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Cerebro protegido: así funciona la barrera que lo resguarda de toxinas y parásitos

Cerebro protegido: así funciona la barrera que lo resguarda de toxinas y parásitos

Mundo, 29 de sep 2025 (ATB Digital).-  Todo lo que somos, sentimos, vemos y creamos parte de nuestro cerebro. Un órgano que, con apenas el consumo de una bombilla es capaz de recibir información del mundo que le rodea, analizarla y emitir una respuesta. Y es que sin cerebro no hay ser humano y, por tanto, este órgano ocupa un lugar privilegiado y bien protegido en el cuerpo.

Ante golpes y contusiones, el cerebro cuenta con defensas muy resistentes: los huesos del cráneo. Este conjunto de 6 huesos (frontal, temporal, parietal, occipital, etmoides y esfenoides) se acoplan entre sí para crear un casco interno y recibir los posibles golpes que, de otro modo, dañarían el blando tejido cerebral. Pero estos huesos no siempre recubren toda la cabeza.

Como sabrán todas las personas que hayan sido madres o padres, al nacer y durante el primer año o año y medio de vida de un bebé, los huesos del cráneo se encuentran separados, pegados entre sí por unos tejidos denominados fontanelas. Estas uniones ayudan durante el proceso del parto y permiten que el cerebro se expanda rápidamente en el interior del cráneo en las primeras etapas del desarrollo.

Pero en el interior del cráneo, una barrera más desconocida protege al cerebro de amenazas invisibles. Una barrera formada por capas de células muy pegadas entre sí que rodean toda su superficie y que casi exclusivamente dejan pasar nutrientes y azúcares, dejando fuera toxinas, parásitos y otras muchas sustancias. La denominada barrera hematoencefálica garantiza la homeostasis cerebral y ayuda a que el cerebro funcione correctamente durante todos los años que viva la persona.

Qué es esta barrera

Para acercarnos a comprender lo que es la barrera hematoencefálica, más que imaginarnos un casco hemos de pensar en una especie de filtro de café. Por el filtro, formado por células epiteliales vagamente similares a las que tenemos en la piel, pueden pasar ciertas sustancias esenciales para el cerebro, pero no otras que no interesan. Esto es debido a las uniones estrechas; un tipo de unión celular que, como su propio nombre indica, pega fuertemente unas células con otras, apenas dejando espacio entre ellas.

De este modo, sólo aquellas sustancias liposolubles, que puedan diluirse entre la grasa que forma las membranas celulares, podrán pasar libremente de un lado a otro. Entre estas moléculas se encuentran el oxígeno y el dióxido de carbono, por lo que el cerebro puede intercambiar los gases de forma eficaz, pero también el alcohol, lo que deriva en la sensación de embriaguez al consumir esta sustancia.

Para otras sustancias esenciales, como la glucosa y los aminoácidos que necesitan las neuronas para tener energía y llevar a cabo sus funciones, existen transportadores especiales que, usando energía, catapultan estas sustancias hacia el interior. Por último, también existen otros mecanismos que permiten interiorizar o eliminar moléculas más grandes que se unen a receptores específicos.

Un quebradero de cabeza para los médicos

Al tratarse de una barrera tan selectiva, muchos de los medicamentos que normalmente se ingieren o se inyectan no llegan al cerebro. La barrera hematoencefálica los retiene y los deja fuera. Por ello, es un elemento muy importante a tener en cuenta a la hora de diseñar fármacos específicos para este órgano. Normalmente sólo pasan fármacos pequeños y liposolubles, pero existen algunos que son capaces de colarse a través de los transportadores de otras moléculas por su similitud, pero apenas llegan al 2% de todos los medicamentos.

Esto es un gran problema a la hora de tratar de diagnosticar o de tratar ciertas afecciones, puesto que si el fármaco no llega donde ha de actuar, el tratamiento no va a funcionar. Así pues, durante los últimos años se han tratado de diseñar algunas técnicas con las que crear agujeros de forma temporal en la barrera mediante ultrasonidos o, directamente, inyectar las sustancias a través de la barrera hematoencefálica. Aunque por supuesto, estas técnicas tienen cierto riesgo, han de ser llevadas a cabo por especialistas entrenados y sólo cuando los beneficios superan a los riesgos.

Por ello, la barrera hematoencefálica se considera una guardiana infranqueable para lo bueno y para lo malo. Una guardiana que no suele aceptar sobornos y que nunca abandona su puesto y que tiene una única misión: que nada ni nadie fuera de lo necesario llegue al centro de mando de todo nuestro ser.

Fuente: National Geographic

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