Mundo, 29 de dic de 2024.- En 2003, el telescopio Hubble dejó perplejos a los astrónomos al encontrar evidencias de un planeta masivo orbitando una estrella muy antigua, casi tan vieja como el propio universo. Este hallazgo planteó una incógnita importante: ¿cómo pudo formarse un planeta en una época en la que las estrellas apenas contenían los elementos pesados necesarios para construir planetas? Este dilema desafió las teorías aceptadas sobre la formación de planetas y dejó una pregunta sin resolver durante dos décadas.

Ahora, gracias a la precisión del telescopio espacial James Webb, los científicos han podido arrojar luz sobre este misterio. Este instrumento ha usado su capacidad para observar en el infrarrojo y analizar espectros estelares para confirmar que los discos protoplanetarios —los “cinturones” de gas y polvo donde nacen los planetas— pueden sobrevivir durante más tiempo del que se pensaba, incluso en entornos con muy pocos elementos pesados. Este descubrimiento valida los datos preliminares de Hubble y obliga a reescribir los modelos sobre cómo, dónde y cuándo se forman los planetas en el universo.
Los discos protoplanetarios en el pasado del universo
En el universo temprano, las estrellas nacían principalmente de hidrógeno y helio, con apenas trazas de elementos pesados como carbono, oxígeno o hierro. Estos elementos, conocidos como “metales” en astrofísica, son esenciales para la formación de planetas. Según los modelos clásicos, la falta de metales en ese entorno primigenio debería haber hecho que los discos protoplanetarios se disiparan rápidamente, dejando poco tiempo para que se formaran planetas.
Sin embargo, los datos recientes obtenidos por el telescopio Webb contradicen estas suposiciones. Los astrónomos estudiaron el cúmulo estelar NGC 346, ubicado en la Pequeña Nube de Magallanes, una galaxia enana cercana que tiene características similares al universo temprano. Descubrieron que en este entorno, los discos protoplanetarios no solo persisten durante más tiempo, sino que también permiten que los planetas se formen y crezcan, incluso en condiciones aparentemente adversas. Como señaló la investigadora Elena Sabbi, “estos discos tardan hasta diez veces más en desaparecer, lo que da a los planetas mucho más tiempo para desarrollarse”.
Fuente: Muy Interesante