Mundo, 27 dic 2024 (ATB Digital).- Compartir con otros las vacaciones parece ser un objetivo anhelado por muchos. Compartir en familia es para la mayoría un punto de agenda. ¿Pero qué pasa cuando se da el encuentro y no se disfruta?

Tanto las miradas teóricas, las investigaciones, como la propia experiencia pueden afirmar la necesidad del tiempo libre para la recuperación del desgaste cotidiano, como también la necesidad de compartir tiempo de calidad, con los afectos para profundizar los vínculos.
Se comprende que las relaciones se construyen invirtiendo y transitando a través del tiempo. No obstante, las vacaciones en familia o en pareja, pueden fallar.
El cerebro está configurado para trabajar en base a estructuras, rutinas, que sostenemos día tras día, buscando el equilibrio entre organización y disfrute. A lo cual se suman las demandas tanto del entorno como personales.
Esta suma de rutinas y demandas parece ser el vehículo con el que se transita cada día, algunos a una velocidad digna del alto rendimiento, mientras que en otros a velocidades más bajas. Pero un día, sin escape, llegan las vacaciones.
Más allá de la realidad a la que cada uno pueda acceder, el descanso en algún periodo del año vendrá, la necesidad de desacelerar, bajar marchas de ese vehículo diario es inevitable.
Fuente: Infobae