Mundo, 04 de sep 2025 (ATB Digital).–Tres semanas antes de la presentación de sus últimas colecciones en la Semana de la Moda de Milán, Giorgio Armani ha fallecido a los 91 años.
En un comunicado, la firma ha anunciado “con profundo pesar, el fallecimiento de su creador, fundador e incansable impulsor. El Sr. Armani, como siempre lo llamaban con respeto y admiración sus empleados y colaboradores, falleció en paz, rodeado de sus seres queridos. Incansable, trabajó hasta sus últimos días. La capilla ardiente estará abierta desde el sábado 6 de septiembre y podrá visitarse hasta el domingo 7 de septiembre, de 9:00 a 18:00 h, en Milán, en Via Bergognone 59, en el Armani/Teatro. De acuerdo con la voluntad expresa del Sr. Armani, el funeral se celebrará en privado”.
El pasado mes de junio, antes de su cumpleaños, el creador italiano sufrió una infección respiratoria que lo forzó a permanecer ingresado en el hospital y a ausentarse de la presentación de la colección de Alta Costura. Tras unas semanas rodeado de amigos en su casa de Pallenteria, según informa Il Corrierere della Sera, solo una molestia en el estómago alteró el curso de su verano.
Aunque Giorgio Armani (Italia, 1934) ha sido, y siempre será recordado, como uno de los diseñadores más importantes de la industria de la moda, lo cierto es que sus primeros años de juventud los dedicó a estudiar medicina. Es una de esas anécdotas marcadas, por desgracia, por la Segunda Guerra Mundial, que estalló cuando solo tenía cinco años y que marcó su infancia, al tener que trasladarse toda la familia a una aldea cercana y ver cómo su padre perdía el empleo debido a las consecuencias de la postguerra. A pesar de ello, él mismo se definía como “un niño curioso, tímido, pero abierto al mundo, con ese deseo de descubrir que me ha quedado”. Una curiosidad que le llevó hasta el mundo de la moda, que le hizo dejar la medicina para trabajar como vendedor y escaparatista en los grandes almacenes de La Rinascente de Milán. La formación poco ortodoxa de la leyenda de los trajes había comenzado.
Su primera gran oportunidad llegó en 1964: Nino Cerruti le contrató para diseñar una línea de prendas masculinas. Allí, junto al empresario al que se le atribuye haber revolucionado el traje masculino durante los años 60, Armani pudo aprender el oficio que terminaría por marcar toda su vida profesional y finalmente, emprendió el vuelo en solitario. Y aunque pasaron algunos años trabajando de manera informal por cuenta propia, en 1975 bajó a tierra, junto al que entonces era su pareja y socio, el arquitecto Sergio Galeotti, su marca homónima. La que marcó el inicio de una popularidad que le ha seguido hasta su desaparición, y que conseguirá trascender en el tiempo.
Al tiempo que lanzaba su marca, también compartía con el mundo sus chaquetas “desestructuradas”, una pieza que empezó a granjearle el estrellato. Eran chaquetas de sastrería masculina que se diferenciaban del resto en la ruptura de patrones tradicionales, aportando una sensación de mayor ligereza y fluidez. De feminidad, si se va a hablar en los códigos de género tradicionales. Tal fue su éxito, que en 1976 amplió su negocio con una línea de ropa ya propiamente femenina, en la que siguió la misma estela de esta nueva sastrería que definiría, y de qué manera, los años 80. Su era.
Los yuppies, influencers de la época, actores y demás personas de las clases altas se enamoraron a toda velocidad de los trajes de Giorgio Armani. Tanto, que se convirtieron en el uniforme de Wall Street y de Manhattan. Al salto también ayudó, cómo no, que Richard Gere llevase los consabidos dos y tres piezas en la película ‘American Gigolo’ (1981), y que la revista Time pusiese una de sus obras de sastrería en portada en 1982. Y solo un año después, en 1983, Giorgio Armani recibió el premio CFDA al mejor diseñador de moda internacional.
Por desgracia, en 1985, Sergio Galeotti murió de un infarto. Sin embargo, la marca no podía parar. No lo hizo: las aperturas de las tiendas en todo el mundo se intercalaron con más apariciones en cine, como en ‘Los intocables’, de Brian de Palma y con celebridades que escogían los trajes de Armani para ocasiones tan importantes como el Globo de Oro de Julia Roberts en 1990 o la boda de Cindy Crawford y Richard Gere en 1991. Momentos tan icónicos como los dos piezas que consiguieron ahondar en la idea de que los colores neutros como el gris y el beis eran el fondo de armario perfecto. Justo como sus trajes.
Con el negocio asentado en ese sentido, tocaba hacerse global. Por eso, los perfumes, los hoteles, las líneas de ropa de hogar y cama; la belleza y todas las versiones y licencias que se puedan imaginar han ido desarrollándose a lo largo de todos estos años. Eso sí, siempre contando con el sello de Giorgio Armani para mantener unos estándares de elegancia que ya asentó allá por los 80 y 90 y que se sublimó con la colección de Alta Costura de Giorgio Armani Privé, que vio la luz en 2005. Desde entonces, numerosas actrices han optado por acudir a estas especiales creaciones del italiano para subir a recoger premios. De hecho, la propia Penélope Cruz ha llevado en multitud de ocasiones vestidos de Giorgio Armani Privé para distintas galas de premios, y sigue siendo una marca habitual en la alfombra roja de los Oscar. ¿Cómo no serlo, cuando la belleza se expresa de modos tan limpios y brillantes al mismo tiempo?
A pesar de que esos vestidos a veces parecen eclipsarlo todo, lo cierto es que no se podría entender el traje de chaqueta hoy en día sin la influencia de Armani. Ni los de ellos, ni los de ellas. Con permiso de Savile Row, la pericia del italiano a la hora de cortar y ampliar las líneas de pantalones y chaquetas no solamente ayudaron a perfilar la imagen de la sastrería durante el final del siglo pasado, sino que ha sobrevivido hasta el aquí y ahora. ¿O cuántos blazers oversized te has cruzado en los últimos tiempos? Probablemente, tantos que ni eres capaz de contarlos. No todos tienen que tener esas hombreras poderosas y dramáticas que todavía hacen levantar alguna que otra ceja, ni siquiera que separarse demasiado del cuerpo: ahora mismo lo que pervive es el espíritu de un creador que consiguió que lo que antes era extraordinario, se colase en lo cotidiano para hacer del día a día algo más bello. Y eso es algo que ni la muerte puede destruir.
Fuente: El Mundo