MAX JUAN TANCARA
La pandemia del COVID-19 no solo se llevó a muchos de nuestros seres queridos, sino también dejó por los suelos grandes economías, así como la de los equipos de fútbol que estaban plagados de estrellas, pero como los ingresos disminuyeron, tuvieron que dejar partir a figuras de nivel mundial. Imagínese si eso ocurrió que con instituciones en las que se manejan cifras millonarias, ¿qué ocurrió con quienes eran empleados y perdieron su fuente de trabajo o con aquellos que se quedaron sin un centavo en los bolsillos para poder vencer al mortal virus? Pues, sí, tuvieron que ingeniárselas para seguir sustentando económicamente a sus hogares.
Así como la pandemia nos trajo tanto luto y dolor, también nos enseñó a ser creativos y buscar formas de generar dinero desde nuestros mismos hogares. A algunos, el encierro obligatorio les hizo bien, pues despertó en ellos, sus habilidades creativas y de a poco se convirtieron en emprendedores y ahora pequeños y hasta microempresarios de la ciudad de El Alto.
Marco Tarifa, es uno de esos soñadores alteños. Él tiene un taller de cerrajería en la carretera a Laja. Antes de la pandemia, fabricaba puertas de garaje, rejas para los medidores de gas y electricidad, en, fin todo lo relacionado con el metal. Pero ante la llegada del virus y por disposición gubernamental, tuvo que encerrarse. Naturalmente, ya no había quien se interese por su trabajo y tuvo que recurrir a sus ahorros. Lamentablemente, con el paso del tiempo, ese dinero se fue terminando y había que pensar en la forma de no desperdiciar su tiempo y, claro, en generar dinero.
Un día se pudo a observar todo el material que le quedó como chatarra en su taller, restos de planchas, remaches, incluso las varillas de soldadura. Había que darle una nueva oportunidad a esa chatarra. Y listo, así nació su emprendimiento de arte en metal. Comenzó a crear réplicas de vehículos, así como los de la Alasita. Con el paso del tiempo se convirtió en un experto y ahora sus productos son toda una sensación en las redes sociales. En su cuenta de Tiktok muestra orgulloso su trabajo y desde que dimos a conocer su emprendimiento a través de la Red ATB, aumentaron los pedidos.
Solo un empujoncito, aunque forzado por la pandemia, fue suficiente para que Marco dé rienda suelta a su creatividad. Y así como él, hay muchos emprendedores en la urbe alteña cuyo trabajo está relacionado no solo con el arte en metal, sino también con la artesanía, la gastronomía y la mecánica. Aunque a las autoridades les falta abrir más espacios para estos orgullos alteños, desde hace tres años, la Alcaldía de esa ciudad se ocupó de resaltar estos emprendimientos y ahora los lleva a la ventana comercial más importante del país, como representante de la ciudad más joven de Bolivia, sí, los lleva a la Expocruz.
MAX JUAN TANCARA ES PERIODISTA