Mundo, 28 de abr 2025 (ATB Digital) .- Lo que Einstein utilizó como un “parche” para que las cuentas salieran, se convirtió en una de las claves más importantes para entender cómo funciona el universo en la actualidad.
Pocos nombres tienen tanta fama como el de Albert Einstein. Y no es para menos: a lo largo de su vida, redefinió por completo nuestra forma de entender el universo y el mundo que nos rodea. Con su Teoría de la Relatividad, rompió con las ideas clásicas de Newton y mostró que el espacio y el tiempo no eran absolutos, sino que podían curvarse, estirarse o contraerse. Sin embargo, Einstein seguía siendo humano y, como el resto, también cometió algunos errores.
No obstante, incluso sus errores terminaron pasando a la historia como grandes descubrimientos. Concretamente, uno de ellos, al que el mismo Einstein apodó como “el mayor error de su vida”, se convirtió en una de las claves más importantes para entender cómo funciona el universo en la actualidad: la constante cosmológica. Lo que comenzó como un “parche” para que las cuentas le salieran, terminó resurgiendo años después como la mejor explicación que tenemos hoy en día de la energía oscura, la fuerza que acelera la expansión del universo.
EINSTEIN CONTRA EL UNIVERSO
El año 1915 fue un gran año para la física: Einstein presentó su Teoría de la Relatividad General y revolucionó el mundo al mostrar que la gravedad no era una fuerza en el sentido tradicional de la palabra, sino que una manifestación de la geometría del espacio tiempo. Es decir, afirmó que las masas no se atraían directamente, sino que lo que hacían era deformar el espacio que las rodeaba, y esa curvatura era lo que producía el efecto que sentimos como gravedad.
Dos años más tarde, Einstein aplicó su teoría a una escala mucho mayor: el universo entero. Pero aquí encontró una sorpresa algo incómoda. Mientras resolvía las ecuaciones, descubrió que el universo que obtenía no era estable, sino que debería expandirse o contraerse con el tiempo. Sin embargo, en aquella época se creía firmemente que el universo era eterno y estático: las estrellas parecían fijas en el cielo, y nadie hablaba todavía de expansión o de Big Bang. Por tanto, Einstein pensó que había un problema en sus cuentas o que debía ajustar su modelo.
Buscando mejorar sus cálculos, propuso como solución introducir un nuevo término en sus ecuaciones: la constante cosmológica, representada con la letra griega Λ (lambda). Concretamente, esta constante tenía un efecto repulsivo, es decir, actuaba como una especie de antigravedad que contrarrestaba la atracción de la materia y mantenía el universo en equilibrio. Y no, realmente no era nada que surgiera de forma natural en la teoría, sino que un añadido forzado. No obstante, a Einstein le pareció razonable, pues así salvaba lo que todos pensaban: que el universo era estático e inmutable.
EL ARREPENTIMIENTO DE UN GENIO
Sin embargo, la historia dio un giro inesperado en 1929, cuando el astrónomo estadounidense Edwin Hubble hizo un descubrimiento sorprendente: al observar galaxias lejanas, se dio cuenta de que todas ellas se estaban alejando de nosotros, y que cuanto más lejos estaban, más rápido se alejaban. Y esto solo podía significar una cosa: efectivamente, el universo se estaba expandiendo.

Edwin Hubble, fotografiado en 1929
Era un hallazgo que encajaba a la perfección con las predicciones originales de Einstein… O al menos aquellas que había desarrollado antes de añadir la constante cosmológica. En otras palabras, si el físico no hubiera corregido sus propias fórmulas, habría anticipado uno de los descubrimientos más revolucionarios de todo el siglo XX.
Al enterarse de ello, Einstein supuestamente se lamentó profundamente y confesó que aquella constante había sigo “el mayor error de su vida”. De hecho, dejó de utilizarla y, durante décadas, la constante cosmológica quedó archivada como una curiosidad histórica, es decir, como una especie de recordatorio de que hasta los más grandes científicos pueden cometer errores y tropezar con sus propias ideas. Sin embargo, el universo tenía preparado algo más.
EL REGRESO DE LA CONSTANTE
A finales de los años noventa, un grupo de astrónomos, al estudiar ciertas supernovas lejanas, descubrieron algo que volvió a sacudir de nuevo el panorama entorno a la constante. Observaron que no solo el universo estaba expandiéndose, sino que lo hacía cada vez más rápido. Es decir, era una aceleración que no podía explicarse con la gravedad de la materia conocida, ni siquiera con la influencia de galaxias o cúmulos.
En realidad, era como si una especie de fuerza misteriosa, invisible, impulsara la expansión del universo. Pero lo más llamativo de todo era que, hasta ese momento, nadie lo había previsto… Salvo, curiosamente, aquél término olvidado que Einstein había descartado.
Y así fue como la constante cosmológica entró de nuevo en acción. En vez de un error, ahora parecía ser la clave para describir lo que hoy llamamos “energía oscura”, es decir, una forma desconocida de energía que parece representar el 70% del universo y que actúa como una presión negativa, haciendo que el espacio se estire cada vez más deprisa. Las ecuaciones de Einstein, con su famosa lambda restaurada, resultaron ser las más adecuadas para describir este fenómeno.
Hoy, en el modelo cosmológico estándar, conocido como ΛCDM, lambda vuelve a estar muy presente, y esta vez como protagonista. Einstein, sin quererlo, había anticipado algo muchísimo más profundo que el universo estático aceptado en el momento: había dado con una herramienta matemática capaz de explicar la expansión acelerada del universo. Y así de fácil: lo que parecía un parche, se convirtió, rápidamente, en una pista muy acertada.
Fuente: National Geograpic