Cochabamba, 22 de dic 2025 (ATB Digital).- Lo que empezó como un plan para pasar el fin de año terminó siendo una pesadilla. Diez estudiantes veinteañeros de la carrera de Biología de la Universidad Mayor de San Simón (UMSS) partieron el 27 de diciembre de 2001 rumbo a Villa Tunari. La idea era realizar una caminata a través del Chapare y llegar en las vísperas del año nuevo. El programa cambió cuando tres de ellos, los que encabezaban la fila, decidieron tomar lo que parecía un atajo; la decisión los llevó a perderse durante 12 días en la espesura del trópico de Cochabamba.
La odisea de esos tres jóvenes —Tito Rodríguez, Rubén Soto y Fernando Cisneros— se reconstruye en el nuevo libro “Perdidos”. La obra se presentará este sábado 20 de diciembre, a las 11.00 horas, en el salón de la torre Santino, ubicado en la calle Portales N.º 370, frente a Unifranz. Los sobrevivientes estarán presentes en la testera, recordando la travesía de hace más de 20 años, además del fotógrafo de OPINIÓN, Dico Solís, quien retrató el momento del rescate, el 7 de enero.
Si bien el padre del primero de ellos, Tito Rodríguez Claros, es presentado como el principal autor del texto, Perdidos es un mosaico de voces que ofrecen diferentes perspectivas del incidente, en el que se vieron involucradas la Gobernación (Prefectura en ese entonces), las Fuerzas Armadas, la Presidencia del Estado o el SAR, por mencionar algunos. La historia se conoce desde los protagonistas, la familia de los perdidos y los medios de comunicación, principalmente OPINIÓN, que dedicó una cobertura especial al caso durante varios días.
Gracias a esta pluralidad de puntos de vista se desvelan detalles que habían permanecido desconocidos hasta hoy. Así, por ejemplo, se conoce el momento en el que perdieron la orientación, a través de una de las declaraciones de Rodríguez hijo: “Después de desviarnos de la ruta principal, encontramos un pozo de maceración abandonado; estaban ahí los baldes vacíos. Corrimos desesperadamente, incluso agachándonos para pasar debajo de los matorrales”. También se reconstruye lo que sintieron cuando, por fin, después de días nublados que hacían imposible el reconocimiento, el helicóptero Lamas los divisó desde la altura: “Felicidad, alivio, alegría, desahogo, tranquilidad”.
Perdidos se lee como una novela de aventuras. El ritmo es claro y directo y, más allá del conocido final feliz, ofrece al lector la posibilidad de experimentar la odisea en primera persona.
Fuente: Opinión
