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¿Cómo era la alimentación en el Egipto faraónico?

¿Cómo era la alimentación en el Egipto faraónico?

Egipto, 13 de ago 2024 (ATB Digital).- «Egipto es un don del Nilo», dejó escrito en el siglo V a.C. el historiador y filósofo griego Heródoto en su obra Historia. Y sin duda tenía razón: este río, el mayor de toda África, fue un elemento esencial para el florecimiento de esa antigua civilización que perduraría a lo largo de más de tres milenios. Rodeado por una extensión infinita de desierto, el Nilo fue el motor del desarrollo de Egipto. Sus crecidas anuales dejaban a su paso una capa de limo fertilizando las tierras inundadas, lo que permitió el desarrollo de la agricultura, una actividad clave en esa sociedad, no solo como fuente de sustento y empleo, también para impulsar el comercio y el desarrollo tecnológico. En especial en su impresionante zona deltaica: en su desembocadura en el Mediterráneo, el Nilo forma uno de los deltas fluviales más grande del mundo, extendiéndose en el triángulo formado entre El Cairo, Alejandría y Puerto Saíd.

Gracias a esa ingente cantidad de recursos hídricos, según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los antiguos egipcios se erigieron como uno de los primeros grupos en practicar la agricultura a gran escala, cultivando alimentos como el trigo y la cebada, incuso lino para fabricar ropa.

Al contrario que en Mesopotamia, cuyos habitantes desarrollaron un elaborado vocabulario culinario y dejaron por escrito numerosas recetas en tablillas de arcilla, no existen recetarios ni apenas textos que nos expliquen cómo era la gastronomía del Egipto de los faraones. «Hemos de conformarnos con la información iconográfica y con las escasa referencias que se pueden recuperar en las obras literarias. En cambio, la riqueza de imágenes y maquetas de la vida cotidiana nos muestran, con todo lujo de detalles, multitud de técnicas culinarias», se explica en el volumen II de la Bullipedia, centrado en las civilizaciones antiguas.

Entre otras muchas cosas, sabemos que todos los miembros de la sociedad compartían la misma alimentación básica, con diferencias en lo relativo a las cantidades, la calidad y la variedad. Mientras que las clases populares comían dos veces al día, temprano por la mañana y luego al anochecer, las élites añadían una comida más al comienzo de la tarde.

Igual que en otras sociedades campesinas ancestrales, la dieta pivotaba en torno a algún cereal, en este caso el trigo, animales de la cabaña como cabras, ovejas, vacas o cerdos, y algunas legumbres y verduras. «Las dos elaboraciones siempre presentes eran el pan y la cerveza, consumidas a diario tanto por el faraón y su familia como por los campesinos. Ambas eran, además, la forma de retribución básica para los trabajadores», explican en la Bullipedia. Unos trabajadores que, desde luego, ingerían carne mucho menos a menudo que las personas de mayor estatus.

En la mesa de la gente pudiente la carne era mucho más frecuente, como lo atestiguan las numerosas escenas de carniceros haciendo su trabajo. La carne de vaca era la preferida, ya que sobre el cerdo pesaban numerosos tabúes. Quizás por ello apenas aparecen en las pinturas o relieves. Según apunta la egiptóloga Rosa Pujol, el cerdo era uno de los animales domésticos más comunes del antiguo Egipto, pero hay una gran controversia acerca de su papel como alimento. Heródoto relató que los egipcios jamás tocaban a los cerdos y mucho menos los comían, ya que se les consideraba animales adscritos al dios Set (deidad de la fuerza bruta de lo tumultuoso) y a las fuerzas tifónicas. Decía el historiador griego que si un egipcio entraba en contacto de modo accidental con un cerdo, se sumergía inmediatamente en el Nilo para purificarse y que los pastores de cerdos eran menospreciados y tenían que vivir separados del restos de los egipcios.

Lo que sí les gustaba y mucho a aquellos egipcios eran las aves. Criaban ocas, patos y gansos, pero en especial consumían especies silvestres, a las que cazaban con una especie de bumerán arrojadizo o atrapándolas con redes colocadas entre los arbustos. También comían pescado del Nilo, ya fuera fresco, seco o en salazón, y grandes cantidades de legumbres, frutas y verduras.

En las fiestas comunitarias, frecuentes y variadas, se solían celebrar grandes festines. Las convocadas por los reyes eran quizá las mas esperadas, porque todo el pueblo participaba en esos fastuosos eventos que podían prolongarse a lo largo de un mes durante el cual el rey presentaba ofrendas y sacrificios: carne, aves de corral, fruta, leche, pan, cerveza, flores y perfumes… Otros banquetes homenajeaban los hitos de un reinado, o se dedicaban a los dioses. En este caso eran los sacerdotes los que preparaban y cocinaban las dádivas en un espacio específico dentro del templo para alimentar a las deidades tres veces al día: mañana, mediodía y tarde. En caso de que falleciera un faraón, se le preparaban cinco comidas diarias, tres celestiales y dos terrenales. En el ámbito privado, en el seno de familias particulares, había comilonas también para los difuntos, con el objetivo de que no les faltara de nada durante la otra vida. Pan, cebollas, carne, frutas, lechuga, grano, vino, cerveza…

Aunque no tengamos recetas de aquella época, es de suponer que asar seguía siendo una de las técnicas principales para cocinar. Algunas imágenes nos muestran pescado asado en una brocheta, por ejemplo. Y eran comunes las salazones, como la botarga, una elaboración a base de huevas de pez, en este caso el mújol. Tras ser limpiadas, las huevas se ponían en sal para luego prensarlas sobre un encañizado. Otra cosa que se sabe es que hacían elaboraciones dulces, usando miel y otros elementos endulzantes, como el fruto del algarrobo, los dátiles, las uvas pasas o el arrope, un mosto con consistencia de jarabe al que se le añaden trozos de fruta.

Por cierto que sí tenemos una receta de postre de la época: las galletas shayt o galletas de chufa. Se halló en el célebre papiro Ebers, adquirido por el egiptólogo alemán Georg Ebers en Luxor en 1873. Se trata de uno de los tratados médicos más antiguos conocidos, escrito en hierático en el año 1550 a.C. La receta del papiro indica los siguientes ingredientes:

  • 0,30 l de vino
  • 0,60 l de miel
  • 2,40 l de chufas
  • 4,80 l de jugo de algarroba
  • 4,80l de mucílago
  • 4,80 l de grasa de oca

Hay otra versión más fácil de adaptar en la actualidad, hallada en la tumba del visir Rejmire de la dinastía XVIII. Aquí se la dejamos, por si quieren paladear unas cookies del tiempo de los faraones. ¡A disfrutar!

Ingredientes:

  • 150 gramos de chufas
  • 50 gramos de dátiles deshidratados
  • 1 vaso de agua
  • 50 gramos de miel
  • Aceite de oliva

Preparación:

  1. Moler las chufas hasta dejarlas reducidas a un polvo fino.
  2. Añadir un vaso de agua y amasar.
  3. Triturar los dátiles en un molinillo y mezclar la pasta fina obtenida con miel hasta obtener una textura parecida a la confitura.
  4. Incorporar a la masa de chufas.
  5. Con la masa resultante modelamos piezas triangulares de unos 50g, teniendo cuidado de que las galletas no excedan el centímetro de altura.
  6. Seguidamente las freímos en una sartén con aceite de oliva, dándoles la vuelta para que se tuesten.
  7. Servirlas frías.

Fuente: National Geographic

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