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Ebrahim Raisi, un aliado del mundo multipolar

Carmen Parejo Rendón

La política internacional de Irán se fundamenta en una doctrina de Estado comprendida en los principios básicos que encumbraron el triunfo de la Revolución Islámica en 1979. Sin embargo, para comprender por qué Irán hizo de la causa antiimperialista su bandera debemos atender al propio desarrollo histórico de la construcción nacional del país.

El avance de los imperios europeos, sobre todo el británico, a partir del siglo XIX, afectó de forma decisiva a la nación persa. La élite iraní de esos años comenzó a formarse en Occidente y la penetración económica de compañías extranjeras se extendió por todo el país.

Se crearon así entonces auténticos monopolios, como el de la producción, distribución, exportación y venta del tabaco en 1891, en manos de un particular británico; así como un floreciente movimiento de respuesta que llegaría a provocar una revuelta popular que llamó al boicot y que incluso logró cancelar el control hegemónico occidental en el sector del tabaco.

En 1919 se firma la Convención Anglo-Iranian, que supuso de facto la puesta en venta del país a las compañías extranjeras, en concreto británicas. El 21 de febrero de 1921, Reza Jan, un oficial comandante de los cosacos en la ciudad de Qazvín, se hizo con el control de todo el territorio.

Fue allí cuando se implementaron unas políticas de ‘occidentalización’, entre la que destacaba la ley de 1936, que impedía a las mujeres llevar velo y obligaba a los hombres a vestir al modo occidental, salvo si podían acreditar que eran estudiosos del islam. Todas estas políticas también fomentaron el surgimiento de movimientos de respuesta de carácter identitario.

Reza Jan se coronó a sí mismo como Sha, dando a su dinastía el nombre de los Pahleví. En 1941, tras los acercamientos del autoproclamado rey a la Alemania nazi y el temor de los aliados a que se pudiese abrir un nuevo frente, el país es invadido de forma simultánea por la Unión Soviética y los británicos. Reza Jan huyó y su hijo, Muhammad Reza Pahleví, accedió al trono.

En 1951, el parlamento nombró presidente a Mohammad Mosaddeq, líder de un movimiento nacional-populista que proponía la nacionalización de la Anglo-Persian Oil Company (hoy, BP), que mantenía el control casi total de la explotación petrolera iraní desde 1913.

Este gobierno es depuesto mediante un golpe de Estado orquestado por la CIA estadounidense y el MI6 británico, por lo que se inicia la dictadura del Sha Muhammad Reza Pahleví, un régimen corrupto al servicio de los intereses occidentales, que empobrecía de forma continuada a la población, sobre todo a los campesinos despojados de sus tierras, que se agrupaban en las ciudades para encontrar una forma de organización política a través de los bazares y las mezquitas.

En 1919 se firma la Convención Anglo-Iranian, que supuso de facto la puesta en venta del país a las compañías extranjeras, en concreto británicas. El 21 de febrero de 1921, Reza Jan, un oficial comandante de los cosacos en la ciudad de Qazvín, se hizo con el control de todo el territorio.

Fue allí cuando se implementaron unas políticas de ‘occidentalización’, entre la que destacaba la ley de 1936, que impedía a las mujeres llevar velo y obligaba a los hombres a vestir al modo occidental, salvo si podían acreditar que eran estudiosos del islam. Todas estas políticas también fomentaron el surgimiento de movimientos de respuesta de carácter identitario.

Reza Jan se coronó a sí mismo como Sha, dando a su dinastía el nombre de los Pahleví. En 1941, tras los acercamientos del autoproclamado rey a la Alemania nazi y el temor de los aliados a que se pudiese abrir un nuevo frente, el país es invadido de forma simultánea por la Unión Soviética y los británicos. Reza Jan huyó y su hijo, Muhammad Reza Pahleví, accedió al trono.

En 1951, el parlamento nombró presidente a Mohammad Mosaddeq, líder de un movimiento nacional-populista que proponía la nacionalización de la Anglo-Persian Oil Company (hoy, BP), que mantenía el control casi total de la explotación petrolera iraní desde 1913.

Este gobierno es depuesto mediante un golpe de Estado orquestado por la CIA estadounidense y el MI6 británico, por lo que se inicia la dictadura del Sha Muhammad Reza Pahleví, un régimen corrupto al servicio de los intereses occidentales, que empobrecía de forma continuada a la población, sobre todo a los campesinos despojados de sus tierras, que se agrupaban en las ciudades para encontrar una forma de organización política a través de los bazares y las mezquitas.

