto de acciones “incorrectas”, Trump logró aumentar su votación en diez millones de votos, en relación a las presidenciales de 2016, en las que había sido elegido presidente.

La pregunta ahora, una vez el tribunal dictamine, es si ese “todos contra Trump”, luego de cuatro años de gobierno de Biden, tenga aún la eficacia suficiente para superar la convocatoria del trumpismo.

La competencia del expresidente luce débil en términos de salud, está empantanada en una gestión con muchos altibajos, en una situación geopolítica adversa, con la crisis económica siempre llamando a la puerta y graves escollos en los temas de migración y epidemia de fentanilo. 

En 2020, Biden logró superar a Trump con aproximadamente siete millones de votos, que representan menos del 5 % de diferencia de votos. Tomando en cuenta que esa ventaja matemáticamente podría reducirse en los delegados a los colegios electorales, entonces podría considerarse que en 2020 la carrera estuvo cerrada. Además, con la situación de crispación que se generó por el desconocimiento al triunfo de Biden, por parte de Trump, aquellos comicios generaron dudas notables sobre el futuro de la democracia estadounidense.

En esta ocasión será el Tribunal Supremo quien decida si Trump puede convertirse en el contendiente de Biden, y si ese escenario llega, estaremos en presencia de una encarnizada revancha que va a volver a hacernos preguntar por la solidez de los cimientos de la gran potencia mundial.   

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