Este fue el escenario que favoreció el triunfo de la Revolución Islámica en 1979 y, por lo tanto, que explica por qué la línea política internacional iraní es hoy en día un asunto de Estado, independientemente de los distintos gobiernos en la nación persa, y más allá de otros debates internos, además, esta línea en política internacional es apoyada de forma mayoritaria por sus clases populares.

No obstante, en estos cuarenta y cinco años, la revolución islámica ha estado atravesada por escenarios geopolíticos cambiantes y gobiernos diversos, que han aplicado distintas estrategias en sus respectivos contextos.

El gobierno de Ebrahim Raisi (2021-2024) ascendió en medio de la agudización del enfrentamiento entre el orden unilateral, nacido tras el fin de la Guerra Fría, y la emergencia de un mundo multipolar que se enfrenta al viejo orden.

Raisi llegó al gobierno dejando claro un principio básico con aristas profundas, como la promesa de no subordinar su política exterior al Acuerdo Nuclear de 2015, un pacto que se presentó como un acercamiento entre la nación persa y occidente. Por el contrario, el mandatario aseveró que su prioridad iba a ser el desarrollo económico de Irán, una declaración de intenciones que, además, marcaba un posicionamiento claro en la actual pugna geopolítica.

El Acuerdo Nuclear se firmó en un contexto muy diferente al actual y se esfumó cuando el entonces gobierno estadounidense Donald Trump decidió unilateralmente abandonarlo en 2018, imponiendo de nuevo sangrientas sanciones contra esta nación.

Desde entonces, el gobierno de Hasán Rohani (2013-2021), predecesor de Raisi, hizo múltiples esfuerzos por tratar de retomar este acuerdo, un desgaste que su sucesor advirtió que no iba a seguir asumiendo, aunque sí mantuvo abiertas todas las mesas de negociación.

La nueva política implementada por Raisi se presentó como un alejamiento progresivo de toda dependencia de Occidente, centrando, de forma simultánea, sus esfuerzos en el acercamiento a otros escenarios. En esa línea destacan sus giras por América Latina y el continente africano, donde se aprobaron múltiples acuerdos de cooperación.

Otra de las aristas fundamentales de la política internacional de Raisi fue la inclusión de Irán en plataformas multilaterales de primer orden, como la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) o el Grupo BRICS.

Todos estos elementos han favorecido, por un lado, el desarrollo económico del país persa (la prioridad anunciada por el presidente) y también elevado el rol internacional de Irán, convirtiéndolo en un interlocutor de primer orden en la actual pugna geopolítica multilateral.

Otros logros de la administración de Raisi, vinculados a esta nueva estrategia, fue el acercamiento con países vecinos como Azerbaiyán, lugar del que venía el presidente cuando sufrió el terrible accidente donde perdió la vida; o el reinicio de las relaciones diplomáticas con Arabia Saudita, buscando con ello la distensión dentro de escenarios de conflicto regionales históricos.

Al funeral de Raisi asistieron 50 líderes internacionales. Atrás quedan los tiempos en que Irán era el hombre de paja de la propaganda de EE.UU. Hoy Irán es reconocido en todo el planeta por su capacidad para fortalecer relaciones tanto bilaterales como multilaterales e independientes con distintas naciones y participar en foros internacionales de primer orden, así como una potencia emergente en sectores tan fundamentales como la energía, la tecnología y la investigación.

Por último, es importante destacar el rol de Irán en relación con la causa palestina, basada, como dije inicialmente, en una política de Estado que llegó a otra dimensión con la represalia de Teherán contra Israel, tras el ataque de la entidad sionista contra una sede diplomática de la nación persa en Siria.

Esa decisión fue una demostración de que el unilateralismo en el terreno militar también terminó y, con ello, se presenta el inicio del fin de la impunidad de la que gozan algunos Estados.

Para algunos puede resultar llamativo el apoyo al presidente Raisi o las muestras sinceras de condolencias en todo el planeta, ya que la propaganda contra Irán ha sido intensa y además hay muchos elementos, fruto del desconocimiento, que lleva al fomento interesado de choques culturales e identitarios. Sin embargo, en este mundo en pugna, donde los pueblos se levantan contra la dominación expoliadora de unos pocos, la sabiduría popular discierne claramente quién es un aliado, como lo fue Raisi, y quiénes son los auténticos enemigos de la humanidad.

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